Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor (Josué 24: 15).
Recuerdo que cuando mi padre recibió el evangelio yo era muy joven. Pero lo asombroso fue la forma como llegó a conocerlo. Una noche, mientras él dormía, tuvo un sueño donde aparecía una persona llevándole una invitación con una dirección específica. Al día siguiente, cuando se levantó, buscó la dirección que se le había mostrado en el sueño y encontró que se trataba de un templo adventista en donde por esos días se llevaba a cabo un ciclo de conferencias bíblicas. Sintió que el sueño era un llamado de Dios, se entregó a él, dedicó su vida y sus recursos a su servicio.
Pasaron los años y yo contraje matrimonio con un general del ejército mexicano, por algún tiempo me alejé de la iglesia. Debido al trabajo de mi esposo entré en contacto con las más altas esferas del ejército y del gobier¬no, un ambiente muy diferente a donde yo había crecido. Sin embargo, no podía olvidar las enseñanzas del hogar y el ejemplo que mi padre nos habla dado. Cuando nacieron mis dos hijos traté de enseñarles en casa lo que mi padre me había inculcado.
Mis hijos crecieron y pronto llegaron a la adolescencia. Entonces se presentó la oportunidad de que una persona viniera a casa y les diera estudios bíblicos, por supuesto, sin que su padre lo supiera porque él se oponía a todo tipo de religión. Gracias a Dios a mis hijos les gustó seguir el camino del Señor y así fue como decidieron ir a la iglesia y bautizarse. Pero no solamente Dios llamaba a mis hijos, sino que también a mí, y después de un corto tiempo también yo acepté ser bautizada.
Debido a su formación militar, mi esposo deseaba que sus hijos estudiaran en colegios seculares y llegaran a ocupar importantes responsabilidades en la sociedad mexicana. Pero se sorprendió mucho cuando supo que el hijo mayor quería irse a la Universidad de Montemorelos para estudiar en el seminario teológico adventista. Sí, mi hijo sería un pastor; su padre, un general del ejército mexicano. Mi esposo no daba crédito a lo que pasaba.
Querida amiga, en este día te animo a ser fiel en todo momento. Si tienes el privilegio de tener hijos, condúcelos por el buen camino. A veces son ellos el medio para que Dios nos hable y nos invite a seguirle. Goza siempre la paz y bendición que solamente Dios puede brindarte.
Recuerdo que cuando mi padre recibió el evangelio yo era muy joven. Pero lo asombroso fue la forma como llegó a conocerlo. Una noche, mientras él dormía, tuvo un sueño donde aparecía una persona llevándole una invitación con una dirección específica. Al día siguiente, cuando se levantó, buscó la dirección que se le había mostrado en el sueño y encontró que se trataba de un templo adventista en donde por esos días se llevaba a cabo un ciclo de conferencias bíblicas. Sintió que el sueño era un llamado de Dios, se entregó a él, dedicó su vida y sus recursos a su servicio.
Pasaron los años y yo contraje matrimonio con un general del ejército mexicano, por algún tiempo me alejé de la iglesia. Debido al trabajo de mi esposo entré en contacto con las más altas esferas del ejército y del gobier¬no, un ambiente muy diferente a donde yo había crecido. Sin embargo, no podía olvidar las enseñanzas del hogar y el ejemplo que mi padre nos habla dado. Cuando nacieron mis dos hijos traté de enseñarles en casa lo que mi padre me había inculcado.
Mis hijos crecieron y pronto llegaron a la adolescencia. Entonces se presentó la oportunidad de que una persona viniera a casa y les diera estudios bíblicos, por supuesto, sin que su padre lo supiera porque él se oponía a todo tipo de religión. Gracias a Dios a mis hijos les gustó seguir el camino del Señor y así fue como decidieron ir a la iglesia y bautizarse. Pero no solamente Dios llamaba a mis hijos, sino que también a mí, y después de un corto tiempo también yo acepté ser bautizada.
Debido a su formación militar, mi esposo deseaba que sus hijos estudiaran en colegios seculares y llegaran a ocupar importantes responsabilidades en la sociedad mexicana. Pero se sorprendió mucho cuando supo que el hijo mayor quería irse a la Universidad de Montemorelos para estudiar en el seminario teológico adventista. Sí, mi hijo sería un pastor; su padre, un general del ejército mexicano. Mi esposo no daba crédito a lo que pasaba.
Querida amiga, en este día te animo a ser fiel en todo momento. Si tienes el privilegio de tener hijos, condúcelos por el buen camino. A veces son ellos el medio para que Dios nos hable y nos invite a seguirle. Goza siempre la paz y bendición que solamente Dios puede brindarte.
Victoria Gómez Valencia
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.