miércoles, 20 de julio de 2011

TELAS DE ARAÑA -1ª PARTE

E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. (Juan 8:8)

¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?», estas son las palabras que Jesús dirigió a una mujer que sin duda había caído en la tela de araña de Satanás. Presa de su pecado, había sido llevada ante el Maestro para recibir la justa condena por su transgresión. Jesús conocía el dilema de aquella mujer, conocía su vida y que lo que la impulsaba a actuar como lo hacía eran las trampas de los mismos que la acusaban. Jesús veía el corazón y las intenciones de los que la habían arrastrado hasta donde estaba, pero también conocía el corazón de aquella mujer. Sabiendo lo que podía pasarle según la ley de. Moisés, la mujer no se atrevía a levantar la cabeza. Esperaba su sentencia entre sollozos. Pero Jesús no había venido para condenar ni destruir, sino para salvar a los pecadores como ella.
Cuando el enemigo te acusa ante el trono celestial, no menciona las telas de araña que él mismo ha tejido para que cayeras en ellas, sino que pregona a voz en cuello que estás atada y que mereces recibir la paga de tu culpa: la muerte eterna. Sin embargo, tus acusadores no pueden hacer cumplir la ley por sí mismos, así que reclaman a Dios que haga justicia. Cuando esto sucede, ocurre algo frustrante para el maligno: Cristo levanta sus manos, y sus heridas hablan por sí solas. Tú quedas libre, porque hubo uno que murió por ti.
Aquella mujer confió en que Jesús había roto cuanta tela de araña había preparado Satanás para apresarla. Tenía una vida nueva que comenzar. Era muy difícil enfrentar a la sociedad que la consideraba una mujer adúltera y mostrar el cambio que Cristo había efectuado en su vida.
Cuando tú trates de hacer lo mismo, también encontrarás muchos obstáculos que te señalarán tu condición de víctima del mal, y habrá quien te censure por tu buen proceder, o quien dude de tus intenciones. Pero recuerda que esta mujer te enseña que Cristo puede destruir la tela de araña que te tiene atada e indefensa.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

CREER EN DIOS

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Marcos 9:23.

Finalmente, hay un remedio sobrenatural que fortalece la salud física: La fe en Dios. Aunque haya ateos que lo nieguen, aunque haya médicos y científicos que le resten importancia, está comprobado que los que poseen una fe genuina en Alguien superior, tienen más expectativas de vida que los escépticos.
Cada vez que se comunica a una persona que tiene cáncer, ella misma y todos sus familiares y amigos parecen golpeados por la noticia. Este fue el caso de Graciela, una joven a la que después de haberle hecho numerosos estudios, su médico de cabecera le diagnosticó la aparición de varios tumores en la zona abdominal. El médico le había dado esperanzas de vida y recuperación si se sometía a una riesgosa operación quirúrgica. Ella aceptó. Como tenía un hijo pequeño, a quien no quería angustiar, llevó sola la carga emocional durante muchos días, hasta que se encontró en el colegio de su hijo con una persona que supo escucharla. Se trataba de un maestro adventista, quien al escuchar el dolor y la desesperación de esta joven madre, le transmitió su fe y confianza en un Salvador poderoso. Le aseguró que el grupo del personal del colegio estaría orando por su caso, y la invitó a que ella misma le pidiera a Dios que si era su voluntad, hiciera un milagro en su cuerpo.
Faltaban pocos días para la fecha propuesta para la operación, y su médico de cabecera sugirió un estudio adicional del abdomen, para tener más seguridad en el trabajo que realizaría. Lo notable y maravilloso fue que estos nuevos estudios no mostraron nada fuera de lo normal; y el médico, al compararlos con los estudios anteriores, exclamó: "Aquí hay un error!" Pospuso la fecha de la operación para hacerle más estudios que confirmaran la primera presunción de cáncer. Finalmente, ante los últimos resultados, Graciela le contó a su médico acerca de la fe que había abrazado y de la seguridad de que Dios había obrado como el Médico de los médicos.
La Biblia registra la historia de un leproso (Mat. 8:1-4), de una mujer con flujo de sangre (Mat. 9:20-22), de la hija de Jaira fallecida (Mat. 9:18-26), de un hombre con una mano seca (Mat. 12:9-14), del ciego en Betsaida (Mar. 8:22-26) y de un paralítico cargado por cuatro amigos (Mar. 2:1-12). En cada uno de estos casos se nos relata un milagro obrado por la fe del paciente o de los familiares o amigos. En cada caso Dios, a través de su Hijo, devolvió la salud quebrantada. ¿Realidad o fantasía?, se preguntan muchos al oír acerca de los milagros bíblicos, pero la respuesta está en la fe.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

EL NOMBRE DE JESÚS

Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Hechos 4:10.

Creo en los milagros. A lo largo de mi vida, los he presenciado muchas veces. Desde vidas transformadas hasta enfermos curados por Dios, cuando la ciencia dictaminaba que no había más posibilidad de recuperación.
El otro día, un joven me preguntó por qué hoy Dios no sigue operando milagros, como en los tiempos apostólicos. La verdad es que sí, los sigue operando hoy como ayer. Solo que, en los tiempos apostólicos, la iglesia necesitaba más de ellos porque representaban una especie de credencial de poder, para establecer la obra del evangelio.
El texto de hoy menciona el nombre de Jesucristo. En los tiempos apostólicos, los grandes milagros ocurrían "en el nombre de Jesús". Mirando hacia aquellos tiempos, el pueblo cristiano corre el peligro de banalizar el nombre de Jesús, creyendo que es una especie de fórmula mágica para resolver todo tipo de problemas.
En la Biblia, el nombre de una persona simbolizaba su carácter. Hacer las cosas en el nombre del Señor es vivir la vida que él vivió, reflejar su carácter y andar en sus caminos.
Cuando Jesús estuvo en esta tierra, advirtió que, en el día final, muchos que estarán condenados a la muerte eterna se presentarán a él, alegando que habían hecho milagros en "su nombre". Y la respuesta del Maestro será: "Yo no os conozco, apartaos de mí, obradores de maldad".
¿Puede un obrador de maldad hacer milagros en el nombre de Jesús? ¡Evidentemente que sí! Esas personas se limitaron a mencionar el nombre, pero se resistieron a reflejar el carácter del Salvador. Hoy es un día para meditar. ¿Hasta qué punto el carácter de Jesucristo se refleja en mi vida?
Ve a Jesús esta mañana, y permite que él conduzca tus caminos. Y prepárate para los grandes milagros que el Señor está dispuesto a obrar en la vida de los que lo buscan de todo corazón y con toda humildad. "Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón