miércoles, 14 de agosto de 2013

EL NIÑO REY

Lugar: Egipto
Palabra de Dios: 1 Timoteo 6:17-19

Howard Carter se había quedado mudo. Todo lo que había dentro de la habitación brillaba por el oro. Vio figuras de animales y estatuas oro, carruajes recubiertos de oro, sillones dorados y centenares de otros tesoros espectaculares. Acababan de entrar en el sepulcro de Tutankamón, el niño rey.
Encontrar intacta la tumba del rey Tutankamón fue un asombroso descubrimiento arqueológico, porque los ladrones de tumbas habían entrado en las tumbas de la mayoría de los antiguos faraones. Esta todavía contenía casi todos los tesoros enterrados con el faraón egipcio.
El equipo de arqueólogos entró en la siguiente habitación, y encontró un sepulcro de oro que llenaba todo el Lugar. Cuando abrieron el sarcófago, o cajón, había otro cajón dentro de el, y luego otro. El último estaba fabricado completamente en oro.
Una máscara de oro, que pesaba 10 kilogramos, cubría el rostro del rey Tutankamón. Dentro del cajón, había 143 joyas adicionales. En total, los exploradores encontraron 5.220 objetos en la tumba del niño rey. Si quieres ver muchos de esos tesoros valiosos, se exhiben en el Museo de El Cairo.
Los faraones de Egipto se hacían enterrar con muchas riquezas, porque pensaban que las necesitarían en la vida después de la muerte. Pero, estaban equivocados. La Biblia dice: «A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. Mándales que hagan el Bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen. De este modo atesoraran para sí un seguro caudal para el futuro y obtendrán la vida verdadera».

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

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