sábado, 13 de abril de 2013

ROPA ROBADA

Lugar: India 
Palabra de Dios: Colosenses 3:12-14

Ramraj* se unió a la pequeña multitud de personas que se había reunido afuera, para escuchar historias acerca de Jesús. Cuando la reunión terminó, se quedó atrás, para hablar con el misionero Hyde. Después de varias charlas de estas, Kamraj decidió que él también quería hacerse cristiano.
Unos pocos días más tarde, sin embargo, Kamraj sintió muchos deseos de beber. "Necesito dinero", pensó. "¿De dónde voy a conseguir dinero?" Pronto se le ocurrió una idea. Se deslizó al interior de la casa del misionero, para ver qué podía encontrar. Después de una mirada rápida, sus ojos se posaron en la ropa del hombre. Sí, eso serviría. Rápidamente, Kamraj las puso en una bolsa y se escurrió por la puerta de atrás.
Kamraj vendió la ropa, y usó ese dinero para comprar una botella de whisky. Pero, mientras se lo tomaba, no podía dejar de pensar en el bondadoso misionero que se había hecho su amigo, y en lo que este haría cuando descubriera que le faltaba la ropa. No tuvo que esperar mucho. El misionero Hyde vino a buscarlo.
-Sé lo que hiciste, Kamraj -le dijo-. Alguien te vio salir de mi casa. Pero, me doy cuenta de que estás triste por lo que hiciste, y yo te perdono. Espero que, junto conmigo, le pidas perdón a Dios, también. Él sigue amándote, y quiere que vuelvas a él.
Kamraj no pudo resistir el amor y la bondad del misionero. Los ojos se le llenaron de lágrimas, mientras oraban.
No es siempre fácil ser bueno con alguien que nos ha hecho algo malo, pero si tenemos el amor de Dios en nuestros corazones, podemos ser bondadosos y perdonadores. "Revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia... Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto".

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

UN SUAVE MURMULLO

¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan, y su salario en lo que no satisface? Escúchenme bien, y comerán lo que es bueno, y se deleitarán con manjares deliciosos. Presten atención y vengan a mí, escúchenme y vivirán. Isaías 55:2-3.

Los ecologistas aseguran que un nuevo modo de contaminación nos invade. Ya no solamente se trata del exceso de basura y desechos que generamos en cada hogar y en cada empresa, ni de los gases tóxicos; ahora también debemos enfrentar la contaminación auditiva, esa que se produce por causa del ruido. Ya casi es imposible gozar de los sonidos de la naturaleza que están destinados a darnos paz y tranquilidad, como son el sonido de las olas del mar al romper en la playa, el canto de las aves o el repiqueteo de la lluvia al golpear sobre alguna superficie; todos ellos, sonidos destinados a ponernos en conexión con la creación y el Creador
Por el contrario, son miles y millones los ruidos provocados por los seres humanos que saturan nuestro medio, especialmente en las ciudades: el motor de millones de automóviles que se mueven en las calles de nuestras grandes ciudades, los aviones supersónicos que rompen la quietud de la noche con el ruido de sus turbinas, el griterío de los que compran y venden en los mercados, la música estridente de las discotecas y las miles de voces humanas que buscan ser escuchadas tras un micrófono o en los programas basura de la televisión. Los estudiosos pronostican altos niveles de sordera para las generaciones futuras, pues el oído humano está expuesto a una cantidad de decibelios insoportable para este órgano tan sensible y complejo.
Cuando Dios se reveló a Elías, no lo hizo por medio de un terremoto ni de un trueno, sino por medio de un suave murmullo (1 Rey. 19:12) apenas perceptible. Tan suave y apacible, que el profeta, en medio de su miedo y desaliento, casi ni lo pudo escuchar. La sordera espiritual suele ser la más agresiva. Nos desconecta del cielo para que escuchemos únicamente los ruidos mundanales. Nos invade el temor, pues creemos que Dios no está, que no se preocupa de nosotros, que nos priva de su consejo. Nada más lejos de la realidad. El Señor siempre habla al oído humano y anhela que lo escuchemos.
Comienza este día apartándote del mundanal ruido y escuchando la voz de Dios, que como siempre, hoy también tiene algo que decirte.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL CASO DE LOS NINIS

Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará (Proverbios 22:6).

Hace mucho tiempo, una de las frases más comunes para conocer a un joven era preguntar: «Y tú, ¿estudias o trabajas?» La pregunta representaba, y aún representa, una forma de entender la sociedad y a sus miembros productivos; si el joven no estudia, se supone que trabaja.
Pero ahora diversas sociedades enfrentan una terrible crisis: la sobrepoblación. Cada año, en todo el mundo, se unen a la fuerza laboral millones de jóvenes bien preparados, listos para ocupar su lugar en el mundo del trabajo. El problema es que la sociedad no hizo provisión para todos y no encuentran trabajo.
También existe otro problema, igual de grave que el anterior. Cada año millones de jóvenes alcanzan la edad en que deben comenzar su preparación profesional, pero no hay lugar para ellos en las instituciones de educación superior. Aparentemente, la sociedad no hizo provisión para ellos.
El resultado es el surgimiento de una nueva clase de jóvenes que no son ni estudiantes ni trabajadores. Son los ninis. Los que ni trabajan ni estudian. La expresión es popular, pero lo que significa es una señal de los tiempos. Una verdadera tragedia.
Los ninis son aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan. Estimaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señalan que los jóvenes mexicanos en edad productiva que pertenecen a este sector son alrededor de siete millones. No estudian y tampoco trabajan.
José Narro, rector de la UNAM, señaló que hace falta una revisión en la escala de valores de la sociedad actual, porque parece privilegiar más la acumulación rápida de dinero que el esfuerzo, el trabajo o la honestidad. El rector se muestra preocupado, porque la tragedia es que los ninis se convierten en las fuerzas de reserva de la delincuencia organizada. Especialistas como Gustavo Saraví señalan que el crimen ofrece a estos muchachos las recompensas, el reconocimiento y el dinero que no encontraron de manera legal en la sociedad.
Pero tú no tienes por qué sentirte atrapado en esa red de incertidumbre. Dios siempre hace provisión para los suyos. Sus hijos no son, ni pueden ser, ninis porque son hijos e hijas del Rey del cielo. Escucha la promesa divina: «He sido joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto justos en la miseria, ni que sus hijos mendiguen pan. Prestan siempre con generosidad; sus hijos son una bendición» (Sal. 37:25,26).
Siempre hay oportunidades para los hijos fieles de Dios. No temas. El Señor no abandona a sus hijos. Afronta el futuro con responsabilidad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

¿TIENE USTED ACEITE EN SU LÁMPARA?

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Mateo 25:1 (lea Mateo 25:1-13).

Aunque a cinco de estas vírgenes se las representa como sabias y a cinco como insensatas, todas tenían lámparas. Todas habían sido convencidas de que debían prepararse para la venida del novio, y todas habían ganado un conocimiento de la verdad. No hubo una diferencia aparente entre las sabias y las insensatas hasta que se escuchó el clamor: "¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!" (Mat. 25:6), pero la condición verdadera de las cosas ya se había desarrollado. Las sabias habían tomado la precaución de llevar aceite consigo en sus recipientes, de manera que si sus lámparas comenzaban a arder con poca luz, pudieran ser reabastecidas con aceite; pero las insensatas no se habían preparado para esta emergencia, y ahora hicieron un pedido ferviente y desesperado a aquellas que eran sabias... Habían descuidado prepararse para encontrarse con el esposo, y ahora se dirigieron a aquellas que se habían abastecido de aceite... Al leer esta parábola, uno no puede dejar de sentir pena por las vírgenes insensatas y hacer la pregunta: ¿Por qué es que las sabias no dividieron su provisión de aceite? Pero al hacer la aplicación espiritual de la parábola podemos ver la razón. No es posible para los que tienen fe y gracia dividir su provisión con los que no las tienen. No es posible para quienes han efectuado una preparación del corazón impartir el beneficio de esto a los que apenas han hecho una preparación superficial... Las diez vírgenes en total parecían estar listas para la venida del esposo, pero la prueba demostró el hecho de que cinco no estaban listas...
Las vírgenes necias no representan a los hipócritas. Les interesaba la verdad, abogaban por la verdad, tenían la intención de salir a encontrarse con el esposo.
Están conectadas con quienes creen la verdad, van con ellos, tienen lámparas, que representan un conocimiento de la verdad...
Muchos aceptan rápidamente la verdad, pero, al no ser asimilada, sus efectos son neutralizados. Se parecen a las vírgenes necias que quedaron sin la provisión de aceite para sus lámparas. El aceite es símbolo del Espíritu Santo, que llega hasta el corazón gracias a la fe en Cristo. Quienes escudriñan las Escrituras con diligencia y mucha oración, y confían en Dios con una fe firme y obedecen sus mandamientos, están representados por las vírgenes sabias.— Review and Herald 17 de septiembre de 1895; parcialmente en Recibiréis poder p. 18.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White