lunes, 16 de abril de 2012

¿GIGANTES EN EL CAMINO?


Dame [...] este monte. Josué 14:12, RV95

Me apoyo en ti, Señor, para expulsar de mi territorio cualquier gigante que me quiera atemorizar.
¿Sabes cuántas personas integraban el pueblo de Israel cuando salieron de Egipto? La Biblia habla de unos seiscientos mil hombres, sin contar las mujeres y los niños (Éxo. 12:37). ¡Fácilmente podían superar los dos millones de almas!
¿Podemos imaginar el día cuando, después de tantos años de vagar por el desierto, los israelitas finalmente poseyeron Canaán y repartieron las tierras? En esa ocasión ocurrió un episodio digno de recordar. Antes de que la tribu de Judá recibiera su porción de territorio, Caleb se acercó a Josué y le hizo un pedido que dejó a todo el mundo boquiabierto: «Dame [...] la región montañosa que el Señor me prometió (Jos. 14:12).
¿A qué «región montañosa» se refería? Nada menos que a Hebrón, ¡tierra de gigantes! ¿Por qué Caleb no pidió una tierra ya conquistada? Porque en lo más íntimo de su corazón había una misión que debía completar. Y aunque sus fuerzas ya no eran las de antes, pudo lograr su objetivo por medio de tres poderosas «armas»:
1. Caleb se colocó de parte de Dios. Cuarenta y cinco años antes, cuando Moisés lo había enviado a reconocer la tierra, Caleb creyó que podía poseerla, y así lo expresó (Jos. 14:7). Y aunque en ese entonces esa sinceridad casi le costó la vida, se mantuvo de parte de Dios.
2. Caleb creyó la promesa de Dios. Aunque habían transcurrido tantos años desde que Dios le había prometido a Hebrón (ver Núm. 14:24), y a pesar de que esa tierra todavía estaba habitada por gigantes, Caleb creyó que Dios cumpliría su palabra al pie de la letra (Jos. 14:9).
3. Caleb se apoyó en el poder de Dios. Sin lugar a dudas, a sus 85 años de edad su vigor físico no era el mismo. ¿Por qué entonces dijo que todavía se encontraba tan fuerte como cuando Moisés lo envió a la misión de espionaje? La respuesta está en Josué 14:12: «Con la ayuda del Señor los expulsaré de ese territorio, tal como él [Dios] ha prometido».
¿Cuáles son los gigantes que tienes que expulsar de tu «monte»? ¿La duda, el desaliento, la inseguridad, un vicio, un pecado acariciado? El secreto de Caleb puede ser tu secreto para desalojarlos hoy mismo: «Con la ayuda del Señor los expulsaré de ese territorio, tal como Dios ha prometido».

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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