«Ordena a Eleazar, hijo de Aarón, que saque los incensarios de entre los restos del incendio, y que arroje lejos las brasas que aún haya en ellos» (Números 16:37).
Hoy exploraremos juntos el antiguo servicio de adoración de los israelitas, en el que se quemaban cosas. En el versículo de arriba vemos que el sacerdote tenía incensarios, que eran unas pequeñas vasijas hechas de oro. El sacerdote ponía en ellos incienso de aroma agradable que representaba las oraciones del pueblo subiendo hacia Dios. El incienso casi nunca se quemaba completo, así que quedaban brasas en el incensario.
A lo mejor alguna vez has ayudado a encender una fogata. Cuando el fuego no quema la madera completamente, lo que quedan son brasas (o carbón). Esas brasas pueden usarse de diferentes maneras. Pueden ser quemadas de nuevo a temperaturas muy altas y usadas para cubrir con una capa dura algunos metales. Puede ser molida y tomada para aliviar el malestar del estómago. Puede ser usada como un ingrediente para hacer pólvora. Incluso puede usarse para filtrar el agua.
Aunque algunas personas piensen que nosotros no servimos para algunas cosas, Dios puede usarnos para hacer grandes cosas para él. No dejes que nadie te haga pensar que tu vida no sirve. Si Dios puede usar hasta lo que queda de la madera quemada, seguramente puede usarnos a nosotros, con todos nuestros defectos, para ayudar a los demás a aprender de él.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush