Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. (Lamentaciones 3:22, 23).
En la cuarta pagina del primer periódico del año, había fotos de siete individuos a los que se les había preguntado: "¿Cuál es tu resolución para este nuevo año?" Mientras las leía, me preguntaba cuál habría sido la base real para cada declaración. Un joven decía: "Quiero encontrar una carrera exitosa en el área de Educación". (¿Era esta como la oración de Salomón pidiendo sabiduría, o para ganar prestigio personal y/o profesional?) Un padre joven dijo: "Deseo pasar más tiempo con mi familia". (¿Sabe él que tendrá que responder a la pregunta: "¿Dónde está el rebaño que te fue dado, tu preciosa grey?" [Jer. 13:20]). Tres damas tomaron resoluciones relacionadas con la salud: dos dijeron que deseaban perder algunos kilos; la otra expresó que quería dejar de fumar. (¿Sabrían que nuestros cuerpos son templo de Dios, y los querían purificar para él? [1 Cor. 3:16]). Otra participante prometió no ir más a ferias americanas. Dijo que no necesitaba más basura en su casa. No comentó lo que haría con el dinero que ahorraría por estas compras compulsivas; tal vez estaba considerando la idea de colaborar con alguna obra de caridad o un proyecto misionero. Entonces apareció el hombre que dijo: "¡Yo no hago resoluciones de año nuevo para no terminar rompiéndolas!" Me pregunto cómo habría respondido yo a la pregunta: "¿ Cuál es tu resolución para este nuevo año?" ¿Qué me gustaría que los lectores del periódico sepan acerca de mis resoluciones? ¿Qué es lo que realmente importa? ¿Qué áreas de mi vida necesito cambiar, y cuáles producirían un impacto en mí así como en los lectores? Me di cuenta de que las resoluciones hechas por las personas en el periódico reflejaban los aspectos físicos, sociales e intelectuales de sus vidas; pero ninguno sobre sus vidas espirituales. Nadie prometió caminar más cerca de Jesús o aliviar las cargas de sus prójimos. ¿Por qué esperar al nuevo año para hacer resoluciones para una vida mejor, para dejar algún mal hábito o para alegrar el día de algún alma menos afortunada? Hagamos resoluciones cada mañana a nuestro Dios, que nos provee de todo lo que necesitamos.
En la cuarta pagina del primer periódico del año, había fotos de siete individuos a los que se les había preguntado: "¿Cuál es tu resolución para este nuevo año?" Mientras las leía, me preguntaba cuál habría sido la base real para cada declaración. Un joven decía: "Quiero encontrar una carrera exitosa en el área de Educación". (¿Era esta como la oración de Salomón pidiendo sabiduría, o para ganar prestigio personal y/o profesional?) Un padre joven dijo: "Deseo pasar más tiempo con mi familia". (¿Sabe él que tendrá que responder a la pregunta: "¿Dónde está el rebaño que te fue dado, tu preciosa grey?" [Jer. 13:20]). Tres damas tomaron resoluciones relacionadas con la salud: dos dijeron que deseaban perder algunos kilos; la otra expresó que quería dejar de fumar. (¿Sabrían que nuestros cuerpos son templo de Dios, y los querían purificar para él? [1 Cor. 3:16]). Otra participante prometió no ir más a ferias americanas. Dijo que no necesitaba más basura en su casa. No comentó lo que haría con el dinero que ahorraría por estas compras compulsivas; tal vez estaba considerando la idea de colaborar con alguna obra de caridad o un proyecto misionero. Entonces apareció el hombre que dijo: "¡Yo no hago resoluciones de año nuevo para no terminar rompiéndolas!" Me pregunto cómo habría respondido yo a la pregunta: "¿ Cuál es tu resolución para este nuevo año?" ¿Qué me gustaría que los lectores del periódico sepan acerca de mis resoluciones? ¿Qué es lo que realmente importa? ¿Qué áreas de mi vida necesito cambiar, y cuáles producirían un impacto en mí así como en los lectores? Me di cuenta de que las resoluciones hechas por las personas en el periódico reflejaban los aspectos físicos, sociales e intelectuales de sus vidas; pero ninguno sobre sus vidas espirituales. Nadie prometió caminar más cerca de Jesús o aliviar las cargas de sus prójimos. ¿Por qué esperar al nuevo año para hacer resoluciones para una vida mejor, para dejar algún mal hábito o para alegrar el día de algún alma menos afortunada? Hagamos resoluciones cada mañana a nuestro Dios, que nos provee de todo lo que necesitamos.
Edith Fitch
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken