lunes, 23 de noviembre de 2009

SOLAMENTE UNA CARTA DE RECOMENDACION

Tú me cubres con el escudo de tu salvación; tu bondad me ha hecho prosperar (2 Samuel 22:36).

No sabía cómo pagaría mis estudio universitarios. «Dios proveerá de alguna manera», pensé. Había decidido no trabajar más e ir a cursar mis estudios de una universidad cristiana la carrera que había soñado. Coloqué todo en las manos de Dios. Había tenido buenas ofertas de trabajo pero ninguna quitaba de mi menta la decisión tomada. El último día para estar en mi escuela era la graduación del jardín de niños donde laboraba. Allí estaba el director de Educación de la Unión, así que aproveché para contarle mis sueños y planes, además de una carta de recomendación que necesitaba para enviar a la universidad. Él me animó y por supuesto que se comprometió a darme la carta con mucho gusto. Seguí orando para que Dios me mostrara su voluntad.

Pasaron cinco días. Esa mañana hice planes para parar a las oficinas de la Misión y recoger mi carta de recomendación. Al entrar al edificio saludé a la secretaria, quien entusiasmada me dijo: « ¿Qué crees? Te enviaron la carta y también estas en la lista de los becados con un 80% de ayuda educacional». Mis primeras palabras fueron: « ¡Dios mío! Solo pedí una carta de recomendación y me enviaste más que eso». Durante varios años tuve la oportunidad de contar con esta ayuda. He trabajado fuertemente y pasé por momentos difíciles, pero es claro que Dios tiene un plan para mí, ya que ha hecho provisión, al satisfacer cada una de mis necesidades.
Estoy convencida de que la mano de Dios se ha mostrado de diferentes maneras, aun en amigos y parientes que me animan diciendo: « ¡Lo vas a lograr! ¡Adelante!» Elena G. de White dice: «Dios no conduce nunca a sus hijos de otra manera que la que ellos elegirían si pudiesen ver el fin desde el principio, y discernir la gloria del propósito que están cumpliendo como colaboradores suyos» (Deseado de todas la gentes, p. 197).

Raquel Córdova Pérez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

AYUDA EN TIEMPO DE NECESIDAD

Y si desvías a la derecha o a la izquierda, oirás una voz detrás de ti, que te dirá: «Por aquí es el camino, vayan por aquí». Isaías 30:21.

Cuando Norma salió del autobús, se sintió desbordada por el poder de Dios que los había protegido, a ella y a su hijo, de una muerte segura. También estaba agradecida porque su iglesia no hubiese tomado partido por ninguno de los dos bandos en conflicto: el gobierno y la guerrilla rebelde. Los miembros de la iglesia adventista gozaban de una alta consideración por parte de ambos partidos políticos porque permanecían neutrales y ayudaban a quien lo necesitase.
Tan pronto como hubieron salido, Norma y su hijito se escondieron detrás del autobús perforado por las balas. Los rebeldes habían desaparecido tan rápidamente como habían llegado. Norma oró para que otro vehículo pasara por allí y los llevara a un lugar seguro.
El rugido de un motor más allá en la carretera la advirtió de que otro autobús estaba a punto de pasar. Cuando lo tuvieron a tiro, los guerrilleros rebeldes salieron de sus escondrijos y mataron a los once pasajeros.
-Vete de aquí –dijo una voz.
Norma miró hacia la carretera y vio a un hombre negro que andaba solo. Corrió para unírsele. Sin decir una palabra, tomó al hijo de Norma y su maleta. Un segundo hombre, un nativo de la zona se les unió.
Se encontraron con un hombre que conducía una camioneta. Este se avino a llevar a los cuatro en su vehículo.
Al llegar al límite del pueblo, el conductor de la camioneta detuvo el vehículo y esperó a que los improvisados pasajeros se apeasen. El hombre negro dejó la maleta de Norma en el suelo y ayudó a su hijo a bajar de la camioneta. Cuando Norma se volvió para darle las gracias, había desaparecido. «Él ordenara que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos».
Norma anduvo hasta la primera casa que vio. Llamó a la puerta. La mujer que respondió, escuchó la terrible historia y llamó una ambulancia.
(Continuará.)

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

NO HUYAS DE QUIEN DESEA AYUDARTE

Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde, que anda por camino equivocado, en pos de sus pensamientos. Isaías 65:2

Hay una historia muy divertida que ilustra la intensidad con la que Jesús “persigue” al ser humano. Hace algún tiempo, una estación de radio informo acerca del robo de un automóvil del modelo “escarabajo”, de la marca Volkswagen, en California. La policía montó una intensa búsqueda del vehículo y del hombre que lo robó. Hasta pusieron avisos en las estaciones de radio locales en busca de colaboración ciudadana que permitiera localizar su paradero.
La razón de tan inusual revuelo era que en el asiento delantero del vehículo robado había una caja de galletas saladas rociadas con veneno, cosa que el ladrón ignoraba. El dueño del automóvil había tenido la intención de usar las galletas como cebos para ratas. Resulta que la policía y el dueño del automóvil estaban más interesados en apresar al ladrón para salvarle la vida que para recuperar el vehículo. Desconociendo el peligro que se cernía sobre él, el ladro huyó de quien procuraba salvarlo.
Nuestra vida sería totalmente diferente si entendiéramos todo lo que dios hace por nosotros. Nos busca, nos persigue, desea tenernos con él para hacernos bien y regalarnos todos los dones del cielo que pidamos y podamos resistir.
Nos amó antes de que lo amáramos, nos salvó siendo sus enemigos, y ahora nos corteja por el ministerio del Espíritu Santo. Coloca trampas de gracia mediante circunstancias y situaciones, a veces molestas, para llamar nuestra atención, para que levantemos nuestra vista al cielo y así lo veamos en toda su hermosura.
Conversaba con un amigo que se aparto de la iglesia, se separó de su esposa e inicio el camino del pecado. Gracias a Dios, regresó nuevamente. Llamó mi atención al decirme: «En mi desobediencia fu cuando Dios más me bendijo». Aun en nuestras transgresiones nos otorga bendiciones que ni esperábamos ni merecíamos. Lo hace no para que sigamos en desobediencia, sino para que nos apartemos del pecado.
«Aun cuando estuviéramos fascinados en nuestra iniquidad y rehusáramos oírlo, él nos busca implacablemente. Nos busca en la puerta del peligro y espera a nuestra salida. Nos busca por las ásperas colinas de nuestras aventuras juveniles. Nunca se rinde, es paciente y persistente hasta que alcanza la victoria» (Ventanas de su gracia, p. 24).
De una cosa debes estar seguro: nunca te dejará en paz; te perseguirá de mil maneras, porque te ama. Ríndete al Señor en este instante. Es la única alternativa valiosa para ti.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.