A la parte seca llamo Dios “Tierra”, y al conjunto de las aguas la llama “Mares”. (Génesis 1:10).
Durante estos días hemos estado descubriendo algunas de las enseñanzas que nos ha dejado Dios en sus trazos majestuosos de artista y creador. Después de poner luz y orden, Dios se dedicó a producir. Produjo la tierra, y en ella todo lo que el ser humano necesitaría para su alimentación y esparcimiento. Me gusta pensar que Dios quiere enseñarme con estas acciones su forma de obrar en mí.
Cuando yo era solo un punto insignificante de este inmenso universo, él tuvo a bien tomarme en sus manos y comenzar su obra en mí. Lo primero que hizo fue poner su luz en mi corazón. Ahora puedo verlo, sentirlo, escucharlo. Después, llama a mi puerta para pedirme permiso para separar las cosas que estaban mal ordenadas en mi interior. Finalmente, se deleitó en producir buenos frutos en mí. ¡Que maravilloso proceso de creación!
Safira había conocido el amor, pero mezclado con mucho egoísmo. Había nacido en el seno de una familia muy numerosa y con problemas financieros. Desde muy pequeña su padre la había obligado a vender su cuerpo para cooperar con la economía doméstica. Los hombres con quienes se relacionaba solo la buscaban por placer, sin importarles sus sentimientos lo mas mínimo. Su vida estaba literalmente desordenada y vacía. Uno de esos días oscuros y vacíos, escucho unas palabras: «Cuanto te ama Jesús. Su vida dio, ¿qué más podría dar?. Como un resorte, sus pies se detuvieron. ¿Sería verdad que alguien la amaba tanto como para dar su vida? Allí comenzó la obra creadora del Dios que no la había abandonado. Su vida tomo forma. Dios coloco a un lado el rencor, el odio y el desprecio y en su lugar puso perdón, paz y amor. Su vida estaba preparada para producir los frutos del Espíritu.
De igual forma Dios quiere obrar en tu vida y llevar luz a tu corazón. Desea quitar las tinieblas que te atan a este mundo y colocarte en un trono de victoria. Anhela entrar en tu corazón y poner todo en orden. ¿Aceptaras el llamamiento?
Cuando aceptas a Dios, experimentas una metamorfosis increíble.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Durante estos días hemos estado descubriendo algunas de las enseñanzas que nos ha dejado Dios en sus trazos majestuosos de artista y creador. Después de poner luz y orden, Dios se dedicó a producir. Produjo la tierra, y en ella todo lo que el ser humano necesitaría para su alimentación y esparcimiento. Me gusta pensar que Dios quiere enseñarme con estas acciones su forma de obrar en mí.
Cuando yo era solo un punto insignificante de este inmenso universo, él tuvo a bien tomarme en sus manos y comenzar su obra en mí. Lo primero que hizo fue poner su luz en mi corazón. Ahora puedo verlo, sentirlo, escucharlo. Después, llama a mi puerta para pedirme permiso para separar las cosas que estaban mal ordenadas en mi interior. Finalmente, se deleitó en producir buenos frutos en mí. ¡Que maravilloso proceso de creación!
Safira había conocido el amor, pero mezclado con mucho egoísmo. Había nacido en el seno de una familia muy numerosa y con problemas financieros. Desde muy pequeña su padre la había obligado a vender su cuerpo para cooperar con la economía doméstica. Los hombres con quienes se relacionaba solo la buscaban por placer, sin importarles sus sentimientos lo mas mínimo. Su vida estaba literalmente desordenada y vacía. Uno de esos días oscuros y vacíos, escucho unas palabras: «Cuanto te ama Jesús. Su vida dio, ¿qué más podría dar?. Como un resorte, sus pies se detuvieron. ¿Sería verdad que alguien la amaba tanto como para dar su vida? Allí comenzó la obra creadora del Dios que no la había abandonado. Su vida tomo forma. Dios coloco a un lado el rencor, el odio y el desprecio y en su lugar puso perdón, paz y amor. Su vida estaba preparada para producir los frutos del Espíritu.
De igual forma Dios quiere obrar en tu vida y llevar luz a tu corazón. Desea quitar las tinieblas que te atan a este mundo y colocarte en un trono de victoria. Anhela entrar en tu corazón y poner todo en orden. ¿Aceptaras el llamamiento?
Cuando aceptas a Dios, experimentas una metamorfosis increíble.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera