domingo, 9 de enero de 2011

SONREÍR TE ABRE MUCHAS PUERTAS

«La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra», Proverbios 72:25.

Supongo que te gusta estar cerca de rostros agradables y felices, ¿no? Si te dieran a escoger entre dos personas, una alegre y otra gruñona, para pasar con alguna el fin de semana, no creo que escogerías a la segunda.
Cuando en una empresa se necesita un empleado nuevo, es lógico que además de sus aptitudes, se evalúe la capacidad de los candidatos para tratar con la gente. Eso buscaban los jefes de recursos humanos de cierta cadena hotelera. Se anunciaron las vacantes y llegaron muchas solicitudes de Ia personas que anhelaban obtener los puestos.
Para la empresa no era importante solamente conocer las habilidades de los solicitantes, también el trato que darían a las personas con que se relacionaran entre todas las personas, fueron elegidas aquella, que durante su entrevista de trabajo hubieran sonreído por lo menos cuatro veces. Deseaban empleados que siempre tuvieran una sonrisa en el rostro.
¿Has pensado cuántas veces sonríes durante el día? Te animo a que en todo momento conserves una sonrisa. Tu rostro dirá mucho a la gente. Cada vez que saludes, sonríe. Cuando pidas algo, sonríe. Agradece lo que alguien más haga por ti, sonríe. Los cristianos, somos alegres y felices, no está bien esconderlo, y hay que contagiar a los demás.
Escribe lo que piensas: ¿Por qué los cristianos sienten alegría y felicidad?

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

¿PIES DESCALZOS? - Parte 3

Así que, no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación (Mate 6:34).

E1 sol preparaba su nido para dar paso a la noche. Yo me senté en el sillón del pasillo y, con mí Biblia abierta, despedí aquel sábado que había constituido una prueba tan dura para mí. Las que sabían que yo era una mujer de fe comentaban en voz baja que había tomado una decisión equivocada. Yo no dejaba de darle, vueltas al asunto en mi cabeza. Cuando llegó el domingo, pedí permiso para ir a la tienda. La en¬fermera me lo concedió y, a pesar de que todo el mundo me advirtió de ¬que ya no encontraría nada, fui a buscar unas medias para mi bebé confiada en el poder de Dios.
No tardé nada en regresar, ¡y con las manos llenas! Por error, había quedado en la tienda un par de medias realmente hermosas. «Por error», según me habían dicho. Pero yo sabía que no había sido ningún error. Así que pude proveer para las necesidades de mi pequeño. La noticia se extendió rápidamente por todo el hospital, y no faltó quien se lanzara en busca de un milagro como el mío.
Dios había suplido no únicamente mi necesidad material, sino también mi necesidad espiritual. Había contestado mi plegaria y había demostrado públicamente que él cubre los pies de sus hijos con el calor de su amor.
No siempre nuestra fe se ve recompensada con un milagro. Si así sucediera, nuestra fe estaría sujeta a nuestras conveniencias. Pero Dios desea que confiemos en él incluso cuando aparentemente no recibimos lo que pedimos.
Dios nunca se equivoca a la hora de derramar sus bendiciones sobre nosotras. Si estás pidiéndole algo concreto y no lo recibes conforme a tu corazón, o si, por el contrario, recibes lo que no habías pedido, recuerda que tu fe se fortalecerá durante la espera. El Dios del pasado sigue siendo el Dios del presente y será el Dios del futuro, porque sus promesas no fallan. Confía en él, pues el mañana pertenece a nuestro buen Dios.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

ANÍMATE A REGALAR MANZANAS DE ORO

Manzana de oro configuras de plata es la palabra dicha como conviene.Proverbios 25:11.

Desde la más remota antigüedad, el oro fue siempre apreciado. Era posible obtenerlo mayormente en los terrenos aluviales, en ríos, arroyos y minas, y algunas personas especializadas le daban forma como joyas e imágenes. El valor de este metal no se ha perdido con el tiempo, sino que hasta el presente en los mercados del mundo, el oro sigue teniendo una alta cotización.
Salomón utiliza la figura de una manzana de este metal para señalar el gran valor que posee la "palabra dicha como conviene". Dios nos dio el don del habla, pero junto con ese don también nos dio la responsabilidad del uso que le damos. Nuestras palabras tienen un gran impacto en los que nos oyen, y a menudo, cuando son usadas sabiamente y con amor, llegan a tener el valor de una "manzana de oro".
Solange no podía soportar la terrible pérdida ocasionada semanas atrás por la muerte de su hermano mayor. Con el dolor y la angustia que solo pueden describir quienes viven este tipo de tragedia, intentaba recuperarse y seguir adelante con la vida. Como su consejero espiritual, la invité a mi oficina y comenzamos a dialogar. Con lágrimas en sus ojos me describió cómo dentro de su familia solo quedaban "pedazos" de lo que antes había sido un hogar feliz. Este hermano había sido su compañero y amigo, y por momentos, su única familia. Charlas interminables, juegos y secretos los habían unido como muchos habrían envidiado, y ese hermoso recuerdo le causaba más dolor. "Pero lo que más lamento —decía Solange— es que yo lo quería con todo mi corazón, y nunca se lo dije. Nunca le dije: te quiero, o eres lo mejor del mundo. Nunca le dije todo lo que significaba para mí, y ahora es muy tarde".
Por la gracia de Dios en este día tenemos la vida y el don del habla a nuestro alcance. También gracias a su amor tenemos a nuestro lado a muchas personas que nos aman y que amamos: padres, hermanos, familiares y amigos. El consejo de las Escrituras para nosotros es: "anímate a regalar manzana de oro". Diles a aquellos que te quieren cuánto significan para ti. No pierdas la oportunidad como Solange. Entrega palabras de amor, de comprensión y de bondad y tú serás el más beneficiado.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

JESÚS TE AMÓ PRIMERO

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1 Juan 4:10.

Seis de la mañana. Los débiles rayos del sol se filtran por entre los cristales rotos del restaurante. Su dramático encuentro con Jesús, la noche anterior, lo ha cambiado. Lo ha convertido en un nuevo hombre: más viejo, tal vez, pero libre de los tormentos de su terrible pasado; feliz, con los ojos radiantes.
Sabe lo que debe hacer. Paga su chocolate con tostadas y se dirige, a pie, a la terminal de tren. Toma un boleto al centro de la ciudad, y anda por sus congestionadas calles. Pasado el mediodía, llega a su destino. Sube lentamente las escalinatas de las oficinas de Policía, y confiesa su crimen.
No sale. Queda preso: permanecerá en la prisión durante ocho largos años. Pero, su espíritu está libre: ha encontrado la salvación en Cristo.
Lo conocí en Pensilvania, una noche de lluvia, mientras dirigía una cruzada de evangelización. Me contó su historia. Me habló de sus noches de culpa; de sus días de remordimiento; de sus tardes y mañanas de angustia.
Lo que tocó mi corazón -me dijo sonriendo- fue saber que mis culpas ya habían sido pagadas en la cruz del Calvario. Cuando entendí lo que Jesús hizo por mí, tuve ganas de salir gritando a todo el mundo que yo había sido perdonado.
"En esto consiste el amor", empieza diciendo Pablo. El amor de Dios se escribió con sangre. No fue una declaración romántica, escrita con tinta colorida: fue entrega, renuncia, sacrificio y muerte. Puede parecer injusto y cruel, pero es eso lo que te garantiza la vida. Tú no lo amaste para que él te salvara; él te amó primero, dejó sus mansiones celestiales y vino a buscarte. Jamás podrás agradecer la dimensión de su amor. Pero, puedes abrir el corazón y decirle que aceptas su sacrificio y estás dispuesto a andar en sus caminos.
Hoy es el día de buenas nuevas; hoy es el día de salvación. No interesa lo que hayas hecho ni cómo hayas vivido hasta aquí. Lo único que importa es que aceptes su sacrificio y confíes en Jesús.
Parte hoy, hacia el cumplimiento de tus deberes diarios, seguro y confia¬do en el amor divino, porque "en esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón