sábado, 20 de octubre de 2012

CIRUGÍA DE LA OREJA


«Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Jesús dijo: "Déjenlos; ya basta". Y le tocó la oreja al criado, y lo sanó» (Lucas 22:50,51).

Imagina que estamos caminando por el Jardín de Getsemaní la noche antes de morir Jesús. ¡Mira! Pedro está sacando su espada y le va a cortar la oreja a un hombre. ¡Ay! Eso debe de haber dolido. Pero Jesús, el gran Médico del universo, ha tomado la oreja del suelo y se la ha vuelto a pegar a este hombre como si nada hubiera pasado. ¡Asombroso! ¿Sabías que hoy en día se hacen cirugías reconstructivas de las orejas? Los médicos han ideado maneras de tomar piel y un material flexible llamado cartílago de otras partes del cuerpo y «moldear» orejas para personas que las han perdido en accidentes o que han nacido sin ellas. Dios como que les dio el secreto para reconstruir orejas, y me alegra mucho que lo haya hecho.
Nuestro Dios es muy poderoso. Él nos hizo de una manera maravillosa y ha dejado que los médicos de este mundo conozcan algunos de sus «secretos de reconstrucción humana». Dios es un Creador maravilloso. Deja que el «Doctor del universo» te vea hoy y reconstruya tu corazón. Él te dará la misma clase de corazón que hizo que Jesús amara a sus enemigos esa noche en el Getsemaní.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

GRATITUD


Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (Mateo 6:26).

Cuando recién comenzábamos nuestro ministerio en el Amazonas, qué difíciles eran para mí los últimos días del mes, ya que el sueldo apenas nos alcanzaba y en consecuencia la despensa se veía con muy pocas opciones. Me sentía incómoda, refunfuñaba y debo reconocer que me ponía muy malhumorada. Mi esposo es una persona bastante paciente y lo único que hacía era callar. Yo sé que él también oraba, pero incluso su silencio me molestaba.
Uno de aquellos terribles fines de mes, todo estaba como siempre. Faltaban algunos días para cobrar el salario, y yo sin saber qué iba a hacer o cómo me las arreglaría para preparar la comida de ese día. Me acerqué a mi esposo que estaba leyendo, pero regresé a la cocina y le dije al Señor en voz audible y quejosa: «No le voy a decir nada, mira cómo está él de tranquilo. Yo me voy a quedar igual. Señor, resuelve tú lo que vamos a comer. No voy a preparar nada, lo dejo todo en tus manos».
¿Saben qué sucedió? A las doce del día tocaron a la puerta. Era una familia de nuestra iglesia que llegaba con un almuerzo completo, calentito y delicioso. La hermana me dijo: «Cuando terminé de preparar el almuerzo sentí unos deseos enormes de comer con ustedes y le dije a mi esposo que me trajera. ¿No les gustaría compartir los alimentos con nosotros?». Las lágrimas no me permitieron decir nada. Desde aquel día la falta de comida en casa dejó de ser un problema para mí, pues aprendí que ese era un asunto de Dios, y a partir de esa misma fecha nunca más faltó la comida en casa.
¡Qué difícil es para nosotros los seres humanos comprender que las cosas perecederas no son un problema para Dios! Él únicamente espera que tú yo confiemos en su poder y en su misericordia para solucionar nuestras dificultades temporales. Cuando lo hagamos el Señor también nos transformará y nos dará como herencia la vida eterna.
Querido Señor, gracias porque tú aprovechas nuestras necesidades para manifestarte de una manera grande y  poderosa.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Gloria Epalza de Pérez

UN TESORO A TU ALCANCE


Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley. Salmo 119:18, NVI

Se cuenta la historia de un príncipe que, deseoso de expresar a su amada lo mucho que la quería, le envió un regalo con una apariencia nada atractiva: un adorno de hierro con forma de huevo de gallina, sostenido con un resorte que le servía de base. Cuando la joven lo vio, se disgustó tanto que lo puso a un lado.
Después de un tiempo, la joven princesa pensó que por lo menos debía revisar el regalo. Por pura curiosidad presionó el resorte. Para su sorpresa, el huevo se abrió y ella pudo ver que dentro había un huevito de bronce también con su resorte. Lo presionó y, al igual que el anterior, se abrió dejando al descubierto un huevito aún más pequeño, pero esta vez de oro. Todavía más intrigada, presione el resorte. Cuando el huevito de oro se abrió, un precioso diamante quedó expuesto ante su sorprendida mirada. El autor del relato compara la experiencia de la princesa con la de aquellos que tienen a su alcance la Biblia, pero prefieren ponerla a un lado sencillamente porque ignoran las preciosas joyas que contiene (Fern Blair Doss, Sigas of the Times [Señales de los tiempos], mayo de 2008, p. 64).
¿Será que te está ocurriendo lo mismo que a la princesa de la historia? Supongo que tienes una Biblia pero, ¿la estás leyendo? ¿Estás dedicando tiempo cada día para explorar sus preciosos tesoros? Si «cavas» hondo en esa rica mina que es la Palabra de Dios, seguramente encontrarás tesoros incalculables, como lo expresa el siguiente versículo:
«Los preceptos del Señor son justos, porque traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es puro y llena los ojos de luz. El temor del Señor es limpio y permanece para siempre. Los decretos del Señor son verdaderos, todos ellos son justos, ¡son de más valor que el oro fino!» (Sal. 19:8-10).
¿En qué consiste el poder de la Palabra de Dios? Trae alegría al corazón y llena los ojos de luz. Con razón dice el Salmista que sus consejos «¡son de más valor que el oro fino!»
¿Qué tal si, comenzando hoy, te propones jugar a «la búsqueda del tesoro» ? Lee tu Biblia cada día, graba en tu corazón sus preciosas promesas y serás dueño de riquezas que nadie te podrá arrebatar.

Me propongo Señor, cada día, buscar los tesoros escondidos en tu palabra.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

¿TIENE TIEMPO?


«Nada hay oculto que no haya de ser manifestado, ni escondido  que no haya de salir a luz»(Marcos 4: 22).      

En nuestro ajetreado mundo, encontrar tiempo para la oración y la adoración personal es un reto. Aparentemente, hace años disponíamos de más tiempo para meditar y reflexionar. Por la noche, tras la puesta de sol, poco se podía hacer si no ir a dormir. Ahora, con las comodidades modernas como la luz eléctrica, la radio, la televisión y las computadoras, es más que probable que pasemos las horas vespertinas viendo las noticias o entreteniéndonos ante una pantalla. La mayoría afirma que no dispone de tiempo para la adoración.
¿Piensa usted que los únicos que tienen ese problema son los que se sientan en los bancos de la iglesia y que el clero, en cierto modo, ha conseguido vencerlo? No lo crea. En una revista religiosa se dio el dato de que un pastor promedio dedicaba solo tres minutos al día a orar (Christianity Today, 6 de abril de 1979).
Hace poco, me entristeció saber que una de mis amistades había dejado de amar a su esposa. Al parecer, se había enamorado de otra mujer. No es que yo no supiera que esas cosas suceden, pero en este caso mi amigo era una persona aparentemente consagrada que tenía la costumbre de levantarse temprano para orar con otros antes de empezar las labores del día. Cuando me enteré de lo sucedido, me pregunté cómo es posible que una persona pueda levantarse temprano y pasar un tiempo con Dios a la vez que permite que su relación con su esposa se deteriore hasta la ruptura.
Si algún momento hay en que es conveniente sacar a relucir los trapos sucios es, precisamente, mientras estamos con Dios; porque «el que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia» (Prov. 28:13). Dios ya conoce el corazón. Por desgracia, es probable que mi amigo, o bien sintiera demasiada vergüenza de hablar de su problema al Señor o bien pensara que el tiempo que pasaba en oración era lo único que le importaba a Dios. Al orar también tenemos que ser sinceros con el Señor. «Nada hay oculto que no haya de ser manifestado, ni escondido que no haya de salir a luz» (Mar. 4:22). Háblele con franqueza y abiertamente.  Basado en Lucas 18:1-8.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

CON DIOS TODO SE PUEDE


Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13).

