miércoles, 3 de julio de 2013

HORMIGAS TRABAJANDO

Lugar: Costa Rica
Palabra de Dios: Proverbios 6:6-8

Felipe miró hacia el patio de su casa, y vio una escena poco común. ‘Algunas flores brillantes se movían. ¿Flores caminando? Frotándose los ojos, observó otra vez. No, sus ojos no le estaban jugando trucos. Las flores se movían; pero ¿cómo? Miró debajo de las flores, y descubrió la respuesta: un grupo de hormigas cortadoras las estaban transportando.
A la mañana siguiente, Felipe se levantó temprano y buscó las hormigas. Por cierto, ya estaban trabajando, cortando hojas de los tallos.
Las hormigas más pequeñas alimentaban a las larvas y cuidaban de los cultivos de hongos, y las más grandes -los soldados- protegían la colonia. Todas, trabajaban juntas.
Felipe sacó su cámara de fotos y comenzó a fotografiar a las hormigas.
Luego, observó mientras terminaban de cortar una hoja y la llevaban a su hormiguero. Era asombroso: criaturas tan pequeñas trabajando tanto. El peso de la hoja y la distancia que debían recorrer para trasladarla equivalían a una persona corriendo 48 kilómetros y llevando un peso de 227 kilogramos.
No sorprende que el proverbio bíblico diga: “¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en ¡o que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos”.
Las hormigas son muy trabajadoras. Trabajan juntas, contribuyendo cada una a la colonia. La próxima vez que veas una hormiga, piensa en este proverbio. No te sientes por ahí, haciendo nada, sino sé un siervo diligente para Dios.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

LAS CUATRO ESTACIONES TRAEN ALEGRÍA

Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha. Salmo 16:11

Los días grises repletos de nubes cargadas de lluvia son mis favoritos. Me dan la oportunidad de mirar a mi interior, y esto me permite meditar en la grandeza de Dios. Y qué decir de la llegada explosiva de la primavera, que hace brotar millones de capullos de mil colores que deleitan la vista y perfuman cada bocanada de aire.
Es entonces cuando los pétalos caídos anuncian los frutos que darán alimento a todos los seres que se nutren y gozan de la opulencia del verano. Más tarde, cuando el otoño, con su tinte ocre, hace su llegada, toda la natura se adormece, dándonos la promesa de un nuevo y pronto renacimiento.
La vida se asemeja a las estaciones del año. El verano de la vida está adornado de risas y llantos infantiles, que son una promesa de futuro. La primavera se adorna con los encantos juveniles, y todas quisiéramos permanecer en ella eternamente, debido a la abundancia de bienes y alegrías que nos provee. Los adultos, vestidos de otoño, son serenos y productivos. Están en la cúspide de la realización personal; caminan seguros, pues poseen un bagaje de ricas experiencias que los hace útiles para hacer madurar y crecer a las nuevas generaciones. Los que están en la etapa del invierno ven desfilar a los nuevos participantes de la carrera de la vida, ahora más tranquilos, y en paz, satisfechos por la labor cumplida, libres de toda prisa.
Querida hermana, disfruta la estación vital en la que te encuentras. No te detengas en el pasado, ni desaproveches las oportunidades del presente. Aprovecha las buenas experiencias de antaño para construir tu vida en el “aquí y ahora”.
Continúa con alegría. Todas las etapas traen consigo grandes desafíos y hermosas sorpresas que debes aprender a disfrutar. Todo tiempo es bueno para crecer, servir al prójimo y alabar a Dios.
Plena de confianza y fe agradece a Dios por cada aliento, por cada día vivido, por cada año cumplido, pues constituyen las más grandes bendiciones del Señor.
Tenemos una hermosa promesa que debe transformarse en el aliciente diario para vivir: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10)

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

NO TE FIJES EN LAS APARIENCIAS

Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: “Sin duda que este es el ungido del Señor” (1 Samuel 16:6).

Este es un problema humano de profundas consecuencias: dejarse llevar por las apariencias.
Evaluamos a las personas por su exterior: su color, la estatura, el porte, la vestimenta, el aspecto. Pero esto es incorrecto en muchos sentidos.
Con frecuencia. Dios usa a personas sencillas para hacer una gran obra, como fue el caso de William Miller, pero nosotros no siempre entendemos los caminos de Dios. La experiencia de Timothy Colé, pastor de la iglesia de la Conexión Cristiana, de Lowell, Massachusetts, ilustra este hecho. A fines del año 1830, Colé escuchó hablar del notable éxito de Miller como predicador y lo invitó a una semana de reavivamiento en su iglesia. Fue a recibir al famoso evangelista a la estación; esperaba ver a un caballero vestido a la moda, cuya apariencia estuviera a la altura de su reputación.
Colé observó cuidadosamente a todos los pasajeros, pero no vio alguno que se adaptara a la imagen mental que se había formado. Finalmente, un anciano medio tembloroso bajó de uno de los coches. Para consternación de Colé, el “anciano” resultó ser Miller. En aquel momento se arrepintió de haberlo invitado. Alguien con la apariencia de Miller, pensó, no podía saber mucho de la Biblia.
Bastante apenado. Colé condujo a Miller a la puerta trasera de su iglesia, le mostró el pulpito, y se sentó entre la congregación. Miller se sintió un poco incómodo, pero de todos modos continuó con el servicio. Pero si Colé se llevó una mala impresión con la apariencia de Miller, no ocurrió lo mismo con su predicación. Después de escucharlo durante quince minutos se levantó de en medio de la congregación y fue a sentarse detrás del predicador en la plataforma. Miller predicó durante toda la semana y volvió al mes siguiente para una segunda serie. El reavivamiento fue un éxito. Colé mismo aceptó las enseñanzas de Miller y decidió proclamar el mensaje adventista.
El hecho claro y llano es que Dios puede hacer grandes proezas con gente corriente. El periódico Maine Wesleyan Journal describió a Miller como un “simple campesino”, pero informó que “lograba captar la atención de su auditorio durante una hora y media y hasta dos horas”. Por tanto, lo importante no es el instrumento humano, sino el mensaje.
Nunca mires solo lo exterior. No te equivoques como el profeta Samuel, quien se dejó llevar por las apariencias a la hora de elegir un rey para Israel. Asimismo, Miller era una persona sencilla pero con un poderoso mensaje. Dios lo usó y puede usarte a ti también si se lo permites.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

LA IRA DE CAÍN

Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Génesis 4:6,7.

El Señor no ignoraba los resentimientos acariciados por Caín, pero deseaba que él reflexionara sobre su conducta, y al convencerse de su pecado se arrepintiera y colocara sus pies en el camino de la obediencia. No había motivo para sus sentimientos de enojo hacia su hermano ni hacia su Dios. Su propio descuido de la voluntad claramente expresada de Dios había llevado al rechazo de su ofrenda… La ofrenda de Abel había sido aceptada, pero esto era porque Abel había hecho en cada detalle lo que Dios había requerido que hiciera. Esto no le robaba su primogenitura a Caín… Por eso el asunto fue presentado claramente ante Caín; pero su combatividad fue despertada porque su decisión fue puesta en tela de juicio y no se le permitió seguir sus ideas independientes.
Estaba enojado con Dios y enojado con su hermano. Estaba enojado con Dios porque él no aceptaría los planes de un pecador en lugar de sus requerimientos divinos; y estaba enojado con su hermano por estar en desacuerdo con él…
Caín invitó a Abel a caminar con él por el campo, y allí dio expresión a su incredulidad y su murmuración contra Dios. Aseguró que hacía el bien al presentar su ofrenda. Y cuanto más hablaba contra Dios y ponía en duda su justicia y misericordia por haber rechazado su ofrenda y aceptado la de su hermano Abel, más amargos se volvieran sus sentimientos de ira y de resentimiento.
Abel defendió la bondad e imparcialidad de Dios, y le señaló a Caín la razón simple por la cual Dios no aceptó su ofrenda.
El hecho de que Abel se atreviera a estar en desacuerdo con él y fuera tan lejos como para señalarle sus errores, sorprendió a Caín… El sentido común le decía a Caín que Abel tenía razón cuando habló de la necesidad de presentar la sangre de una víctima herida, si deseaba que su sacrificio fuese aceptado. Pero Satanás le presentó el asunto bajo otra luz. Incitó a Caín a una locura furiosa, hasta que mató a su hermano, y el pecado de homicidio fue colocado sobre su alma -Signs of the Times, 16 de diciembre de 1886.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White