viernes, 2 de marzo de 2012

YA TIENEN SU RECOMPENSE

«Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que esta en los cielos» (Mateo 6:1).

Aquella mañana de sábado yo era el orador invitado. Antes del sermón, un cuarteto vocal masculino interpreto una música especial. Armonizaban magníficamente las voces, al tiempo que la melodía y la letra del himno eran una genuina expresión de alabanza a Dios.
Cuando acabo el canto, la congregación prorrumpió en un sonoro aplauso. Aguarde un momento, tras el cual me dirigí al pulpito, y recordé a la congregación que los jóvenes no cantaban para nosotros sino para el Señor. Entonces sugerí que, en lugar de aplaudir, podríamos decir: «Amen».
El aplauso expresa aprobación o elogio de una acción. Disfrute de aquella música tanto como el que más, pero no creía que el aplauso fuera lo más adecuado Jesús dijo que nuestra adoración no tiene que ser para aparentar.
A menudo me invitan a predicar en diferentes iglesias. Es frecuente que, antes del servicio, el pastor o el primer anciano me pregunten como quiero que me presenten. Mi respuesta suele ser: «Con sencillez, por favor». La cuestión es que acudimos a adorar a Dios, no a ensalzarnos unos a otros. La iglesia no es lugar para ensalzar a nadie más que a nuestro Padre celestial.
Hace un tiempo, en una gran reunión a la que había asistido, un rico hombre de negocios entrego a uno de los dirigentes un cheque por un millón de dólares. La emoción embargaba el ambiente. Me pregunte que habría dicho Jesús. Recuerdo que Jesús y sus discípulos estaban en el templo y se encontraron ante una situación parecida. «Estando Jesús sentado delante del área de la ofrenda, miraba como el pueblo echaba dinero en el área; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre y echo dos blancas, o sea, un cuadrante. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: "De cierto os digo que esta viuda pobre echo más que todos los que han echado en el área, porque todos han echado de lo que les sobra, pero esta, de su pobreza echo todo lo que tenía, todo su sustento"» (Mar. 12: 41-44).
La naturaleza humana intenta impresionar a los demás. No viva para impresionar, sino para glorificar a su Padre celestial.( Basado en Mateo 6: 1-4).

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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