Tú me cubres con el escudo de tu salvación; tu bondad me ha hecho prosperar (2 Samuel 22:36).
No sabía cómo pagaría mis estudio universitarios. «Dios proveerá de alguna manera», pensé. Había decidido no trabajar más e ir a cursar mis estudios de una universidad cristiana la carrera que había soñado. Coloqué todo en las manos de Dios. Había tenido buenas ofertas de trabajo pero ninguna quitaba de mi menta la decisión tomada. El último día para estar en mi escuela era la graduación del jardín de niños donde laboraba. Allí estaba el director de Educación de la Unión, así que aproveché para contarle mis sueños y planes, además de una carta de recomendación que necesitaba para enviar a la universidad. Él me animó y por supuesto que se comprometió a darme la carta con mucho gusto. Seguí orando para que Dios me mostrara su voluntad.
Pasaron cinco días. Esa mañana hice planes para parar a las oficinas de la Misión y recoger mi carta de recomendación. Al entrar al edificio saludé a la secretaria, quien entusiasmada me dijo: « ¿Qué crees? Te enviaron la carta y también estas en la lista de los becados con un 80% de ayuda educacional». Mis primeras palabras fueron: « ¡Dios mío! Solo pedí una carta de recomendación y me enviaste más que eso». Durante varios años tuve la oportunidad de contar con esta ayuda. He trabajado fuertemente y pasé por momentos difíciles, pero es claro que Dios tiene un plan para mí, ya que ha hecho provisión, al satisfacer cada una de mis necesidades.
Estoy convencida de que la mano de Dios se ha mostrado de diferentes maneras, aun en amigos y parientes que me animan diciendo: « ¡Lo vas a lograr! ¡Adelante!» Elena G. de White dice: «Dios no conduce nunca a sus hijos de otra manera que la que ellos elegirían si pudiesen ver el fin desde el principio, y discernir la gloria del propósito que están cumpliendo como colaboradores suyos» (Deseado de todas la gentes, p. 197).
No sabía cómo pagaría mis estudio universitarios. «Dios proveerá de alguna manera», pensé. Había decidido no trabajar más e ir a cursar mis estudios de una universidad cristiana la carrera que había soñado. Coloqué todo en las manos de Dios. Había tenido buenas ofertas de trabajo pero ninguna quitaba de mi menta la decisión tomada. El último día para estar en mi escuela era la graduación del jardín de niños donde laboraba. Allí estaba el director de Educación de la Unión, así que aproveché para contarle mis sueños y planes, además de una carta de recomendación que necesitaba para enviar a la universidad. Él me animó y por supuesto que se comprometió a darme la carta con mucho gusto. Seguí orando para que Dios me mostrara su voluntad.
Pasaron cinco días. Esa mañana hice planes para parar a las oficinas de la Misión y recoger mi carta de recomendación. Al entrar al edificio saludé a la secretaria, quien entusiasmada me dijo: « ¿Qué crees? Te enviaron la carta y también estas en la lista de los becados con un 80% de ayuda educacional». Mis primeras palabras fueron: « ¡Dios mío! Solo pedí una carta de recomendación y me enviaste más que eso». Durante varios años tuve la oportunidad de contar con esta ayuda. He trabajado fuertemente y pasé por momentos difíciles, pero es claro que Dios tiene un plan para mí, ya que ha hecho provisión, al satisfacer cada una de mis necesidades.
Estoy convencida de que la mano de Dios se ha mostrado de diferentes maneras, aun en amigos y parientes que me animan diciendo: « ¡Lo vas a lograr! ¡Adelante!» Elena G. de White dice: «Dios no conduce nunca a sus hijos de otra manera que la que ellos elegirían si pudiesen ver el fin desde el principio, y discernir la gloria del propósito que están cumpliendo como colaboradores suyos» (Deseado de todas la gentes, p. 197).
Raquel Córdova Pérez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.