viernes, 8 de febrero de 2013

DIVISIÓN EN LA IGLESIA - 2


Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo (Filipenses 3:18).

Una especie de hilo negro une a todos los disidentes. Son muy críticos con la iglesia, con sus creencias y con sus dirigentes. Son «acusadores de los hermanos». Si las energías que invierten en destruir almas la dedicaran a salvarlas, ¡qué iglesia más amable, bondadosa y unida tendríamos! Como dice Leo R. Van Dolson, ¡cuánto más eficaz sería nuestro testimonio para los que buscan el amor de Cristo!
En su artículo «Keepers of the Springs» [Guardianes de las fuentes], el pastor Cyril Miller lo describió así: «Hoy, la Iglesia Adventista se enfrenta a un dilema. Está en conflicto consigo misma. Constantemente surgen ataques contra los dirigentes que ha elegido, contra su estructura administrativa, contra sus disposiciones doctrinales, contra su conducción profética, contra su misión evangelizadora y contra su sistema de financiación. La atacan a la vez la izquierda liberal y la derecha radical [...].
«Pareciera que los extremistas de derecha quisieran reformar la iglesia (y es verdad que necesita reforma), mientras los extremistas de la izquierda quieren liberarla ( y necesita algo de liberación también). Por desgracia, los liberales de izquierda contemplan a los extremistas de la derecha y llegan a la conclusión de que la mayor parte del cuerpo de la iglesia es legalista, tradicionalista, y carece de una fe progresista. Por otro lado, los radicales de derecha, al observar a los radicales de la extrema izquierda, consideran que la mayor parte del cuerpo de la iglesia está constituido por mundanos, que se han apartado de la fe [...].
»Es verdad que uno puede ser adventista e inclinarse todavía un poquito a la izquierda o la derecha. Tal vez la mayoría de nosotros se inclina de una manera u otra.  Pero cuando se va muy lejos, se traspasa un límite y se deja de ser adventista. Muchos que así actúan terminan en una total oposición a la iglesia y se preguntan por qué».
Cristo es la cabeza de la iglesia. Como tal, es responsable de poner y quitar a los dirigentes de la iglesia. Por lo tanto, deberíamos tener temor de atacar y criticar a los dirigentes. Cuando atacamos a la iglesia y a sus líderes, atacamos aquello que el Señor dijo era el objeto de su suprema consideración. Cuando atacamos a los dirigentes, también atacamos a Aquel que es la cabeza de la iglesia. Lo mejor es promover el cumplimiento de la misión de predicar el evangelio en este mundo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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