«Ten otra vez compasión de nosotros y sepulta nuestras maldades. Arroja nuestros pecados a las profundidades del mar» (Miqueas 7:19).
Uno de mis sueños es quitarme las botas de explorador y poder entrar en un submarino. Pero yo no quiero dar un paseo en cualquier submarino. Yo quiero montarme en uno de esos submarinos científicos con forma de burbuja que pueden bajar muchísimos metros hacia las profundidades del mar y buscar un calamar gigante. Has oído bien, he dicho un calamar gigante. Esta es una criatura inmensa con ocho brazos muy largos y dos tentáculos que usa para atrapar su alimento y comérselo. A mí no me gustaría parame en frente de uno de ellos, sino solo verlo de lejos.
Pero espera, ¿qué son todas esas cosas que hay tiradas en el fondo del océano? Son «pecados». Los hay de todos los tamaños y de todas las clases. ¿Cómo han llegado hasta ahí? Lee el versículo de hoy. Dios los arrojó ahí. Lo que el versículo quiere decir es que Dios nos ha perdonado y ha «arrojado» nuestros pecados donde nadie pueda encontrarlos. Significa que, cuando pedimos perdón por algo, ya no tenemos que volver a preocuparnos por ello. Es como si un calamar gigante se los hubiera comido y quedaran en el olvido para siempre. Me pregunto cuál será la comida favorita del calamar gigante, en verdad me lo pregunto.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush