sábado, 4 de junio de 2011

UNA CAJA DE SORPRESAS

Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado ni a su descendencia que mendigue pan (Salmo 37:25).

Mami, cuéntame una historia, dicen nuestros pequeños. Todas las mamás hemos pasado por la experiencia de contar historias a nuestros hijos antes de dormir. Esa noche yo le conté al mío la de unos niños que anhelaban comer plátanos. La guerra había traído escasez a cientos de familias que luchaban por sus necesidades básicas de alimento y vestido, y aquellos niños inocentes no podían comprender la tragedia que les estaba tocando vivir. Parecía muy infantil que en aquellas circunstancias hubieran pedido a Dios algo tan sencillo como comer plátanos, pero a veces Dios nos enseña que está al tanto de todas nuestras necesidades, por muy infantiles que parezcan.
«Señor, tenemos muchos deseos de comer plátanos, envía uno para mi hermano y otro para mí», fue su oración. Los papas escucharon aquellas palabras con angustia, y no pasó mucho tiempo antes de que llegara la respuesta. Una mañana recibieron en su hogar una caja que contenía un enorme plátano. Los ojos de aquellos niños brillaban de alegría, mientras los papas se reprochaban su falta de fe. Pero algo andaba mal. Dios no había enviado el pedido completo. Quizás no había escuchado toda la petición. Ellos querían dos platanitos, y solo había llegado uno.
Los papas trataron de explicarles todas las posibles razones por las que Dios solo había enviado uno. Los niños intentaron aceptar las explicaciones y se dispusieron a pelar el fruto, pero Dios les tenía otra sorpresa: había dos plátanos dentro de la misma cascara. Su pedido había sido escuchado minuciosamente y había sido contestado con la misma minuciosidad. Los niños se rieron por la ocurrencia de Dios y, mirando a sus padres, dijeron: «¿Ven?, Dios nunca se equivoca en sus envíos».
Aquella historia fue más que un relato para dormir a mi hijo, se convirtió para mí en una lección. Cuando tienes necesidad, ¿recuerdas las promesas divinas o te angustias por no encontrar salida? Dios realmente está ansioso de que acudamos a él en todo momento. No menospreciemos la ayuda divina por pequeña que pueda ser nuestra necesidad.
Prueba a Dios y verás que tiene grandes sorpresas para tu vida.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

LO BUENO Y LO MEJOR (PARTE 1)

Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel. 2 Samuel 17:14.

Estaba sumamente intranquilo. Si bien sabía qué decisión tomar, no tenía la seguridad de hacer lo correcto. Sentía que debía estudiar Teología, pero ya había cursado tres años de Ingeniería Electrónica. ¿Qué hacer? Fui a ver al pastor Carlos Hein, y después de una breve conversación le planteé mi duda. Con cariño me explicó que era Dios quien había implantado en mí ese deseo de estudiar para servirle como ministro en su iglesia, me animó a que siguiera lo que me indicaba mi corazón, pero antes de terminar la charla me dijo: "David, el día que seas pastor, no trates de hacer lo bueno. Trata siempre de hacer lo mejor. La iglesia no necesita solo buenos pastores, también requiere de los mejores".
Esa sabia opinión me ayudó a encarar mi carrera universitaria de una manera: dar siempre lo mejor a los demás y a Dios.
Volviendo a la historia de ayer, podemos afirmar que Ahitofel era un consejero astuto e inteligente, pero no era el único, ya que en la rebelión de Absalón contra David, sus consejos estuvieron en pugna con los de Husai arquita.
Ahitofel, como consejero más viejo y experimentado, fue el primero en presentar su estrategia para derrocar a David. Luego, Absalón y sus hombres consultaron a Husai sobre la misma cuestión, pero este joven consejero dio una opinión diferente.
Al compararlos, "Absalón y todos los de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel". ¿Qué marcó la diferencia? El consejo de Ahitofel era bueno, pero el de Husai les pareció mejor.
En tu vida estudiantil y profesional, se va a pelear una batalla en tu interior: ser bueno o ser mejor. El mundo está lleno de buenos padres, buenos profesores, buenos médicos, buenos pastores, buenos mecánicos y buenos ingenieros, pero más allá de la cantidad de "buenos" que haya, el desafío es llegar a ser mejores. Es verdad que para ello se necesita más empeño, más tenacidad, perseverancia y paciencia. También, en muchos casos, será necesario dedicar horas extras a las labores para que el resultado sea el mejor, pero vale la pena el esfuerzo. Hoy Dios te da la posibilidad de crecer bajo su dirección y de elegir lo que prefieras: ser bueno o ser mejor.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

VENID A MÍ

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28.

Buenos Aires despierta, perezosa, esta mañana, sumergida en una niebla espesa. Me levanto, y bajo al restaurante del hotel, a desayunar. En mi mesa, tengo un par de medialunas y una taza de chocolate con leche. A mi lado, en otra mesa, una pareja discute la relación hecha pedazos. No les importan los demás.
En el clímax de la discusión, el hombre golpea la mesa con violencia, se levanta y vocifera: "Estoy cansado de esta vida miserable. No quiero verte más. Me voy".
Y se va. Quién sabe adónde. Toma la avenida 9 de Julio y desaparece. La señora lo sigue, inundada en lágrimas.
Subo a mi cuarto. Mi ventana da al Obelisco. Me quedo un rato, observando aquella joya arquitectónica, símbolo de esta ciudad cosmopolita. Después, recordando el triste incidente del desayuno, empiezo a escribir.
"Estoy cansado de esta vida miserable", dijo aquel hombre, antes de partir. Todos los días, hay gente que despierta cansada. No es cansancio físico; ¡ojalá lo fuera! Para ese tipo de cansancio, hay remedio. Pero ¿qué haces con el hartazgo del alma? ¿Adónde vas cuando las sesiones de psicoanálisis no resuelven tu problema, ni los somníferos logran que duermas? El hastío de vivir lleva al ser humano a la inercia emocional: ama sin amar; camina sin observar. No disfruta de las cosas bellas que la vida ofrece. Simplemente, sigue el rumbo de la existencia, sin alegría.
Más de dos siglos atrás, el Señor Jesucristo dijo: "Venid a mí todos los que estáis cansados". Esta es una invitación para quienes están cansados de vivir las acritudes cotidianas; para los que luchan y no alcanzan; para los derrotados; para los que cayeron en la rutina agobiante de trabajar sin motivación.
Nadie jamás vino a Jesús y volvió frustrado. Él es el agua de vida, que calma la sed del alma. El pan que satisface el hambre del espíritu. Millones lo han buscado, y han recibido el bálsamo curador de la paz que inunda el corazón del cansado peregrino.
Hoy puede ser tu día de encuentro con Jesús. Es tan simple. Solo abrir el corazón y decirle que no puedes. Aceptar tus limitaciones humanas y confiar en su poder divino. No salgas hoy, a enfrentar las cosas que te esperan allá, afuera, sin repetir la promesa de Jesús: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón