Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad (Hebreos 11:16).
Qué debe toda familia cristiana enseñar a los hijos acerca del Rey de reyes y de su reino? El profeta Daniel, dio la respuesta: «Mientras yo observaba esto, se colocaron unos tronos, y tomó asiente un venerable Anciano...» (Dan. 7: 9). Aquí se observa muy claramente que el reino y el trono del Dios Creador superarán todos los tronos terrenales. Toda madre tiene un deber sagrado: contar a los hijos del Rey de reyes del lugar que se está preparando para los santos de Dios. Jocabed se empeñó en la instrucción de su hijo y alumno, Moisés, de manera que al ser un adulto y al estar fuera del control de su madre, su pasión fue la que le fue enseñada por esta mujer: que el reino de Dios era algo mejor a los deleites terrenales. Por eso, Moisés «renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón [...] Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa» (Heb. 11: 24, 26). Dios nos recuerda que hay un reino mejor para nuestros hijos. El desafío de cada madre es pintar con palabras y con todo tipo de formas el cuadro de la venida de Jesús para establecer su reino. «Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel» (Heb. 12: 22-24). Madres, mujeres del Israel espiritual, ¡qué privilegio, qué responsabilidad y qué desafió tenemos! Oremos esta mañana: «Padre amado, en el nombre de Jesús, utiliza mi voz, mis manos, todo mi ser para que pueda seguir las pisadas de madres como Jocabed en preparar a mis hijos, a los jóvenes y otros muchos para que puedan decidir por las cosas celestiales en sus vidas».
Qué debe toda familia cristiana enseñar a los hijos acerca del Rey de reyes y de su reino? El profeta Daniel, dio la respuesta: «Mientras yo observaba esto, se colocaron unos tronos, y tomó asiente un venerable Anciano...» (Dan. 7: 9). Aquí se observa muy claramente que el reino y el trono del Dios Creador superarán todos los tronos terrenales. Toda madre tiene un deber sagrado: contar a los hijos del Rey de reyes del lugar que se está preparando para los santos de Dios. Jocabed se empeñó en la instrucción de su hijo y alumno, Moisés, de manera que al ser un adulto y al estar fuera del control de su madre, su pasión fue la que le fue enseñada por esta mujer: que el reino de Dios era algo mejor a los deleites terrenales. Por eso, Moisés «renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón [...] Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa» (Heb. 11: 24, 26). Dios nos recuerda que hay un reino mejor para nuestros hijos. El desafío de cada madre es pintar con palabras y con todo tipo de formas el cuadro de la venida de Jesús para establecer su reino. «Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel» (Heb. 12: 22-24). Madres, mujeres del Israel espiritual, ¡qué privilegio, qué responsabilidad y qué desafió tenemos! Oremos esta mañana: «Padre amado, en el nombre de Jesús, utiliza mi voz, mis manos, todo mi ser para que pueda seguir las pisadas de madres como Jocabed en preparar a mis hijos, a los jóvenes y otros muchos para que puedan decidir por las cosas celestiales en sus vidas».
Myrtle Penniecook
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor