jueves, 18 de octubre de 2012

¿PREFIERES CAMISA O MANTO?


«Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: "Desarráigate y plántate en el mar". Y os obedecería» (Lucas 17:6. BLA).

El árbol que el versículo describe aquí como sicómoro era un árbol de mora. Hoy vamos a caminar a través de un sembradío de este árbol, y quiero que busques en sus ramas y hojas unos pequeños bultitos felpudos. Es-tos bultitos son en realidad unas crisálidas muy especiales de las cuales están hechas las costosas camisas de seda.
Te explico: Los gusanos de seda ponen sus huevos únicamente en los árboles de mora. Cuando nacen los gusanos de seda, estos comienzan inmediatamente a comerse las hojas. Los gusanos crecen cada vez más hasta que están listos para convertirse en mariposas. Pero antes de hacerlo, deberán crear una crisálida. Esta crisálida está hecha de seda, el material con el que se hacen costosas prendas de vestir como corbatas, camisas y batas.
Es muy bonito poder tener una camisa de seda, pero un «manto de justicia» es mucho mejor.  Dios envió a su Hijo para que viviera una vida perfecta, muriera en la cruz y resucitara por nosotros. Ese manto de justicia es muchísimo más valioso que cualquier camisa de seda, y para tenerlo lo único que necesitamos es pedirlo, pues es totalmente gratuito. Pídele a Jesús que te cubra hoy con ese manto especial. Él ya tiene uno hecho para ti.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

PIDAN SIN DUDAR


Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. (Santiago 1:6).

Si permitimos que nos embargue la duda quizá a veces no podamos ver lo grande y maravilloso que es nuestro Padre celestial. Cuando no encontramos una solución para nuestros problemas por lo general acudimos a él. Es entonces cuando nos acordamos de ese Dios maravilloso que está dispuesto a socorrernos y a escuchar nuestras plegarias. Lamentablemente, es así.
Cierto día me encontraba en la universidad pensando en la forma en que podría regresar a casa esa noche. Desde muy temprano comencé a pedirle a Dios en oración que por favor me enviara a alguien, y que además esa persona estuviera dispuesta a acompañarme durante el trayecto desde la parada hasta mi casa. ¡Saben que nunca olvidaré esa experiencia y la forma en que Dios contestó mi oración! Él nos dice: «Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» (Jer. 33:3).
«La oración es la respuesta a todo problema en la vida, nos pone a tono con la sabiduría Divina, la cual sabe cómo ajustar cada cosa perfectamente. A menudo dejamos de orar en ciertas situaciones porque desde nuestro punto de vista, estas aparentan sin solución. Pero nada es imposible para Dios. Nada es tan enredado que no pueda ser resuelto» (Review and Herald, 7 de octubre de 1865).
En el Salmo 37:5 leemos: «Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él y él hará». Cualquier cosa que necesitemos, si confiamos en Dios, él la suplirá. Si alguna cosa nos causa preocupación o ansiedad, dejemos de hablar de ella para confiar enteramente en Dios. Así que clamemos al Señor, pero sin dudar, porque fiel es el que prometió.
Señor, gracias porque siempre estás a nuestro lado. Te pido que me ayudes a confiar en ti en todo, sin importar la envergadura de mis problemas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Celia Toda

CONTROLAR O CONSENTIR


Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida. Proverbios 4:23

Troya. ¿Qué evoca en tu mente la mención de esta ciudad de la antigüedad?  Es muy probable que hayas pensado en el caballo de Troya. Cuenta la leyenda que durante diez largos años, los troyanos resistieron con heroísmo los ataques del ejército griego. Cuando la paciencia de los soldados griegos estaba por sucumbir, Odiseo (llamado también Ulises) propuso crear un gigantesco caballo, introducir a los soldados más valientes en su interior y obsequiarlo a los troyanos como supuesto premio a su valentía. El ardid consistía en que, una vez que el caballo estuviera en el interior de Troya, en el momento oportuno los soldados griegos abrirían las puertas de la ciudad para que entraran los refuerzos.
¡Qué cosa más curiosa! Sucedió que los mismos troyanos abrieron las puertas de la ciudad para que entrara el enemigo que durante diez largos años no había podido quebrantar su resistencia. La caída de Troya ilustra muy bien esta gran verdad: Nada puede contaminar nuestra mente a menos que nosotros mismos lo permitamos. Ni siquiera Satanás, con todo su poder, puede obtener el acceso a tu mente a menos que le abras la puerta desde adentro. Así lo expresa muy acertadamente el siguiente pensamiento del libro El hogar cristiano: «En ningún caso Satanás puede dominar los pensamientos, palabras y actos, a menos que voluntariamente le abramos la puerta y le invitemos a pasar» (p. 365, el destacado es nuestro).
¿Quién en su sano juicio le abriría «la puerta de su mente» a Satanás para que entre? Pues esto es exactamente lo que hacemos cada vez que descuidamos el control de las así llamadas «avenidas del alma», nuestros sentidos.
¿Qué clase de libros y revistas estás leyendo? ¿Son edificantes las películas que estás viendo? ¿Qué tipo de música escuchas? ¿Se sentirá cómodo tu ángel guardián con la clase de material que llega a tu mente a través de las avenidas de tu alma, los sentidos?
«Sobre toda cosa que guardes —dice la Escritura— guarda tu corazón, porque de él mana la vida» (Prov. 4: 23, RV95).

A TU MENTE LLEGARÁ SOLAMENTE LO QUE TU PERMITAS QUE LLEGUE.

Es decir tú tienes «la llave de esa puerta».  O controlas o consientes. Ese es el dilema.

Padre amado, ayúdame para que hoy y siempre solo entre a mi mente todo lo que es verdadero, lo recto, lo puro, lo que es de buen nombre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

«HEME AQUÍ»


«Después oí la voz del Señor, que decía:" ¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?"   Entonces respondí yo: "Heme aquí, envíame a mí"» (Isaías 6: 8).

La próxima vez que le pidamos a Dios que bendiga algo o a alguien, ya sea la familia, la iglesia o un campo de misión lejano, será bueno que pensemos cómo lo hará. Un día, Jesús dijo a sus discípulos: «La mies a la verdad es mucha, pero los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies» (Luc. 10:2). A menos que estemos dispuestos a ser uno de los obreros, no tiene sentido que oremos pidiendo algo así. Aunque Dios obra de manera misteriosa, su forma de obrar suele incluir a las personas, es decir, a usted y a mí.
Cierto día escuché una entrevista radiofónica a Joni Earickson-Tada y su esposo. En ella explicaban cómo, antes de visitar a los amigos, oraban para que Dios les inspirase palabras de aliento para los demás.
Al escucharlos, me conmoví. Suelo orar antes de hacer una visita personal o antes de ir a dar un estudio bíblico, pero no había pensado en orar antes de ir a visitar a los amigos. Me pregunto qué pasaría si, antes de precipitarnos en el automóvil para ir a visitarlos, oráramos para que Dios nos ayudara a conseguir que nuestra actitud y nuestras palabras fueran un consuelo y un aliento espiritual para la familia.
En cierta ocasión, Francisco de Asís invitó a un joven fraile para que lo acompañara por las calles de la ciudad. Honrado por haber recibido tal invitación, el fraile aceptó sin poner inconvenientes; de manera que él y Francisco pasaron el día deambulando por las calles, los callejones, las avenidas e incluso los suburbios. Se toparon con cientos de personas. Al anochecer, los dos regresaron a casa. Francisco no había hablado ni una sola vez a la multitud y tampoco le había hablado a nadie del evangelio. Profundamente decepcionado, su joven compañero dijo: —Pensé que íbamos a la ciudad para predicar. Francisco respondió:
—Hijo mío, hemos predicado. Predicábamos mientras caminábamos. Muchos nos vieron y observaron de cerca nuestro comportamiento. Si no predicamos por todas partes mientras andamos, ¡no tiene sentido ir a ningún lado a predicar!  Basado en Lucas 18:1-8

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

EL AMOR ES DIVINO PERO EN COFRE HUMANO


Guarda mi alma y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti me refugio (Salmo 25:20).

El matrimonio tiende a alterar nuestra visión. Entramos con la expectativa de que nuestra pareja satisfaga nuestras esperanzas y nos haga felices; pero esto es imposible para nuestro cónyuge. Las expectativas poco realistas generan desilusión. Cuanto más altas sean tus expectativas, más probable será que tu cónyuge te falle y te cause frustración.
Si una mujer espera que su esposo siempre llegue a tiempo, limpie lo que ensucia y comprenda todas sus necesidades, es probable que pase toda la vida de casada con desilusión. En cambio, si es realista y comprende que él es humano, olvidadizo y a veces desconsiderado, se alegrará más cuando sea responsable, amoroso y amable.
El divorcio es casi inevitable cuando las personas no permiten que sus cónyuges sean humanos. Debe haber una transición en tu forma de pensar. Debes decidir vivir guiado (a) por el aliento en lugar de las expectativas. Más allá de tu aliento amoroso y de la intervención de Dios, es probable que en el futuro, tu cónyuge sea igual a lo que ha sido durante los últimos diez años. El amor se concentra en la responsabilidad personal y en superarse, en lugar de exigir más de los demás.
Jesús lo explicó cuando habló sobre una persona que vio una "mota" en el ojo de su hermano, pero no notó la "viga" del propio. "¿O cómo puedes decir a tu hermano: 'Déjame sacarte la mota del ojo', cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano" (Mateo 7:4D5). ¿Tu cónyuge siente que vive con un inspector de motas? ¿Vive siempre nervioso o temeroso de no estar a la altura de tus expectativas? ¿Diría que la mayor parte de los días percibe tu desaprobación más que tu aceptación?

PÍDELE A DIOS QUE TE AYUDE HOY, A MEJORAR ESAS COSAS QUE DESTRUYEN TU RELACIÓN MATRIMONIAL.

Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur