domingo, 5 de julio de 2009

SIEMPRE ACOMPAÑADA

Tú gobiernas sobre el mar embravecido; tú apaciguas sus encrespadas olas (Salmo 89: 9).

Cada vez que por diversas circunstancias me encuentro sola, en la calle o en casa, recuerdo que el Señor está cerca de mí porque así lo ha prometido. Por diversas situaciones, en dos ocasiones me he quedado sola en casa durante varios días, sin embargo, no he tenido temor, porque confío en la protección de nuestro Dios. Pero por muy preocupada que me encuentre, recuerdo que el Señor tiene poder para apaciguar las tormentas emocionales de mi vida y traerme su dulce paz. También, por cuestiones laborales o de estudios, en diversas situaciones he tenido que salir muy temprano de casa o regresar de noche. En una ocasión llegué a casa a la media noche porque no pasaba el transporte colectivo y me vi en la necesidad de tomar un taxi, a pesar de que mi madre me ha advertido lo peligroso que es, y peor a esas horas de la noche, sin embargo, si no lo hacía no llegaría a mi casa. Estoy segura que en todas las ocasiones en que me encuentro sola mi ángel siempre está a mi lado, aunque yo no lo vea confío en que me ha protegido de muchos peligros. En su misericordia, Dios no nos muestra la magnitud de las inseguridades que nos rodean para que disfrutemos la vida que nos ha dado. Su protección y sus cuidados nos permiten experimentar innu­merables alegrías en este mundo de pecado. Si en alguna ocasión sientes temor recuerda que la presencia divina no te abandona. Ten la seguridad de que tu ángel guardián está dispuesto a protegerte. Gracias Dios por mi ángel que siempre está a mi lado y por la protección constante que has tenido hacia mí.

Amanda Jeanette Alfaro Díaz
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

EL NEGOCIO DE TODA UNA VIDA

Cuídense ustedes de toda avaricia; porque la vida no depende de! poseer muchas cosas. Lucas 12: 15

León Tolstói contaba la historia de Paholk, un granjero ruso que había oído hablar de una tribu que poseía una gran cantidad de tierras junto a los montes Urales. Los baskires eran gente generosa, pronta a vender sus propiedades por casi nada. Por eso, Paholk decidió hacer negocios con ellos antes de que recuperasen el sentido común. Después de viajar a su aldea, Paholk se reunió con su jefe.
—Un pedazo de terreno cuesta mil rublos —dijo el jefe.
—¿Pero cómo es de grande ese pedazo? —preguntó Paholk.
—No importa. Siempre tiene el mismo precio —le dijo—.
Por mil rublos puedes poseer todo cuanto alcances a andar en un día. Paholk no podía creer lo que oía. Al fin su sueño de riqueza se haría realidad. Todo lo que tenía que hacer era empezar a andar cuando saliese el sol, dar una vuelta alrededor de la tierra que quería, dejando un mojón de vez en cuando, y regresar al punto de partida antes de la puesta.
—Pero —advirtió el jefe— si no vuelves a tiempo, perderás el dinero y la tierra.
—No hay problema —dijo Paholk.

Así que, al día siguiente, al alba, Paholk empezó a andar por la rica tierra que pronto sería suya. Cuidadosamente, iba clavando estacas alrededor de la tierra que haría de él el hombre más feliz de toda Rusia. A cada paso veía cómo crecía su riqueza. Adquirir cosas nuevas es divertido. Pero, como aprenderemos mañana, cuando nos volvemos avariciosos perdemos la capacidad de estar satisfechos. No sigas buscando más cosas que te hagan feliz. Aprende a apreciar lo que ya tienes. Tomado de la Matutina El Viaje Increíble

CUANDO EL DEDO TE SEÑALA

Entonces dijo Natán a David: «Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: "Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl"». 2 Samuel 12:7

David, el rey de Israel, hombre brillante e inteligente, cometió un grave error. Un hombre bueno, en un momento de debilidad, fue al lugar equivocado, en el momento equivocado, fijó su mirada en el sitio equivocado y, como era de esperar, fracasó. Cometió adulterio y posteriormente un asesinato.

Una mirada, un pensamiento malo, un deseo, un adulterio, un crimen. Así es el pecado. De la inocencia a la depravación. De un poquito, hasta la inmersión total. Desde un inicio, en el que dominamos, hasta un final, en el que terminamos dominados. Quien se inicia en el sendero del pecado no se imagina hasta dónde llegará.
Dios amaba a David y envió a Natán para amonestarlo, para señalarle su pecado, para apartarlo del camino que solo tiene un final: la muerte eterna. Dios sabe que el pecado destruye; por eso es lo aborrece con odio mortal.
El fracaso es algo que todos los seres humanos compartirnos. Es cierto que hay pecados que no salen a la luz. Nadie sabe de ese aborto que indujimos. Nadie sabe de esos devaneos amorosos a los que nos entregamos. Nadie sabe de ese negocio deshonesto que emprendimos. Nadie sabe de lo que estaba viendo en la pantalla de la computadora a avanzadas horas de la noche. Nadie sabe de esos vídeos para "adultos" que se ven cuando se está solo. Nadie sabe de esos pensamientos impuros que amenazan con salirse del ámbito de las ideas y hacerse realidad. Nadie sabe de esos engaños. Nadie conoce esas mentiras del pasado, o del presente.
Nuestros fracasos nunca son el final de nuestra relación con Dios. A pesar de nuestros errores, no hay cortocircuito en nuestra relación con el Señor. Abraham mintió, pero ese no fue su final. Dios dijo que era su profeta y le pidió que orara por Abime-lec. David falló pero eso no fue el final para él. Todo pudo haberse perdido, pero no se perdió. Para Dios nuestros fracasos no son el final. No importa cuan malos, cuan equivocados, o cuan avergonzados nos sintamos. Dios está ahí. Su presencia no nos abandona, ni siquiera en el más estrepitoso de los fracasos. La presencia de Dios siempre está con nosotros para ayudarnos. Nos lleva de la mano.
Dios puede enviar a Natán para hacernos saber que nada está oculto a sus ojos. Como David, necesitamos volvernos a Dios y decirle: «Contra ti, contra ti solo he pecado; dame un corazón nuevo».

Tomado de la matutina Siempre Gozosos