Lugar: Italia
Palabra de Dios: Filipenses 2:4
El señor Angelozzi se agachó, para acariciar a uno de sus gatos. El gato se restregó contra su pierna, maulló y luego se alejó. Mientras el señor Angelozzi luchaba para enderezarse nuevamente, de pronto se sintió terriblemente solo. Su esposa había muerto doce años antes, y desde entonces había vivido en soledad en su casa, en las afueras de Roma. Todo lo que le quedaba eran sus siete gatos.
Mientras daba vueltas por su casa, el hombre pensaba en cómo le gustaría tener a alguien con quien hablar. Pero ¿quién se tomaría el tiempo de visitar a un hombre de 79 años? "Si tan solo tuviera una familia, no me sentiría tan solo".
De pronto tuvo una idea. "Eso es", pensó. "Me voy a buscar una familia". Cuanto más pensaba en ello, más le gustaba la idea. "Podría pegar algunos carteles. Mejor todavía, voy a poner un aviso en el diario". Buscó rápido una lapicera y escribió la nota. "Profesor anciano, jubilado, busca una familia dispuesta a adoptar un abuelo. Pagará".
Ese fin de semana, el aviso del señor Angelozzi apareció en la sección de avisos clasificados del diario Corriere della Sera. Le llegaron docenas de respuestas de todo el país. El profesor estaba asombrado; no había esperado que tanta gente respondiera. Y pronto tendría una familia: ya no se sentiría tan solo.
A todo nuestro alrededor hay personas que se sienten solas; personas que necesitan de un amigo, de un abrazo, una sonrisa. ¿Las has visto? ¿O estás demasiado ocupado con tus cosas? La Biblia anima a todos a cuidar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás". Mira a tu alrededor, para ver si encuentras algún "señor Angelozzi" solitario. Comparte el amor de Dios con él. Sé su amigo. ¡Alegra su día!
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson