martes, 9 de octubre de 2012

EN EL POZO


Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.  Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.  (Salmo 40:1-2).

Quizá el salmista se imaginaba una profunda y oscura caverna en la cual rugían aguas subterráneas y de la que no había ninguna esperanza de liberación. El fondo de aquel pozo no era tierra firme donde el salmista en su desolación podría estar en pie. Era un cenagal. Con cada intento de librarse del lodo, se hundía más. ¿Cuantas veces tú y yo hemos estado en el fondo de innumerables pozos de desesperación, y como el salmista hemos descubierto que su omnipotente brazo nos ayudó? 
En pozos

  • de soledades, sus palabras llegaron a nuestros oídos: «No temas porque yo estoy contigo» (Isa. 41: 10);
  • de cansancio, le oímos decir: «Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas» (Isa. 40: 31);
  • de temor, escuchamos sus tranquilizadoras palabras: «Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí, el que contra ti conspirare, delante de ti caerá» (Isa. 54: 15);
  • de sufrimiento, nuestro consuelo fue: «Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará, no dejará para siempre caído al justo» (Sal. 55: 22);
  • de tentación, alcanzamos a oír su voz: «No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana, pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir» (1 Cor. 10:13);
  • de escasez, su promesa nos alentó: «Jehová es mi pastor nada me faltará» (Sal. 23: 1);
  • de inseguridad, oímos: «Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios» (Rom. 8:38-39);
  • de culpabilidad, sus palabras nos animan: «Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación» (2 Cor. 7:10). 
El Señor nos sacó de esos pozos, poniendo nuestros pies sobre la peña. No conforme con lo anterior, colocó también un cántico en nuestros labios para hacer completa su obra. Nos queda entonces hacer que otros lo vean y luego confíen en Jehová.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Isabel Salinas de Martín

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