jueves, 3 de marzo de 2016

ORATORIO

“Dejaron a la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba”. Marcos 4:36

“En la sociedad contemporánea, nuestro adversario se especializa en tres cosas: 1— el ruido, las prisas y las multitudes” (Celebration of Discipline, p. 13). Richard Foster tiene razón, ¿verdad? Y por eso es esencial que hagamos precisamente lo que hicieron los discípulos en el relato evangélico: “Dejaron a la multitud y se fueron con [Jesús] Debemos dejar atrás el ruido y las multitudes.
Por eso seguimos necesitando lo que los antiguos llamaban oratorio -una habitación de tu casa, o un rincón de tu habitación, de tu apartamento o de tu casa móvil- un lugar en el que Jesús y tú pueden estar solos cada día. Somos criaturas de costumbres. Desayunamos en el mismo sitio, navegamos la Red o leemos el periódico en la misma silla. De igual manera, necesitamos encontrar un “rincón sagrado” que pueda convertirse en nuestro oratorio. No es preciso que sea lujoso, pero debe ser constante. Cambiar la ubicación de tu oratorio día a día, ya sea en tu casa o en una habitación, solo te distraerá. Siendo la criatura curiosa que eres, pasarás los primeros preciosos momentos fijándote en todo lo que es “nuevo” en tu campo de visión. Por eso, vuelve, día tras día o noche tras noche, al mismo entorno familiar y cómodo -sin distracciones que te desvíen- para estar a solas con tu Salvador.
Pero es preciso que estés en silencio, además de constancia. Eso quiere decir que estés alejado del bullicio de la vida y del ruido del lugar en el que vives. Quita todo el ruido de fondo que puedas. Que no haya en tu campo de visión ningún iPod, ningún televisor, ni teléfono móvil, ni tu cónyuge durmiendo en la cama a tu lado (de hecho, olvida convertir tu cama en un oratorio: ¡nunca conseguirás mantenerte despierto!), ningún niño en el salón, ningún compañero de habitación (aunque quizá esté en la habitación, dado que ustedes sí comparten el espacio). Para todos los que compartimos nuestro domicilio, es preciso que haya por parte de cada cual algún tipo de “acuerdo devocional diario” por el que nos comprometamos a respetar la búsqueda de este rincón de paz cotidiana en compañía de Dios.
En el himno 503 del himnario adventista en inglés, las congregaciones adventistas estadounidenses repiten las palabras de un hermoso himno de Ralph Carmichael. Existe al menos una versión en español que reza así: “Hay un lugar tranquilo, lejos del paso raudo donde Dios puede calmar mi mente afligida. […] Guardado por árbol y flor, allí dejo atrás mis penas durante la hora quieta con él”.
En el ruido y la conmoción exponencialmente elevados de esta hora de la historia, ¡cuán vital es que también nosotros dejemos atrás a la multitud cada día y acudamos prestos a ese “lugar tranquilo” con el Único que puede mantenernos seguros en estos tiempos inciertos.

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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