sábado, 2 de enero de 2010

RESOLUCIONES NUEVAS CADA MAÑANA

Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. (Lamentaciones 3:22, 23).

En la cuarta pagina del primer periódico del año, había fotos de siete individuos a los que se les había preguntado: "¿Cuál es tu resolución para este nuevo año?" Mientras las leía, me preguntaba cuál habría sido la base real para cada declaración. Un joven decía: "Quiero encontrar una carrera exitosa en el área de Educación". (¿Era esta como la oración de Salomón pidiendo sabiduría, o para ganar prestigio personal y/o profesional?) Un padre joven dijo: "Deseo pasar más tiempo con mi familia". (¿Sabe él que tendrá que responder a la pregunta: "¿Dónde está el rebaño que te fue dado, tu preciosa grey?" [Jer. 13:20]). Tres damas tomaron resoluciones relacionadas con la salud: dos dijeron que deseaban perder algunos kilos; la otra expresó que quería dejar de fumar. (¿Sabrían que nuestros cuerpos son templo de Dios, y los querían purificar para él? [1 Cor. 3:16]). Otra participante prometió no ir más a ferias americanas. Dijo que no necesitaba más basura en su casa. No comentó lo que haría con el dinero que ahorraría por estas compras compulsivas; tal vez estaba considerando la idea de colaborar con alguna obra de caridad o un proyecto misionero. Entonces apareció el hombre que dijo: "¡Yo no hago resoluciones de año nuevo para no terminar rompiéndolas!" Me pregunto cómo habría respondido yo a la pregunta: "¿ Cuál es tu resolución para este nuevo año?" ¿Qué me gustaría que los lectores del periódico sepan acerca de mis resoluciones? ¿Qué es lo que realmente importa? ¿Qué áreas de mi vida necesito cambiar, y cuáles producirían un impacto en mí así como en los lectores? Me di cuenta de que las resoluciones hechas por las personas en el periódico reflejaban los aspectos físicos, sociales e intelectuales de sus vidas; pero ninguno sobre sus vidas espirituales. Nadie prometió caminar más cerca de Jesús o aliviar las cargas de sus prójimos. ¿Por qué esperar al nuevo año para hacer resoluciones para una vida mejor, para dejar algún mal hábito o para alegrar el día de algún alma menos afortunada? Hagamos resoluciones cada mañana a nuestro Dios, que nos provee de todo lo que necesitamos.

Edith Fitch
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

LA IMPORTANCIA DE TUS DECISIONES

Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría, salmos 90:12.

¿Crees que los años pueden ser contados? Claro que sí, los días, semanas, meses y años, cuentan. Calendarios, agendas, fechas, fiestas. Con la edad se acumulan las experiencias que nos encaminan a nuestro destino. Todas esas experiencias se descartan, ¿y qué vas a tener al final? En este Salmo Moisés expresa el deseo de que todas esas experiencias se transformen en sabiduría. De esta manera, la vida sí es una buena inversión. Te invito a que comiences desde ahora, en el amanecer de este año, porque los días y la vida «pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros» (Salmos 90: 10). Ahora es un buen momento para darle nueva consideración a tu proyecto de vida. Yésica García, cumpleaños hoy, dice que ha atesorado este texto en su corazón para los momentos en los cuales, la toma de decisiones requiera la sabiduría que solamente puede proceder de la instrucción divina. Para tu proyecto de vida, debes recordar la importancia de tus decisiones. Cada una de ellas, grande o pequeña, representa un ladrillo en la construcción de tu carácter. Enfrentas ahora el desafío de este nuevo año con muchas opciones. Es como si, al transitar por una carretera, llegaras de repente a un cruce de caminos. ¿Y ahora qué? Esta es precisamente la bendita época de la juventud. Es en estas circunstancias, que la sabiduría se engrandece, gracias a tus experiencias, de recibir la instrucción de Dios, constituye la gracia divina para tomar las decisiones que te encaminarán al cumplimiento de tu misión y tu realización en la vida. El Salmo 90 termina con la expresión de un deseo de prosperidad, que bien puede ser el tuyo para este nuevo año, participa activamente en todo tipo de acciones que se desprenden de la voluntad de Dios: «Sí, confirma la obra de nuestras manos» (Salmos 90: 17).

«Tengo profundo interés en la juventud y deseo grandemente ver a los jóvenes esforzándose por adquirir un carácter cristiano perfecto, tratando de lograr, mediante el estudio diligente y la oración fervorosa, la preparación esencial para prestar un servicio aceptable en la causa de Dios». MJ 15


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

NUESTRA FRAGILIDAD

Arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la hierba que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca (Salmo 90:5, 6).

Como partes de las reflexiones del año que comienza, tal vez sea prudente pensar, como lo hacía el salmista, en la brevedad y transitoriedad de la vida humana. Creemos que vale la pena meditar en esto al comenzar un año nuevo. Nos da la perspectiva correcta de la vida y nos enseña a apreciar el tiempo que tenemos disponible para vivir.
De acuerdo al salmista, las personas en sus días vivían en promedio entre setenta y ochenta años (vers. 10). Si el autor del salmo fue Moisés, entonces, hace 2,500 años, la gente no vivía mucho más de lo que vive hoy. Sin embargo, las primeras diez generaciones antediluvianas vivieron un promedio de novecientos años; y las diez siguientes generaciones, después del diluvio, solo unos trescientos años. Aun así, comparados con los del salmista, eran muchos años.
Ante el faraón, Jacob dijo: «Ya tengo ciento treinta años [...]. Mis años de andar peregrinando de un lado a otro han sido pocos y difíciles, pero no se comparan con los años de peregrinaje de mis antepasados» (Gen. 47: 9). En tiempos modernos, hay personas que han vivido entre 115 y 120 años como máximo. Se cree que una de las personas que más ha vivido en nuestro tiempo, fue Jeanne-Louise Calment, una mujer francesa que vivió 122 años y 164 días.
Pero las tortugas galápagos viven 190 años; y ciertas ballenas han vivido 211 años. Entre los árboles se encuentra "secuoya gigante" llamado General Sherman, tiene dos mil años; el pino Matusalén se calcula que tiene 4,838 años; y el pino Prometeo tenía 4,844 cuando lo cortaron en 1964.
En contraste, el ser humano vive hoy como máximo de 65 a 82 años. Andorra es el lugar donde más tiempo vive la gente de 52 a 83 años; y Suazilandia, en el sur de África, donde menos tiempo vive de 23 a 32 años. Job decía esto del hombre: «Es como las flores, que brotan y se marchitan; es como efímera sombra que se esfuma» (Job 14: 2).
Por eso parece increíble que haya personas que viven como si fuesen a durar para siempre. La vida humana es breve, muy breve, y tenemos la obligación moral de vivirla con sabiduría. Debemos obtener el mejor provecho de ella e impartir el mayor bien. Así, nuestra corta vida tiene sentido. Que Dios nos ayude hoy a valorarla correctamente y a vivirla para él.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C.