lunes, 14 de marzo de 2016

OLVIDADIZOS

Cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Deuteronomio 6:12.

Cuando el gran coro de dos millones de miembros hubo terminado de cantar, continuaron felizmente su camino, tarareando la alegre canción de liberación. Solo el recuerdo de la demostración del poder de Dios callaba todo tipo de murmuración y queja. El paisaje no era del todo bueno, pero ¿a quién le importaba? ¡Eran libres!
Por tres días caminaron lentamente sin encontrar ni una gota de agua. El suministro que habían traído con ellos disminuía continuamente, hasta que finalmente la última gota había sido exprimida de sus odres. “No había nada que apagara la sed abrasadora mientras avanzaban lenta y penosamente a través de las llanuras calcinadas por el sol. Moisés, que conocía esa región, sabía lo que los demás ignoraban: que en Mara, el lugar más cercano donde hallarían fuentes, el agua no era apta para beber. Con gran ansiedad, observaba la nube guiadora. Con el corazón desfalleciente, oyó el regocijado grito: ‘¡Agua, agua!’, que resonaba por todas las filas” (Patriarcas y profetas, p. 296). Cada hombre, mujer y niño corrió alegremente hacia allí para beber cuando, de pronto, hubo un terrible llanto. La gente comenzó a escupir el agua en el piso. ¡Era amarga!
Olvidándose de la liberación milagrosa de Dios de hacía poco tiempo atrás, y olvidándose de que Moisés estaba tan sediento como ellos, comenzaron a culparlo por haberlos guiado a las aguas amargas. Moisés hizo lo que ellos se habían olvidado de hacer. Se volvió a Dios. Y Dios le mostró un árbol para que cortara y pusiera en el manantial. Inmediatamente, el agua se volvió dulce. Luego, Dios les dio a todos ellos una maravillosa promesa. Si lo seguían completamente y guardaban sus mandamientos, nunca tendrían ninguna de las enfermedades de los egipcios.
Con una promesa como esa, nunca debían haberse preocupado. Pero, unos pocos días después, su provisión de comida escaseó; y nuevamente olvidaron todo acerca de la protección de Dios, de su probada habilidad para guiarlos y de sus promesas. Comenzaron a preocuparse pensando que podrían morir de hambre. Todavía tenían comida, pero ya estaban inquietos por el futuro.
Antes de que sacudamos nuestras cabezas y pongamos los ojos en blanco por la falta de memoria de los israelitas, deberíamos recordar que nosotros también podemos ser olvidadizos activos. Recordemos cómo Dios nos ha guiado en el pasado. No tenemos que ser olvidadizos en acción.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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