miércoles, 4 de julio de 2012

UNA ROSA ENTRE LAS ESPINAS


«Yo soy la rosa de Sarón, el lirio de los valles» (Cantares 2:1).

¡Qué día tan maravilloso! El sol brilla y la temperatura está perfecta. Qué hermosa caminata estamos dando por la Creación de Dios. Mira ese arbusto que está allí. ¿Lo ves? Se llama rosa de Sarón. Sus flores son grandes y hermosas.
En el versículo de hoy Salomón se llama a sí mismo la rosa de Sarón y el lirio de los valles. Algunas personas creen que este bello poema en realidad se refiere a Jesús. Yo también lo creo. Porque Jesús es como una flor especial. Él ilumina nuestro día y hace que todo se vea hermoso.
Creo que así es como Jesús quiere que seamos. Él quiere que iluminemos el día de los demás. Él quiere que hagamos que todo lo que nos rodea sea hermoso. ¿Se te ocurre alguna manera en que puedas hacerlo?
Si mantenemos una sonrisa en nuestro rostro y buscamos formas de alegrar a los demás, seremos como una rosa en este mundo. Inténtalo hoy. Si Jesús brilla a través de ti, las personas notarán ese amor y querrán ser como rosas también.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UN ÁNGEL ENVIADO POR DIOS


Pues a sus ángeles mandará que te guarden en todos tus caminos (Salmo 91:11)

En una ocasión recogí a mis hijas de la escuela después del trabajo. Tenía planes de ir a un mercado que se encuentra al sur de la ciudad de México, ya que necesitaba hacer unas compras urgentes. En el trayecto nos detuvimos en una tienda para adquirir varios artículos que no se conseguían en aquel mercado. A la salida vimos una pequeña tienda de manualidades y la propietaria con mucha amabilidad les enseñó a mis hijas varios objetos. Como tenía mucha prisa, yo le decía que no nos interesaba ninguno de sus productos. Sin embargo, ella seguía insistiendo, por lo que pensé: «Por culpa de esta señora me van a cerrar el mercado». Pero ni mis hijas ni la señora me prestaron atención, e incluso terminé comprándoles algo.
Por fin salimos de aquel negocio. Yo estaba muy contrariada y con rapidez me dirigí al mercado. De pronto oímos el sonido de las sirenas de los bomberos y de varias ambulancias, por lo que pregunté a mis hijas: «¿Qué habrá pasado?». A una cuadra del mercado todo estaba acordonado. Observamos con horror que el mercado prácticamente había sido destruido por una gran explosión, producida exactamente en el lugar donde haríamos nuestras compras. Luego supimos por las noticias que había habido numerosos muertos y heridos.
«Los ángeles del cielo son enviados para servir a los que han de heredar la salvación. No sabemos ahora quiénes son; aún no se ha manifestado quiénes han de vencer y compartir la herencia de los santos en luz; pero los ángeles del cielo están recorriendo la longitud y la anchura de la tierra, tratando de consolar a los afligidos, proteger a los que corren peligro, ganar los corazones de los hombres para Cristo» (El Deseado de todas las gentes, cap. 70, p. 609),  La propietaria de la tienda de manualidades fue un ángel enviado por Dios, con su insistencia nos protegió de una muerte segura a mis tres hijas y a mí.  Alabado sea el nombre del Señor porque envía a sus ángeles para preservar nuestra vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Gabriela Araceli Benitez

¡ALGUIEN A QUIEN CULPAR!


¿Quién se da cuenta de sus propios errores? ¡Perdona, Señor; mis faltas ocultas! Salmo 19:12.

