Lugar: Zimbabue
Palabra de Dios: Daniel 3:17,18.
El fotógrafo se detuvo a sacar una foto a un árbol baobab que sobresalía en el medio de un gran campo vacío. Los agricultores habían usado ese campo para cultivar caña de azúcar, pero, por la escasez de lluvia, lo único que quedaba era aquel árbol. Y era un árbol de apariencia muy extraña: había perdido todas sus hojas y parecía como si alguien lo hubiera desarraigado y luego clavado, en el suelo, patas para arriba.
Los árboles baobab pueden llegar a ser muy grandes, de unos 9 m de diámetro y 18 m de alto; a veces, más. De hecho, un viejo árbol hueco en Zimbabue era tan grande que cabían 40 personas dentro del tronco. ¿Puedes imaginarte un árbol de este tamaño, en medio de un campo pelado? Sería difícil de no verlo, ¿verdad?
Algo parecido debió haber pasado cuando los tres muchachos hebreos, Sadrac, Mesac y Abed-Nego, se negaron a inclinarse delante de la estatua de oro. Allí estaban, rodeados por cientos, quizá miles, de personas inclinadas sobre el suelo. Por supuesto, no demoraron mucho para que otros los vieran.
El rey Nabucodonosor había ordenado que todos se inclinaran delante de la estatua de oro, pero Sadrac, Mesac y Abed-Nego se quedaron de pie por Dios. Y ellos dijeron al rey: "Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad. Pero aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua".
Cuan valientes fueron esos tres hombres. Ojalá nosotros seamos como Sadrac, Mesac y Abed-Nego. Decidamos estar firmes del lado de Dios.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson
Palabra de Dios: Daniel 3:17,18.
El fotógrafo se detuvo a sacar una foto a un árbol baobab que sobresalía en el medio de un gran campo vacío. Los agricultores habían usado ese campo para cultivar caña de azúcar, pero, por la escasez de lluvia, lo único que quedaba era aquel árbol. Y era un árbol de apariencia muy extraña: había perdido todas sus hojas y parecía como si alguien lo hubiera desarraigado y luego clavado, en el suelo, patas para arriba.
Los árboles baobab pueden llegar a ser muy grandes, de unos 9 m de diámetro y 18 m de alto; a veces, más. De hecho, un viejo árbol hueco en Zimbabue era tan grande que cabían 40 personas dentro del tronco. ¿Puedes imaginarte un árbol de este tamaño, en medio de un campo pelado? Sería difícil de no verlo, ¿verdad?
Algo parecido debió haber pasado cuando los tres muchachos hebreos, Sadrac, Mesac y Abed-Nego, se negaron a inclinarse delante de la estatua de oro. Allí estaban, rodeados por cientos, quizá miles, de personas inclinadas sobre el suelo. Por supuesto, no demoraron mucho para que otros los vieran.
El rey Nabucodonosor había ordenado que todos se inclinaran delante de la estatua de oro, pero Sadrac, Mesac y Abed-Nego se quedaron de pie por Dios. Y ellos dijeron al rey: "Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad. Pero aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua".
Cuan valientes fueron esos tres hombres. Ojalá nosotros seamos como Sadrac, Mesac y Abed-Nego. Decidamos estar firmes del lado de Dios.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson