Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis 1:27).
Aunque el hombre y la mujer fueron creados el mismo día que los animales, su venida al mundo no fue igual. Hasta entonces Dios había creado todo por medio de su palabra; ahora se disponía a moldear con sus manos. La Biblia presenta los materiales que Dios utiliza para crear a Adán. Dios quería mostrar al hombre que era algo especial, y que sería su hijo amado, cuidado, protegido y respetado. Mi mente se extasía al pensar en el día en que Adán y Eva despertaron y descubrieron toda aquella belleza. Me imagino a Dios sentado junto a ellos conversando y explicándoles todo lo que había sucedido. Cada detalle debe de haber pasado ante sus miradas asombradas. Tanto para Adán como para Eva aquel jardín, regalo de su Creador, constituía el paraíso que satisfacía todas sus necesidades. «Vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera. Y fue la larde y la mañana el sexto día» (Gen. 1:31). Así culmina cl primer capítulo de la historia.
Y aquí es donde comienza tu historia. ¿Por qué? Porque así como Adán y Eva aparecieron en el escenario de la vida, tú también eres parte de la plataforma de seres que componen este planeta. Al igual que ellos, debes sentarte al lado de Jesús para conocer las maravillosas obras de sus manos. Debes reconocer que eres obra suya, que tomo tiempo para buscar los elementos necesarios para tu formación y que se encargó de lodos los pormenores de tu existencia. Sin el soplo de vida que recibió de su Creador, Adán no era más que una formidable escultura.
Sin el soplo divino tú también serías una escultura, carente de calor humano, de ternura, de bondad, de amor. Por eso debes dedicar tiempo a recibir ese soplo que emana de la presencia de tu Dios. Si puedes ganarle la batalla al tiempo y dedicar unos mementos diarios a estar con tu Creador, encontraras nuevos ímpetus que renovaran tus agotadas fuerzas y te darán una vida abundante y feliz.
El mejor lugar del mundo, se encuentra a los pies del Salvador.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Aunque el hombre y la mujer fueron creados el mismo día que los animales, su venida al mundo no fue igual. Hasta entonces Dios había creado todo por medio de su palabra; ahora se disponía a moldear con sus manos. La Biblia presenta los materiales que Dios utiliza para crear a Adán. Dios quería mostrar al hombre que era algo especial, y que sería su hijo amado, cuidado, protegido y respetado. Mi mente se extasía al pensar en el día en que Adán y Eva despertaron y descubrieron toda aquella belleza. Me imagino a Dios sentado junto a ellos conversando y explicándoles todo lo que había sucedido. Cada detalle debe de haber pasado ante sus miradas asombradas. Tanto para Adán como para Eva aquel jardín, regalo de su Creador, constituía el paraíso que satisfacía todas sus necesidades. «Vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera. Y fue la larde y la mañana el sexto día» (Gen. 1:31). Así culmina cl primer capítulo de la historia.
Y aquí es donde comienza tu historia. ¿Por qué? Porque así como Adán y Eva aparecieron en el escenario de la vida, tú también eres parte de la plataforma de seres que componen este planeta. Al igual que ellos, debes sentarte al lado de Jesús para conocer las maravillosas obras de sus manos. Debes reconocer que eres obra suya, que tomo tiempo para buscar los elementos necesarios para tu formación y que se encargó de lodos los pormenores de tu existencia. Sin el soplo de vida que recibió de su Creador, Adán no era más que una formidable escultura.
Sin el soplo divino tú también serías una escultura, carente de calor humano, de ternura, de bondad, de amor. Por eso debes dedicar tiempo a recibir ese soplo que emana de la presencia de tu Dios. Si puedes ganarle la batalla al tiempo y dedicar unos mementos diarios a estar con tu Creador, encontraras nuevos ímpetus que renovaran tus agotadas fuerzas y te darán una vida abundante y feliz.
El mejor lugar del mundo, se encuentra a los pies del Salvador.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera