lunes, 2 de abril de 2012

ALABAD AL SEÑOR


«Alabad a Dios en su santuario; alabadlo en la magnificencia de su firmamento. Alabadlo por sus proezas; alabadlo conforme a la muchedumbre de su grandeza» (Salmo 150:1-2).

Otra razón por la que Jesús permitió que el pueblo lo honrara aquel día en Jerusalén era animar a sus seguidores, especialmente a los discípulos. Habían estado con él cuando lo rechazaron sus enemigos y ahora quería darles a probar un pequeño anticipo de su gloria.
Por una vez les permitiría que arrojaran sus mantos y ramos aromáticos a su paso. Por una vez, entusiasmados, se subirían a los árboles para cortar las olorosas ramas con las que marcarían su camino. Pronto los traspasaría el dolor de verlo arrestado en Getsemaní y llevado preso ante Caifás y Pilato para que lo condenaran a muerte.
Para la gente común ese día debió ser una experiencia inolvidable. No cabe duda de que en esta vida pasamos por muchas pruebas y decepciones. Aunque Jesús sufrió y murió, lo sostuvo la esperanza de ver la gloria más allá de la tragedia. Cuando todo parece estar sumido en la más densa tiniebla y que no tenemos salida, nos hacemos bien en poner la vista en la meta, nuestra esperanza. Me gusta la letra del himno titulado «Una esperanza» (Himnario adventista, ed. 2010, n° 181) porque dice la verdad.
Los profetas escribieron que Jesús sufriría y moriría, y así fue. Jesús dijo que algunos de sus seguidores pasarían por lo mismo que él. Pero también afirmó: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33).
No hace mucho pasé una revisión médica. Mientras hablábamos, el médico me dijo algo que no olvidaré: que no debemos pensar en lo que no tenemos, sino en lo que sí tenemos. Esa idea me gusta. En la vida cristiana es fácil centrar la atención en lo que falta y pasar por alto lo que ya se tiene. Usted dirá: «A veces parece como si no tuviera nada». Piense en lo que tiene. Usted tiene la esperanza en la venida del Señor.
Señor, si hoy desfallezco, recuérdame la bendita esperanza. Basado en Lucas 19: 29-44

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

No hay comentarios:

Publicar un comentario