lunes, 9 de abril de 2012

EL LADRILLAZO


Jesús anduvo haciendo bien y sanando a todos los que sufrían bajo el poder del diablo. Hechos 10:38.

Reconozco que la siguiente historia tiene que ser aplicada a mi vida antes de procurar que otros lo hagan. La compartió conmigo una de mis compañeras de trabajo en APIA.
Oscar iba conduciendo a toda velocidad en su nuevo auto deportivo. Se había despertado tarde y no quería llegar tarde al trabajo. De repente, sintió que un objeto golpeaba su automóvil. Inmediatamente frenó. Un ladrillo había causado un daño inmenso en una de las puertas. «Solo esto me faltaba. Justo ahora que estoy apurado. ¡Y es mi auto nuevo!  Miró furioso alrededor. En la acera estaba un niño. Por la cara de susto, Oscar dedujo que él había sido el culpable. —¿Por qué me lanzaste ese ladrillo? —le gritó.
—Lo siento, señor —respondió el niño, llorando—, pero no sabía qué hacer.  Mi hermano se cayó de su silla de ruedas y yo solo no podía levantarlo.
En efecto, ahí estaba el hermanito en el suelo, sin poder levantarse. En medio de su enojo, Oscar ni siquiera se había percatado de la situación. Sin pérdida de tiempo, lo levantó y pidió disculpas por su reacción.
Oscar nunca llevó su auto al taller para que lo repararan. Dejó la puerta con la abolladura para recordar siempre la lección que aprendió ese día: «En la vida no debo viajar tan aprisa, que alguien en necesidad tenga que lanzarme un ladrillo para llamar mi atención».
Y tú, ¿con qué velocidad viajas en la vida? ¿Será que alguien tiene que «lanzarte un ladrillazo» para llamar tu atención? A tu alrededor también hay gente necesitada. Quizás se trata de un compañero de estudios, a quien han marginado porque se viste con ropas de las que regalan las Dorcas. O la muchacha a quien nadie corteja porque es la más fea de la clase. O el joven retraído en el vecindario a quien su padre alcohólico maltrata con frecuencia.
Cualquiera sea el caso, pídele a Dios que hoy mismo te lance «un ladrillazo» para llamar tu atención con respecto a alguien que esté necesitado, y para que ponga en tu corazón el deseo de ayudar a esa Persona. Es humano y es cristiano, pues esto fue lo que con su ejemplo nos enseñó el Señor Jesús.
Padre Celestial  hoy pon en mi  camino a alguien necesitado, y ayúdame a responder como lo haría tu Hijo Jesús.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

No hay comentarios:

Publicar un comentario