La Biblia dice: "Fortaleced las manos débiles y afianzad las rodillas vacilantes" (Isaías 35:3). "Anímense y edifíquense unos a otros [...] Estimulen a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes con todos" (1 Tesalonicenses 5:11,14, NVT).
¿Acaso no quieres que la vida de casado (a) sea un tiempo en el que puedas disfrutar al expresarte con libertad y crecer dentro de un ámbito seguro en donde recibas aliento aun cuando fracases? Tu pareja también lo desea, y el amor le da ese privilegio. Si tu cónyuge te ha dicho más de una vez que lo haces sentir derribado y derrotado, es necesario que tomes en serio estas palabras. Comprométete a dejar de lado cada día las expectativas poco realistas y transfórmate en el mayor alentador de tu cónyuge. Y esa persona que Dios diseñó comenzará a surgir con una nueva confianza y amor por ti.
Cuando esperas demasiado de tu cónyuge en áreas en las cuales no tiene una motivación interior para superarse, ¿qué te dice eso sobre ti? ¿De qué maneras puedes manejar mejor estas discrepancias? Esta es la clase de necesidades que deberías buscar en tu esposa o tu esposo. En lugar de andar enojado (a) porque no te trata como crees que debería, deja que el amor te saque de la autocompasión y vuelva tu atención a las necesidades de tu cónyuge.
¿Tiene "hambre" (te necesita sexualmente, aun cuando no tengas ganas)? ¿Tiene "sed" (anhela el tiempo y la atención que pareces poder darles a todos los demás)?
¿Se siente como un "forastero" (inseguro en su trabajo, con la necesidad de que el hogar sea un refugio y un santuario)? ¿Está "desnudo" (necesitado de la cálida cobertura de tu afirmación amorosa)?
¿Se siente "enfermo" (con cansancio físico y con la necesidad de que lo ayudes a protegerse de las interrupciones)? ¿Se siente en una "prisión" (temeroso y deprimido, con la necesidad de algo de seguridad e intervención)?
El amor está dispuesto a sacrificarse para estar seguro de que des lo mejor de ti para satisfacer las necesidades de tu pareja. Cuando tu cónyuge se siente abrumado y con la soga al cuello, el amor te llama a que dejes de lado lo que parece esencial en tu propia vida, para ayudar, aunque no más sea con el regalo de escuchar. A menudo, lo único que necesita es hablar de la situación. Necesita ver en tus ojos atentos que te importa de verdad lo que esto le cuesta y que quieres ayudarlo a buscar respuestas.
Necesita que ores con él para saber qué hacer, y que estés pendiente de cómo van las cosas. Las palabras "¿Cómo puedo ayudarte?", deben estar siempre en tus labios. Después de todo, cuando la ayudas, también te ayudas a ti mismo. Es lo bueno de sacrificarte por tu cónyuge.
Jesús lo hizo por nosotros. Y nos da de su gracia para hacerlo por los demás. Al leer Filipenses 4: 13, Pablo nos está diciendo que todo lo podemos hacer aferrados a la bendita gracia de nuestro Señor Jesucristo. ¿Qué parte del estrés de tu cónyuge se produce por tu falta de preocupación o de iniciativa? Cuando expresaste tu deseo de ayudar, ¿cómo lo recibió?
¿Puedes cubrir alguna otra necesidad?
Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo (Calatas 6:2).
¿Cuál es la mayor necesidad en la vida de tu cónyuge en este momento? ¿Puedes sacarle alguna necesidad de los hombros si haces un sacrificio audaz? No importa si la necesidad es grande o pequeña, proponte hacer lo que puedas para satisfacerla.
Reflexión: HOY DECIDO PONER MI RELACIÓN DE PAREJA EN MANOS DE DIOS, EN LA SITUACIÓN DONDE ESTÉ, EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES, EN LOS MOMENTOS DE PAZ, EN LOS MOMENTOS DE ALEGRÍA Y DESCONTENTO, SOLO ASÍ DIOS ESCUCHARÁ NUESTRO PEDIDO.

ORA A DIOS PARA QUE POR SUS GRACIA INFINITA Y MISERICORDIOSA, TE AYUDE A SOLUCIONAR CUALQUIER INCONVENIENTE QUE TENGAS CON TU PAREJA, SIENDO CONSTANTES Y DILIGENTES, SIN DESFALLECER.

Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur