jueves, 7 de abril de 2016

¿SER EL MEJOR?

Mohamed Alí.
“Si alguno anhela obispado, buena obra desea” (1 Timoteo 3:1, RV95).

Su maestra lo consideraba presumido, arrogante, incapaz, sin potencial suficiente para ser exitoso. Un día, mirándolo directamente a los ojos, lo sentenció con estas palabras: “Nunca llegarás a ser alguien”. ¿Cómo te sentirías si te dijeran esas palabras? Todo esto le fue dicho a un jovencito de apenas doce años. Por suerte, él no hizo caso. Incluso, a esa edad, a los doce años, determinó que sería el mejor boxeador del mundo.
¿Y qué pasó después? A los diecisiete años ganó dos guantes de oro. A los dieciocho obtuvo la Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos celebrados en Roma en 1960, y cuatro años después, en 1964, llegó a ser el campeón mundial. ¿Estamos hablando del niño que nunca llegaría a ser alguien? Sí, de ese mismo. Nada más y nada menos que de Cassius Clay, mejor conocido como Mohamed Alí.
Recordando aquel episodio, Alí cuenta que “la maestra de la escuela que dudó de mí, me dio toda la motivación que necesitaba para transformarme en ¡el mejor de todos los tiempos! Supe que lo sería desde que tenía doce años” (Las palabras precisas en el momento oportuno, p. 3).
Criarse en la sociedad estadounidense de mediados del siglo XX, en la que la segregación racial tenía rango de ley, no fue nada sencillo para un jovencito de piel negra. Y las cosas empeoran si tu propia maestra, de tu mismo grupo étnico, es capaz de denigrarte y ve en ti a un “don nadie”. Sin embargo, nada impidió que Alí consiguiera su meta: Ser el mejor de todos.
¿Cuál es la moraleja? ¿Que te hagas boxeador? ¡Claro que no! Lo que quiero es que no permitas que las personas que no creen en ti sean las que definan qué serás o qué harás en esta vida; y más cuando solo te auguran fracaso. Dios te ha dotado de talentos y capacidades muy especiales, que si los usas adecuadamente pueden llevarte a conseguir lo que te propongas. Es cierto que, como Alí, tendrás que vencer los obstáculos que impone una sociedad en la que impera la desigualdad; pero no debes desmayar por ello. No te desanimes, persevera, tú también puedes ser el mejor.

Tomado de Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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