lunes, 9 de enero de 2012

UNA EXPERIENCIA COTIDIANA

«Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cuál será amplio en perdonar» (Isaías 55:7)

Cierta vez me invitaron para que hablara en una de las prisiones estatales de Florida. Cada semana la administración penitenciaria permite que nuestra iglesia lleve a cabo reuniones con los presos que opten por asistir.
Después de un corto sermón, uno de los presos habló conmigo con relación a su vida espiritual. Sonriente, me dijo: «He sido salvado veintitrés veces».
Me pregunto, si una persona que se ha arrepentido de verdad de sus pecados recae una y otra vez en los pecados de los que se ha arrepentido. Si mantiene su espíritu de arrepentimiento día tras día, la respuesta es: «No». No recae. Pero sí nos arrepentimos unos días sí y otros no, la respuesta es: «Sí».
Es posible que quien se ha arrepentido de sus pecados, en ocasiones pueda verse sorprendido por la tentación y, vencido por ella, vuelva a caer en los mismos pecados de los que se había arrepentido. Aun así, se levantará y se arrepentirá de lo que ha hecho.
El arrepentimiento verdadero hará que amemos lo que solíamos odiar y odiemos lo que solíamos amar. Hay quienes han dejado de cometer ciertos pecados porque tienen miedo de sus consecuencias. Pero esto no es arrepentimiento genuino. Es como el caso del niño al que su madre le ordena que se siente y el niño, que no quiere obedecer, le dice que sí, que se sentará, pero, de pensamiento, permanece de pie.
El arrepentimiento genuino, además de impedirnos hacer las cosas que no debemos, nos empujará a encaminar nuestros pasos hacia el objetivo de una vida cristiana victoriosa. Me gustan las palabras del Señor en Isaías 1:16: «Lavaos y limpiaos, quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos, dejad de hacer lo malo». El verdadero arrepentimiento va de adentro hacia afuera. Cuando el corazón cambia la vida también cambia.
Santiago 1:17 dice: «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto». Este texto me dice que el don del arrepentimiento perfecto y procede de nuestro Padre celestial. No se demore y pídalo. (Basado en Mateo 4:19)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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