Entonces tomé el librito de la mano del ángel y lo comí. En mi boca era dulce como la miel, pero cuando lo hube comido amargo mi vientre. (Apocalipsis 10:10).
El Espíritu de Profecía nos dice que «en común con el resto del mundo cristiano, los adventistas creían entonces que la tierra, o alguna parte, de ella, era el santuario. Entendían que la purificación del santuario era la purificación de la tierra por medio del fuego del último y supremo día, y que ello se verificaría en ocasión del segundo advenimiento. De ahí que concluyeran que Cristo volvería a la tierra en 1844» (El Conflicto de los siglos, p. 40:5).
Hiram Edson, un ferviente estudiante de la Biblia, describe la experiencia decepcionante sufrida por aquellos que esperaban que la segunda venida de Jesús se produjera el 22 de octubre de 1844: «Nuestras expectativas iban en aumento mientras esperábamos la llegada de nuestro Señor, hasta que el reloj marcó las doce a medianoche. El día había pasado, y el chasco que experimentamos fue terrible. Nuestras más caras esperanzas y expectativas fueron barridas, y nos sobrevino un deseo de llorar como nunca antes. La pérdida de todos los amigos terrenales no se hubiera comparado con lo que sentimos entonces. Lloramos y lloramos hasta que el día amaneció. Me decía a mí mismo: "Mi experiencia adventista ha sido la más brillante de toda mi vida cristiana. ¿Ha fallado la Biblia? ¿No hay Dios, ni cielo, ni ciudad de oro, ni paraíso? ¿Es todo nada más que una fábula astutamente inventada? ¿No hay realidad detrás de nuestras más caras esperanzas y expectativas?"» (Revievv and Herald, 23 de junio de 1921).
¿Has pasado por la desconcertante experiencia de sentirte abandonada por Dios? Entonces, fíjate en cómo continúa el señor Edson describiendo su experiencia: «Comencé a sentir que podría haber luz y ayuda para nosotros en nuestro dolor [...]. Continuamos en ferviente oración hasta que recibimos del Espíritu la certeza de que nuestras oraciones habían sido aceptadas, y que se nos daría luz. La razón de nuestro chasco sería explicada en forma clara y satisfactoria» (ibíd.).
No te aflijas si incluso en el plano espiritual tienes que subir decepciones, porque Dios no deja a sus hijos en la oscuridad.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
El Espíritu de Profecía nos dice que «en común con el resto del mundo cristiano, los adventistas creían entonces que la tierra, o alguna parte, de ella, era el santuario. Entendían que la purificación del santuario era la purificación de la tierra por medio del fuego del último y supremo día, y que ello se verificaría en ocasión del segundo advenimiento. De ahí que concluyeran que Cristo volvería a la tierra en 1844» (El Conflicto de los siglos, p. 40:5).
Hiram Edson, un ferviente estudiante de la Biblia, describe la experiencia decepcionante sufrida por aquellos que esperaban que la segunda venida de Jesús se produjera el 22 de octubre de 1844: «Nuestras expectativas iban en aumento mientras esperábamos la llegada de nuestro Señor, hasta que el reloj marcó las doce a medianoche. El día había pasado, y el chasco que experimentamos fue terrible. Nuestras más caras esperanzas y expectativas fueron barridas, y nos sobrevino un deseo de llorar como nunca antes. La pérdida de todos los amigos terrenales no se hubiera comparado con lo que sentimos entonces. Lloramos y lloramos hasta que el día amaneció. Me decía a mí mismo: "Mi experiencia adventista ha sido la más brillante de toda mi vida cristiana. ¿Ha fallado la Biblia? ¿No hay Dios, ni cielo, ni ciudad de oro, ni paraíso? ¿Es todo nada más que una fábula astutamente inventada? ¿No hay realidad detrás de nuestras más caras esperanzas y expectativas?"» (Revievv and Herald, 23 de junio de 1921).
¿Has pasado por la desconcertante experiencia de sentirte abandonada por Dios? Entonces, fíjate en cómo continúa el señor Edson describiendo su experiencia: «Comencé a sentir que podría haber luz y ayuda para nosotros en nuestro dolor [...]. Continuamos en ferviente oración hasta que recibimos del Espíritu la certeza de que nuestras oraciones habían sido aceptadas, y que se nos daría luz. La razón de nuestro chasco sería explicada en forma clara y satisfactoria» (ibíd.).
No te aflijas si incluso en el plano espiritual tienes que subir decepciones, porque Dios no deja a sus hijos en la oscuridad.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera