viernes, 15 de abril de 2016

EL DÍA DE DIOS LIBERADOS DE INTERNET

“Estad quietos y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra”. Salmo 46:10

Se calcula que los usuarios de las redes sociales en todo el mundo llegaron ya a dos mil millones en 2015. Esto significa que pronto un tercio de la población mundial estará conectada en línea con multitud de otros usuarios o con información de casi siempre ignota procedencia. Pero, ¡quién va a sorprenderse por ello, dado que esta es la generación más tecnológicamente entendida de la historia de la tierra! Pero ¿tiene también realmente Dios espacio en Facebook, Twiter, Instagram, WhatsApp, Linkedin… YouTube…?
La palabra hebrea traducida reposar, sabat, resulta interesante, porque literalmente significa “cesar” o “desistir”. Y, con ese matiz, ciertamente tiene más sentido la afirmación de Génesis 2:2, 3 de que Dios “reposó” el séptimo día. El Creador del cosmos difícilmente podía estar agotado por pronunciar menos de una docena de órdenes y traer a la existencia, esculpiéndolos con sus manos, a dos seres humanos. Dios no necesitaba recargar sus baterías ni dar reposo a su cuerpo el séptimo día. Por eso, cuando la Biblia declara que reposó, quiere decir que simplemente dejó de hacer lo que había estado haciendo durante toda la semana.
Y eso nos invita a hacer en el cuarto de los Diez Mandamientos: “Durante los primeros seis días de la semana podrán hacer todo el trabajo que quieran, pero el sábado será un día de descanso, un día dedicado a mí” (Éxo. 20:8,9, TLA). Dios declara: “No me opongo al trabajo. Pero es preciso que se tomen un respiro y vengan a mí para que disfruten del descanso. Dejen todo lo que los haya mantenido absortos toda la semana”. ¿Por qué? Porque es el secreto de las amistades duraderas: desconectar las distracciones para centrarse en la relación.
Entonces, ¿qué pasaría si el sábado desconectáramos todos nuestros cachivaches? Ya sabes: el televisor, la radio, Internet, Google, los correos electrónicos, los mensajes de texto, las tabletas… ¡Puede que hasta la computadora portátil! ¡Probablemente te preguntes en qué tipo de fanático me he convertido! Pero me temo que es más bien en qué nos hemos convertido todos: la generación más conectada pero más adicta de la historia, adicta a nuestra información veinticuatro horas al día, siete días a la semana. No se desconecta ni se apaga nada -ni siquiera en la iglesia- por temor a perder una información. Pero, ¿qué pasaría si acordásemos “cesar y desistir” con parte de nuestra tecnología y decidiéramos devolver a Dios su sábado? ¿Pudiera ser que al desconectarnos de nuestros dispositivos pudiéramos estar conectados más profundamente con nuestro Dios? Desconectarse para conectarse parece contrario al sentido común, pero también supone la paz.

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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