sábado, 23 de enero de 2016

ESPECIALISTA EN EL ARTE DE AMAR

Yo soy el camino, la verdad y la vida. Jesucristo

¿Te cuesta dominar tus sentimientos? ¿Arrastras cargas emocionales que no sabes gestionar y te ves aún demasiado inmadura? Esto te sucede porque, al igual que yo, eres humana y necesitas aprender a vivir. Jesús fue un verdadero maestro de la escuela de la vida, y en sus cuatro biografías (los Evangelios) nos da claves para que vivamos de verdad.
Jesús era paciente: “Aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde” (Mat. 11:29); sabía perdonar: “Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados” (Mat. 9:2); era compasivo: “Al ver a la gente, sintió compasión de ellos”; no imponía nada a nadie: “Si alguno quiere ser discípulo mío, […] sígame” (Mat. 16:24) pero defendía sus convicciones, que eran contrarias a las de la mayoría: “ ‘Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?’ ‘Ni él pecó, ni sus padres – respondió Jesús-, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida” (Juan 9:3, NVI). Jesús no tenía ambiciones personales:
“Ni la ganancia, ni el placer, ni los aplausos, ni la censura, podían inducirle a consentir en un acto pecaminoso” (El Deseado de todas las gentes, cap. 7, p. 54), ni era materialista: “El Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza” (Luc. 9:58). Su máxima era: “Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten” (Mat. 6:33, NTV).
Jesús no fue a la escuela, pero “era un especialista en el arte de pensar, en el arte de oír, en el arte de exponer y no imponer ideas; en el arte de reflexionar antes de reaccionar; era un maestro de la sensibilidad. Sabía despertar la sed de saber en las personas, vacunarlas contra la competencia predatoria y el individualismo, estimularlas a pensar y desarrollar el arte de la tolerancia y la cooperación. Además de eso era alegre, tranquilo, lúdico, coherente, estable, seguro, sociable”.’
Uno no se gradúa nunca de la vida. Siempre estamos creciendo y aprendiendo; aprendamos de aquel que fue un ejemplo perfecto para nosotros en todo.
Augusto Cury, El Maestro de las emociones (Tennessee: Grupo Nelson, 2008), p. 20.

“Aprendan de mí” (Mat. 11:29)

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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