Se suponía que para Steve Bartman la noche del 14 de octubre de 2003 debía ser de celebración. Pero lamentablemente resultó ser otra cosa. Chicago Cubs, su equipo de béisbol favorito, estaba a punto de coronarse campeón de la Liga Nacional. Poco faltaba para terminar el juego y los Cubs dominaban a Florida Marlins con un marcador de 3-0. Una victoria más y tendrían la oportunidad de competir en una Serie Mundial y de ganar ese anhelado trofeo, después de haberlo obtenido por última vez en 1908, hacía ya más de cien años. Entonces ocurrió lo impensado. El bateador Luis Castillo envió un inofensivo elevado en dirección al lugar donde Steve estaba sentado. Sin percatarse de que Moisés Alou, un jugador de los Cubs, estaba cerca, Steve estiró el brazo e impidió que este jugador capturara la pelota. Después de la interferencia de Steve, el juego tomó un rumbo inesperado. Los Marlins anotaron ocho carreras en esa entrada y terminaron ganando 8-3 un juego que hasta el momento de la interferencia parecía perdido para ellos.
¿Quién crees que fue señalado como el causante de la derrota? Steve. Para salir del estadio tuvo que ser escoltado por la policía. A partir de esa noche, pasó a ser «persona no grata» en Chicago.
Sin embargo, ¿fue él realmente «el culpable»? ¿Por qué nadie señala el error cometido por Alex S. González, quien en esa entrada de la debacle perdió una rolata que serviría para poner fin a la sublevación de los Marlins? ¿Por qué nadie cuestiona a Dusty Baker, el entrenador de los Cubs, por no haber sacado antes al lanzador Mark Prior? El problema es que los frustrados fanáticos necesitaban un chivo expiatorio, y Steve les dio precisamente lo que necesitaban. He aquí una lección que te será muy útil en la vida: Cuando fracases al emprender un proyecto, una tarea, no busques a quién culpar. Admite tus errores, y trata de no repetirlos. Los que fracasan en la vida son aquellos que siempre buscan excusas para justificar sus fallas. Por eso siempre serán perdedores. Por el contrario, los que triunfan reconoce sus errores y aprenden de ellos. Por eso es muy difícil que caigan dos veces en el mismo hueco.
Señor, dame valor para reconocer mis errores y sabiduría para no repetirlos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

NO CONFÍE EN USTED MISMO


«"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos", dice Jehová» (Isaías 55:8).

Un día, en mi época de estudiante en la universidad, me sentí desalentado con respecto a la vida en general. Apoyé la cabeza en el escritorio y oré: «Señor, ¿dónde estás cuando te necesito?».  Al abrir los ojos vi que una pila de libros me impedía ver un cuadro de Cristo que colgaba en la pared de la habitación que estaba enfrente de mí. Entonces supe que había permitido que mis estudios fueran más importantes que el tiempo que pasaba con Dios. ¡Y yo que pensaba que era él quien me rehuía!
A pesar de que la distancia no puede separarnos de Dios, hay algo que sí puede impedirnos sentir su presencia: el pecado. El pecado no impide que Dios nos vea pero hace que nosotros no podamos verlo a él (ver Isa. 59:2). Si queremos que Dios esté presente en nuestra vida, tenemos que echar fuera el pecado.
La base para toda comunicación de Dios con nosotros es la Biblia. En ella se cuenta la historia de Dios en busca del ser humano perdido. En ella está contenida la verdad sobre quién es Dios y lo mucho que nos ama. El Espíritu Santo conmueve los corazones con la verdad, pero siempre en armonía con la Biblia.
En el mundo se usan millones de relojes para saber la hora, pero el tiempo se mide y calcula con el movimiento de los astros. Quizá usted y yo dispongamos de un reloj que nos indica qué hora es, pero no será jamás la hora precisa. Los relojes no controlan la esencia del tiempo. Eso es asunto del Dios de las estrellas.
Así como las estrellas son la única referencia fiable para calcular el tiempo, la Palabra de Dios es para nosotros la única referencia fiable de la voz de Dios.  Siempre que pensemos que Dios habla al corazón o a la conciencia tendremos que contrastar esa voz con lo que dice la Biblia. Así como los relojes adelantan, atrasan o incluso se detienen, nosotros tampoco podemos dejar que la única guía para discernir entre lo correcto y lo incorrecto sea la voz interior. La Biblia es la única guía segura. No confíe en usted mismo. Basado en Mateo 28: 20

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill