En el principio creo Dios los cielos la tierra (Génesis 1:1).
La Biblia comienza diciendo: «La tierra estaba desordenada y vacía (Gen. 1:2). En otras palabras, no había nada, solo un montón de materia defectuosa, sin forma ni vida, un punto olvidado en el inmenso universo. Sin embargo, Dios siempre transforma todo en algo realmente bueno. La historia de la creación no es meramente una narración más, sino que nos asegura que tenemos un Dios que se preocupa por nosotros. Un Dios que no dejo todo como estaba, aunque eso implicara tiempo, trabajo y hasta la confección de un plan de salvación. Dios ama por naturaleza. Su constante amor no cesa de dar porque es la esencia misma de su ser.
Siempre que viajo en avión me gusta mirar el horizonte lleno de nubes que asumen toda clase de formas. Pienso entonces que en esa inmensidad se encuentra mi mundo. Un mundo perdido, oscuro, lleno de manchas de pecado, un mundo caído. Mi corazón no deja de admirar el amor tan misterioso que emana de un Dios que, a pesar de mi triste condición, permanece al tanto de mí.
Recuerdo las palabras de un canto cristiano que dice: «Mira hacia el cielo y lo veras, / que pequeñito el mundo es. / Mira hacia el cielo y lo veras. / Como un juguete de cristal, / que con cariño hay que cuidar. / Mira hacia el cielo, y lo veras».
Debemos mirar a menudo al cielo y preguntarnos por qué Dios se interesa por nosotros. Así como tomo en sus manos aquel mundo desordenado y vacío, puede tomar tu vida y hacerla realmente hermosa. Puede ser que mientras lees esta meditación tu pasado tormentoso se presente ante ti, recordándote un presente no menos desastroso. Quizá tus lágrimas le obliguen a detener la lectura para clamar por ayuda divina. Si es así, no dudes en hacerlo. No hay pasado ni presente que Dios no pueda transformar. El que tuvo poder para crear algo realmente bueno cuando todo estaba desordenado y vacío, puede hacer de tu presente un comienzo, un punto de partida para una vida realmente hermosa, nueva y limpia. Solo ve a él. Su amor por ti no ha disminuido.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
La Biblia comienza diciendo: «La tierra estaba desordenada y vacía (Gen. 1:2). En otras palabras, no había nada, solo un montón de materia defectuosa, sin forma ni vida, un punto olvidado en el inmenso universo. Sin embargo, Dios siempre transforma todo en algo realmente bueno. La historia de la creación no es meramente una narración más, sino que nos asegura que tenemos un Dios que se preocupa por nosotros. Un Dios que no dejo todo como estaba, aunque eso implicara tiempo, trabajo y hasta la confección de un plan de salvación. Dios ama por naturaleza. Su constante amor no cesa de dar porque es la esencia misma de su ser.
Siempre que viajo en avión me gusta mirar el horizonte lleno de nubes que asumen toda clase de formas. Pienso entonces que en esa inmensidad se encuentra mi mundo. Un mundo perdido, oscuro, lleno de manchas de pecado, un mundo caído. Mi corazón no deja de admirar el amor tan misterioso que emana de un Dios que, a pesar de mi triste condición, permanece al tanto de mí.
Recuerdo las palabras de un canto cristiano que dice: «Mira hacia el cielo y lo veras, / que pequeñito el mundo es. / Mira hacia el cielo y lo veras. / Como un juguete de cristal, / que con cariño hay que cuidar. / Mira hacia el cielo, y lo veras».
Debemos mirar a menudo al cielo y preguntarnos por qué Dios se interesa por nosotros. Así como tomo en sus manos aquel mundo desordenado y vacío, puede tomar tu vida y hacerla realmente hermosa. Puede ser que mientras lees esta meditación tu pasado tormentoso se presente ante ti, recordándote un presente no menos desastroso. Quizá tus lágrimas le obliguen a detener la lectura para clamar por ayuda divina. Si es así, no dudes en hacerlo. No hay pasado ni presente que Dios no pueda transformar. El que tuvo poder para crear algo realmente bueno cuando todo estaba desordenado y vacío, puede hacer de tu presente un comienzo, un punto de partida para una vida realmente hermosa, nueva y limpia. Solo ve a él. Su amor por ti no ha disminuido.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera