«Sembraros mucha semilla, pero recogerás poco fruto porque la langosta lo devorará» (Deuteronomio 28:38).
¿Alguna vez has atrapado un saltamontes? No es un insecto fácil de atrapan ¿verdad? Si tuviste la velocidad necesaria para hacerlo, ¿pudiste ver las grandes tenazas que tiene en su boca? Los saltamontes usan esas tenazas para comer grandes cantidades de comida. Si hay saltamontes en los alrededores de tu casa, quizá los has visto comiendo las hojas de algunas plantas. ¡Un solo saltamontes puede comer mucho! Ahora, imagínate una especie de saltamontes dos veces más grande, y en enjambres de millones. ¡En cuestión de minutos tu jardín habrá desaparecido!
De eso habla Deuteronomio 28:38. Estos saltamontes grandes y hambrientos existen, y se llaman langostas. Ahora acabamos de encontrar un enjambre de langostas. Si el pueblo de Dios pone su confianza en él y lo obedece, él los protegerá. Pero si rechazan la protección de Dios, no podrán recoger sus cosechas porque las langostas acabarán con ellas.
Dios no quiere que a nosotros nos pase nada malo, pero si escogemos apartarnos de él estamos diciendo que no queremos su protección. Yo no quiero estar fuera de la protección de Dios, ¿y tú? Saltemos hacia sus brazos, que él nos mantendrá seguros.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush