viernes, 21 de septiembre de 2012

UN TESORO EN LOS BOLSILLOS


El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo.  Proverbios 18:24, RV 1960

Mucho se ha escrito de Alejandro Magno, el gran conquistador macedonio: de sus proezas militares, de la rapidez con la que se convirtió en el hombre más poderoso de su tiempo, y de su enorme riqueza. Sin embargo, hay un aspecto destacado de su persona del cual poco se ha dicho, según se desprende de los siguientes relatos, ambos del Diccionario de anécdotas, por María E. Álvarez del Real, (pp. 18,19).
Se cuenta que en cierta ocasión alguien le preguntó a Alejandro dónde guardaba sus tesoros. Como si hubiera estado preparado para esa clase de preguntas, el conquistador dio la orden de que trajeran a sus generales. Cuando estuvieron en su presencia, se limitó a decir, mientras los señalaba: «Estos son mis tesoros».
Otro relato cuenta que cuando Alejandro estaba en su lecho de muerte, uno de sus generales le preguntó de qué manera pensaba repartir sus riquezas.
—Te ruego, Alejandro, que me digas dónde guardas tus tesoros —inquirió el general.
—Con mucho gusto —respondió Alejandro.
—¿Dónde? —preguntó con interés el general.
—En los bolsillos de mis mejores amigos.
Muy interesante. Un líder militar tan famoso, tan rico y tan poderoso como Alejandro Magno consideraba a sus amigos como su mayor tesoro. No sorprende, por lo tanto, saber que sus soldados estuvieran dispuestos a dar la vida por su amado general.
¿Son realmente un tesoro los verdaderos amigos? El sabio Salomón, por ejemplo, así lo da a entender cuando escribe que en tiempos de angustia un amigo es como un hermano (Prov. 17:17); y cuando admite que aunque «algunas amistades se rompen fácilmente», «hay amigos más fieles que un hermano» (Prov. 18:24).
¿Cómo consideras a tus verdaderos amigos? ¿Son un tesoro para ti? ¿Puedes pensar ahora mismo en algunos de ellos? Si ya lo hiciste, te hago una propuesta: da gracias a Dios por esos amigos verdaderos, cuídalos como un valioso tesoro, y esfuérzate por ser también tú un tesoro para ellos. He aquí una buena manera de lograrlo: comparte las tristezas de tus amigos y multiplica sus gozos, ¡comenzando hoy mismo!
Padre celestial, quiero tratar a mi verdaderos amigos como un valioso tesoro.  Ayúdame a lograrlo, comenzando a partir de hoy.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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