«Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar» (Isaías. 55:7, RV95).
Nuestro cerebro es complejo. Dios nos ha creado con una sofisticación sin igual y está interesado en todo lo que sucede al nivel de nuestra mente, porque son nuestros pensamientos los que dominan nuestra conducta, nuestras relaciones personales y nuestra manera de vivir la religión.
Tener a nuestra disposición un instrumento tan complejo nos llama a ejercer responsabilidad sobre él para cuidarlo como Dios manda. «¿Dios nos manda cuidar nuestros pensamientos?», tal vez te estés preguntando. Sí, cómo no, Esto está más que claro en las Escrituras.
Lo primero que nos pide es que sometamos nuestros pensamientos al filtro divino: «Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos» (Sal. 139:23, NVI). Tal vez te preguntes cómo se hace eso. Aquí hay una idea: «La Palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón» (Heb. 4:12, NVI). Leer la Biblia es el primer y más decisivo paso.
Una vez hemos contrastado nuestra manera de pensar con el referente bíblico, lo que corresponde es amoldarse a él: «No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta» (Rom. 12:2, NVI).
Puesta nuestra mente en armonía con Dios hemos de formarnos un pensamiento equilibrado sobre nosotras mismas: «Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación» (Rom. 12:3, NVI).
Y en cuanto a nuestras relaciones personales: «Suplico que [...] se mantengan unidos en un mismo pensar» (1 Cor. 1:10, NVI).
«Por lo demás, [hermana], todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto (piensa]» (Fil. 4:8, RV95).
«Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida» (Prov. 4:23). Esa es la parte que nos toca a nosotras hacer cada día.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020
UN DÍA A LA VEZ
Patricia Muñoz Bertozzi
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020.