lunes, 29 de febrero de 2016

¿LA OTRA MEJILLA?

Sí alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra. Jesús

Ruth escuchó los gritos de una de sus hijas. Cuando acudió en su ayuda descubrió esta escena: su hija pequeña, de tres añitos, tenía la mano en la mejilla y miraba a su hermana mayor con desaprobación. “Mami -se apresuró a explicar la mayor-. Le estoy enseñando la Biblia. Le pegué en una mejilla para que aprenda a poner la otra. Ahora le voy a pegar otra vez”.* Está claro que hay partes de la Biblia que hemos de interpretar con sumo cuidado.
Me imagino a Dios observándonos a nosotras del mismo modo que nosotras valoramos esta escena tan tierna e infantil. ¡En cuántas ocasiones nos comportamos como niñas! Y es que es fácil irse a los extremos, y difícil interpretar ciertos textos bíblicos, tan lejanos culturalmente, y traerlos a nuestra práctica diaria del cristianismo.
Lucas 6:29 es un texto que a menudo interpretamos mal. No es que yo sea teóloga, pero la lógica me dice que el espíritu de este versículo no puede ser el que muchas veces le damos. Si quisiera decir que debemos permanecer pasivas, ofreciendo nuestra mejor sonrisa, cuando nos golpean, ofenden, hieren, maltratan, o cometen injusticias contra nosotras, entonces ¿por qué Jesús no actuó siempre así? En una ocasión en que “uno de los guardianes del templo le dio una bofetada […], Jesús le respondió: ‘Si he hecho algo malo, dime en qué ha consistido; y si lo que he dicho está bien, ¿por qué me pegas?’ ” (Juan 18:22, 23). Pablo también lo tenía claro: “Ananías, que era sumo sacerdote, mandó a los que estaban cerca de Pablo que le pegaran en la boca. Pero Pablo le contestó: ‘¡Dios le va a pegar a usted, hipócrita! Si usted está sentado ahí para juzgarme según la ley, ¿por qué contra la ley manda que me peguen?’ ” (Hech. 23:2, 3).
Intentemos no ser simplistas en nuestra interpretación de la Biblia. No tiene nada de malo cuestionar lo que está mal; actuar ante el abuso de poder; no transigir ante los insultos y los agravios. De otro modo, ¿cómo haríamos reflexionar a quien nos hiere sobre lo insensato que es herir? La salvación del otro también está en juego. Lo que sí Jesús propone siempre es una respuesta no violenta que desarme al agresor.

“Si he hecho algo malo, dime en qué ha consistido; y si lo que he dicho está bien, ¿Por qué me pegas?” (Juan 18:23).
* El libro devocionario de Dios para mujeres (Miami: Unilit, 2000), p. 249.

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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