Te ofreceré un sacrificio de gratitud e invocaré, Señor, tu nombre (Salmo 116: 17).
Cómo dar gracias en medio de la aflicción? Solamente cuando nos acercamos a Dios podemos ver que, aun en medio de los momentos difíciles, él actúa a nuestro favor y su misericordia se re¬nueva cada mañana. En su presencia cultivamos un corazón agradecido. Su amor es lo que nos ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva. A pesar de las múltiples aflicciones, ¡cuántos prodigios ha realizado Dios en mi vida! Mi respuesta a su inmenso amor ha sido la confianza, la esperanza y la alabanza. No me puedo rendir ni esconder, ni tampoco desesperarme. No es lo que yo le diría a mi preciosa hija si fuera ella la que pasara por estas circunstancias. Seguramente, la animaría a confiar, a sonreír, a luchar y a no rendirse ante nada en el mundo.
Agradezco a Dios porque en medio de la tragedia intervino y logró salvar mis piernas, aunque lastimadas, pero completas. Gracias a Dios, mi cerebro no quedó herido ni mi nervio óptico traumado le alabo porque mi oído quedó intacto, rescató mis dos manos, el hígado, los pulmones, la columna vertebral. ¡Gracias Señor, por cuidar mis órganos vitales!
Gracias por amarme tanto. Sé que también tú celebras que yo te ame y que haya podido soportar tanto. Gracias porque soy tuya, y por nada ni por nadie te dejaré a un lado llorando por mí misma. Gracias, porque aunque mis dos niños preciosos se quedaron dormidos, hasta que tú me los devuelvas sanitos, hermosos, redimidos, tú eres mi fortaleza. Me gozo en tu ayuda y alabo que tu amor no tiene limites para conmigo. Gracias, por mostrarme tu gloria en medio de mi dolor. Simplemente, gracias Señor, por estar a mi lado y cuidarme como a la niña de tus ojos.
Guíame a tener un corazón lleno de amor y gratitud para ver en medio de las aflicciones las cosas hermosas que a diario haces por mí.
Cómo dar gracias en medio de la aflicción? Solamente cuando nos acercamos a Dios podemos ver que, aun en medio de los momentos difíciles, él actúa a nuestro favor y su misericordia se re¬nueva cada mañana. En su presencia cultivamos un corazón agradecido. Su amor es lo que nos ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva. A pesar de las múltiples aflicciones, ¡cuántos prodigios ha realizado Dios en mi vida! Mi respuesta a su inmenso amor ha sido la confianza, la esperanza y la alabanza. No me puedo rendir ni esconder, ni tampoco desesperarme. No es lo que yo le diría a mi preciosa hija si fuera ella la que pasara por estas circunstancias. Seguramente, la animaría a confiar, a sonreír, a luchar y a no rendirse ante nada en el mundo.
Agradezco a Dios porque en medio de la tragedia intervino y logró salvar mis piernas, aunque lastimadas, pero completas. Gracias a Dios, mi cerebro no quedó herido ni mi nervio óptico traumado le alabo porque mi oído quedó intacto, rescató mis dos manos, el hígado, los pulmones, la columna vertebral. ¡Gracias Señor, por cuidar mis órganos vitales!
Gracias por amarme tanto. Sé que también tú celebras que yo te ame y que haya podido soportar tanto. Gracias porque soy tuya, y por nada ni por nadie te dejaré a un lado llorando por mí misma. Gracias, porque aunque mis dos niños preciosos se quedaron dormidos, hasta que tú me los devuelvas sanitos, hermosos, redimidos, tú eres mi fortaleza. Me gozo en tu ayuda y alabo que tu amor no tiene limites para conmigo. Gracias, por mostrarme tu gloria en medio de mi dolor. Simplemente, gracias Señor, por estar a mi lado y cuidarme como a la niña de tus ojos.
Guíame a tener un corazón lleno de amor y gratitud para ver en medio de las aflicciones las cosas hermosas que a diario haces por mí.
Lorena P. de Fernández
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.