«Dos toros, cinco cameros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Naasón» (Números 7:17).
¡Hagamos silencio! Hemos llegado nuevamente al tabernáculo en medio del campamento israelita. Es el turno de Naasón de presentar su ofrenda. ¿Por qué Naasón tiene que sacrificar todos esos animales, especialmente esos pobres corderitos de apenas un año? Dios exigía que murieran corderos para que los israelitas entendieran lo terrible que es el pecado. Tanto, que causaría la muerte de criaturas inocentes. Pero no fue un cordero el que pagó por los pecados de los israelitas. Todos esos corderos sacrificados hace tanto tiempo representaban a Jesús, el Cordero de Dios que murió en la cruz.
La razón por la que ya no sacrificamos corderos hoy en día es porque Jesús, el Cordero de Dios, ya murió hace dos mil años. Ese fue el sacrificio más terrible de todos, pero también el más maravilloso. Gracias a lo que Jesús hizo por nosotros, podemos vivir ahora con él en nuestro corazón y muy pronto con él en el cielo para siempre.
Me da mucha tristeza que hayan tenido que morir tantos corderitos inocentes en el pasado, pero me alegra mucho que el Cordero de Dios haya muerto por mí y por ti.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush