El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende (Sal. 34:7).
El nombre de "buey almizclero" no le asienta en absoluto. No es un buey; más bien sería pariente de los carneros o tal vez de los antílopes. Tampoco tiene glándulas almizcleras, como lo esperaban los exploradores del siglo XVIII. En aquella época, el almizcle era la base para fijar los perfumes y era muy buscado. El nombre que le dan los esquimales es más adecuado; lo llaman "barbudo".
El buey almizclero es un animal muy inteligente que casi ha desaparecido por ser tan dócil. Para proteger a las crías, la manada forma un círculo a su alrededor y ofrece un poderoso frente de cuernos por todas partes. Estos constituyen una formidable defensa contra los lobos, sus enemigos naturales. Pero para el hombre resultó fácil dar cuenta de ellos con toda clase de armas, desde las flechas hasta los rifles.
En la actualidad, mientras se alimenta con la escasa vegetación que crece en el Ártico, el buey almizclero puede ser útil para el hombre. Su lana se desprende en grandes trozos al comienzo del verano y es de muy buena calidad. No pierde su tersura cuando se hierve y es muy fácil de teñir. Se los comenzó a criar en granjas en el estado de Vermont, en Estados Unidos, y allí se descubrió que estos animales son mansos y se encariñan con los seres humanos. En cierta ocasión, los bueyes almizcleros rodearon al dueño de la granja formando un círculo a su alrededor para protegerlo, creyendo que los perros eran lobos.
Lo más fascinante para mí en cuanto al buey almizclero es el poderoso instinto de protección que los induce a rodear y proteger a aquellos que saben que no pueden hacerlo por sí mismos. Hay muchas oportunidades en las que necesitamos que alguien más fuerte que nosotros nos proteja, y entonces podemos depender de los ángeles que nos rodean de manera similar a como lo hacen los bueyes almizcleros con sus crías.
Devoción matutina
Por: Santiago A. Tucker.
«Maravillas de La Creación»