jueves, 15 de agosto de 2013

PISADAS

Lugar: Irán
Palabra de Dios: 1 Pedro 2:21, 24

Ali, un niño de veinte meses, estaba jugando en su casa, cuando vio la puerta abierta y se deslizó hacia afuera. Para cuando sus padres se dieron cuenta de lo ocurrido, el niño había desaparecido. Luego de buscar rápidamente por toda la casa, su mama y su papa corrieron afuera, gritando: «iAli! ¡Ali!» Pero, el niño había desaparecido.
Los padres corrían de casa en casa, preguntando a sus vecinos:
¿Han visto a Ali?
Pero, nadie en la pequeña aldea cercana a la ciudad de Sirjan lo había visto. Muchas personas detuvieron lo que estaban haciendo y se unieron a la búsqueda.
Cuando el sol comenzó a ocultarse, comenzaron a perder la esperanza. Entonces, alguien divisó un pequeño par de huellas, que se dirigían hacia el desierto. Con esperanza renovada, el equipo de búsqueda comenzó a seguirlas. En ese momento, cayó la noche.
Voy a volver, para buscar algunas antorchas ofreció alguien.
Pronto volvió y, con las antorchas iluminando el camino, la familia de Ali, sus amigos y vecinos caminaron y caminaron, dejando que las pisadas los guiaran.
Pasó una hora, pero no se dieron por vencidos. Seguían viendo huellas. Siguiéndolas, pudieron encontrar al niño, sentado al lado de un canal de riego. Fue una reunión gozosa, tanto para los padres como para el niño.
Si tú y yo seguimos las pisadas de Jesús, nosotros también tendremos una reunión gozosa. El libro de 1 Pedro dice: «Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrid por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos». Y luego, continua diciendo: «El mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados». Jesús murió por nosotros para que podamos vivir con él. Sigue sus pisadas, y algún día, pronto, estaremos juntos para siempre.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

APRENDAMOS A DESCANSAR EN EL SEÑOR

Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene. Salmo 3: 4

«¿Cómo podrá él dormir con todos los problemas que tiene?», me preguntaba una esposa asombrada al comprobar que su cónyuge se iba a la cama y a los pocos minutos quedaba profundamente dormido, aunque enfrentaba numerosas dificultades. Esto parece ser propio de la naturaleza masculina, y no es necesariamente un indicador de despreocupación. Es tan solo una forma varonil de enfrentar la vida.
Muchas de nosotras, sin embargo, con la más leve situación de estrés, entramos en un estado psicológico que nos impide en ocasiones conciliar el sueño. La preocupación parece ser un rasgo distintivo de las mujeres. Si es excesiva puede incluso llevamos a imaginar situaciones que posiblemente nunca sucederán, e incluso a desconfiar de la protección de Dios.
Todo tipo de preocupación tiene que ver fundamentalmente con tres asuntos vitales: hacer frente al pasado, al presente, y nuestras expectativas del futuro. Cuando nos quedamos atrapadas en las malas experiencias del pasado, ensombrecemos el presente y obstaculizamos todo lo bueno que pueda traemos el futuro. Un pasado rebosante de culpa es la herramienta favorita de Satanás para frenar nuestro desarrollo cristiano. Seguramente el. apóstol Pablo era consciente de esto cuando exclamó: «No pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando la que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial» (Fil. 3: 13-14).
Por otro lado, un presente ensombrecido por un pasado oscuro podría paralizar la vida e incluso impedir que caminemos en forma resuelta hacia el logro de los propósitos cotidianos. Tal vez una situación similar llevó al salmista a exclamar: «¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo!» (Sal. 55: 6). Es reconfortante saber que Jesús es el amigo fiel que nos ofrece descanso verdadero y permanente. Lo que nos debe llenar de tranquilidad es recordar que el futuro le pertenece a Dios, y que en sus planes para cada uno, él siempre tendrá algo grandioso para ofrecemos si hacemos su voluntad y seguimos sus huellas en el sendero de la vida eterna.
Este es un buen día para recordar las cosas buenas del pasado, para anclar en Dios nuestra seguridad presente y para pensar que aún falta lo mejor!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL REINO DE LOS CIELOS ES DE LOS PERSEVERANTES

Él dará vida eterna a los que, perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad (Romanos 2:7).

¿Sabías que la perseverancia desempeña una función importante en nuestra salvación?
En opinión de Tim Crosby los cristianos debemos…
• Mantenernos fieles a las enseñanzas de Cristo (Juan 8:31).
• Sufrir con Cristo (Rom. 8:17).
• Perseverar en la misericordia divina (Rom. 11:32).
• Aferramos con firmeza a las enseñanzas de los apóstoles (1 Cor. 15:2).
• Mantenernos firmes en la fe (Col. 1:23).
• Mantener firme la confianza hasta el fin (Heb. 3:6,12-14).
• Permanecer en lo que hemos oído desde el principio (1 Juan 2:24).
A Winston Churchill, ya viejo y enfermo, le pidieron una vez que diera un discurso de graduación en la Universidad de Oxford. Ese día pronunció lo que se ha considerado el discurso de graduación más breve de la historia.
El hombre que había inspirado y estimulado a Inglaterra para que entrara, perseverara y ganara la guerra contra Hitler se acercó tambaleante al podio. Puso a un lado su bastón, miró a su joven público, movió su rostro y gritó: “¡No se rindan nunca!”
Dio un paso atrás, contemplando de nuevo los rostros de aquellos jóvenes. Mediante una gran reserva interna, la legendaria voz de Churchill aumentó su intensidad, gritando: “¡No se rindan nunca!” Después de una larga pausa, rugió: “¡No se rindan nunca!”
Después, tomó el bastón y se dirigió a su asiento. Pasmados, los graduandos permanecieron sentados en silencio. Pero pronto comenzó una oleada de aplausos que concluyó en una atronadora ovación.
Creo que los cristianos que caen y se levantan reciben una ovación por parte de Dios. No creo que sea falta de reverencia imaginarlo. La Biblia dice que una gran nube de testigos mira nuestra carrera cristiana. Los ángeles se alegran cuando nos levantamos de nuestras caídas. Una de las más satisfactorias experiencias para Dios y los ángeles es ver que los cristianos convierten una derrota en victoria.
Es el significado final de Lucas 15:10, cuando Cristo dijo: “Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente”. A perseverar se ha dicho. Lo aconseja el himno: “Nunca os rindáis”.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White