miércoles, 5 de junio de 2013

¿SOMOS COMO LANGOSTAS?

Sácianos de amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría. […] Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Salmo 90:14, 17.

Aunque todos los seres humanos somos hijos de Dios, muchos se consideran como seres insignificantes. Están convencidos de que no valen nada cuando se comparan a sí mismos con los demás, a quienes consideran superiores. Este fue el sentir de los espías de Israel que fueron a inspeccionar la tierra de Canaán antes de que el pueblo pudiera tomar posesión de ella. Se vieron a sí mismos como saltamontes y consideraron a los habitantes de aquel territorio como seres de proporciones gigantescas. Esa actitud los incapacito para la conquista, les resto poder y fueron derrotados antes de tiempo. Por ese motivo cayeron en el desánimo. “La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes, y los hombres que allí vimos son enormes. […] Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros” (Num. 13:32-33).

Este tipo de actitud derrotista puede tener su origen en el concepto que tenemos de nuestra persona, y determinara en gran medida nuestra relación con Dios, con nosotras mismas y con los demás. Cuando nos sentimos inferiores por causa de nuestro origen también ponemos en duda el poder creador de Dios, y nuestra fe sufre las consecuencias. Negamos asimismo nuestras capacidades y nos convertimos en personas inseguras y llenas de temores. Por si esto fuera poco, tal complejidad mental hará que nos convirtamos en descalificadores de los demás, fruto de la envidia, y que no sepamos valorar los logros ajenos y aprender las lecciones necesarias del ejemplo de las personas con quienes nos relacionamos.

Esta es una realidad que ninguna de nosotras debería vivir. Es necesario reconocer que, a pesar de la impureza y de otros lastres que podamos haber ido recogiendo a lo largo del camino de la vida, somos hijas de Dios, y él tiene poder para limpiarnos. Una vez que hayamos realizado esto, se renovaran las expectativas que tenemos respecto a nosotras mismas; entonces podremos reconocer que hemos sido ricamente dotadas con dones, talentos y habilidades. Por supuesto, esa actitud nos permitirá establecer un ambiente social positivo en torno a nosotras, así como mejorar nuestras relaciones personales.

Amiga, esta mañana, antes de iniciar tus actividades, pide a Dios que te sacie con su amor para que puedas verte como lo que eres: una “princesa”, con todos los derechos que te concede el parentesco con el Rey de reyes y Señor de señores.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

No hay comentarios:

Publicar un comentario