martes, 14 de julio de 2009

VESTIDURAS RELUCIENTES COMO UN RAYO

En medio de los candelabros estaba alguien «semejante al Hijo del hombre», vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y ceñido con una banda de oro a la altura del pecho (Apocalipsis 1: 13).

Era una noche fría en la Ciudad de México. Había acostado a mis hijos a muy buena hora. Asi que aproveché el tiempo para recoger y acomodar varias cosas que eran necesarias. Recuerdo que tomé un libro para leer un poco mientras llegaba mi esposo de una conferencia que realizaba en la ciudad de Toluca, Estado de México. Era tarde y el sueño poco a poco me vencía. Nunca me ha gustado dormirme si sé que él va a volver esa noche, así que continué mi lectura y sin darme cuenta me quedé profundamente dormida. No supe cuánto tiempo pasó pero de pronto desperté sobresaltada y me di cuenta de que todavía no llegaba, así que me arrodillé y le dije al Señor que lo ayudara donde estuviera y le permitiera llegar bien. Pasaron unos veinte minutos y llegó. Dimos gracias a Dios y nos acostamos. Al otro día me contó: «Sabes que anoche me quedé dormido manejando, no sé cuánto tiempo pero recuerdo que de pronto vi una gran luz que pasó frente a mí y reaccioné justo a tiempo, estaba por impactarme con el auto que iba adelante de mí, así que giré y logré esquivar el impacto. Le di gracias a Dios por haber permitido que esa luz me despertara y evitar así una tragedia». Yo le escuché mientras recordaba que le había pedido a Dios que lo cuidara y agradecimos juntos la respuesta palpable de nuestra oración. Elena G. de White comenta lo siguiente: «En todos los tiempos Dios se valió de santos ángeles para socorrer y librar a su pueblo. Los seres celestiales tomaron parte en los asuntos de los hombres. Aparecieron con vestiduras que relucían como el rayo; vinieron como hombres en traje de caminantes. Hubo casos en que aparecieron ángeles en forma humana a los siervos de Dios» (El conflicto de los siglos, p. 575). No ha quedado duda para mí de que fue el ángel del Señor quien cuidó a mi esposo esa noche. ¡Qué privilegio tan grande tener a nuestro ángel con nosotros cada día! Únicamente en el cielo veremos todo lo que los ángeles han hecho por nosotros y de cómo salvaron nuestras vidas del mal. ¡Gracias a Dios por su protección! Confía en que él enviará su ángel para guardarte hoy.

Leticia Aguirre de De los Santos
Tomado de la Matutina manifestaciones de su amor

POCO A POCO

Porque de las muchas ocupaciones vienen los suene. Eclesiastees 5:3.

Alguna vez has visto a un karateka quebrando una tabla con la cabeza rompiendo un ladrillo con la mano? No es algo que quieras intentar sin u entrenamiento especial y mucha práctica prudente. Unas de las exhibiciones más impresionantes de kárate tuvo lugar en Bradford, Inglaterra. Un grupo de quince karatekas aceptó el desafío de demoler una casa de seis habitaciones usando solo los pies, las manos y la cabeza. La casa, que tenía 150 años, no era fácil de derribar. Era sólida y estaba bien construida, especialmente la vieja chimenea. Pero los hombres la martillearon con las manos, la patearon y llegaron a usarse unos a otros como arietes para derribar las paredes. Poco a poco, pedazo a pedazo, redujeron la casa a un montón de escombros. Después de completar la tarea, los karatekas honraron a su oponente derrotado volviéndose hacia las ruinas y haciendo una reverenda, la moraleja de esta historia es que puedes conseguir casi todo lo que quieras si no abandonas en el intento. Cuando empezaste primero, fue bueno que no te detuvieras a pensar en las 15,000 horas que habrías pasado en el aula cuando te graduases en duodécimo. Si hubieses sabido que te habrían puesto más de 13,000 tareas los siguientes doce años, te habrías convertido en carne de parvulario. Pero al ir a la escuela y hacer unos cuantos deberes cada día avanzas hacia el objetivo de graduarte en el instituto. La mayoría de las personas no consiguen alcanzar sus objetivos. No porque no sean suficientemente inteligentes o tengan bastante talento, sino porque abandonan demasiado temprano. No seas un fracasado. Fija tus objetivos y no abandones en el intento.

Tomado de la Matutina el viaje Increíble.

PASAR EL PUNTO SIN RETORNO

Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque, cuando haya resistido
la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Santiago 1:12

El mensaje del texto de hoy es para ti. Quizá te sientas desventurado por todas las tentaciones y pruebas que tienes que afrontar. ¿Qué es la tentación? ¿De qué está hablando aquí Santiago? Tentación es sinónimo de prueba. Es decir, cualquier situación que ponga a prueba la fe o el carácter. Peirasmós, la palabra griega que se traduce como "tentación", también incluye aflicciones como las enfermedades, la pobreza o las calamidades, y también, por supuesto, la insinuación directa del pecado. Nuestro texto de hoy hace hincapié en la bendición que acompaña a una resistencia firme y que capacita a una persona para salir ilesa de sus pruebas (véase Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 525).
De modo que las tentaciones no siempre son incitaciones a violar la ley de Dios, sino a dejar la lucha, abandonar el camino, ceder al desaliento y desconfiar de Dios. El cristiano sufre con frecuencia ese tipo de tentaciones. El apóstol dice que si soporta la tentación y resiste la prueba es «bienaventurado», es decir, dichoso y feliz.
Quizá estés siendo probado. Quizá tu fe está bajo el fuego de la tentación. ¿Pobreza, quizá? ¿Problemas en el trabajo? ¿Salud quebrantada? ¿Problemas en el hogar, en la familia, en el matrimonio? Muchos cristianos fieles luchan con muchos problemas en la vida familiar. Los problemas no siempre son culpa nuestra. Muchos sufren profundo dolor por problemas que no provocaron y que no pueden comprender, y menos aún resolver. Nuestro texto de hoy dice que quien resiste esta «prueba», es «bienaventurado».
Luego añade el hermano del Señor: «Porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida». Vale la pena resistir la prueba, soportar la tentación. El cristiano que es tentado y vence la tentación se puede comparar con el oro que pasa por el crisol y sale mejor de lo que estaba antes. El cristiano victorioso en las pruebas es una honra para Dios y un testimonio para los demás. Vale la pena resistir la tentación. Vale la pena sufrir lo que sea necesario para salir victoriosos en la lucha de la fe cristiana.
No debemos olvidar que la recompensa de los que soportan la tentación y resisten la prueba es la «corona de la vida». Es decir, la corona que es vida o la contiene. La vida eterna será recompensa de la paciencia fiel en medio de los problemas de la vida. Este don de la vida eterna es la corona o don supremo de todas las dádivas.
Pide hoy a Dios que te dé su gracia para soportar las tentaciones y resistir las pruebas.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos