miércoles, 29 de julio de 2009

CUANDO LOS ÁNGELES ALABAN A DIOS

Tributen al Señor, pueblos todos, tributen al Señor la gloria y el poder. Tributen al Señor la gloria que merece su nombre; traigan sus ofrendas y entren en sus atrios (Salmo 96: 7, 8).

En esta ocasión quiero resaltar la forma en que los ángeles alaban a Dios: «Y día y noche repetían sin cesar: "Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de venir"» (Apoc. 4:8). Pocas veces nos ponemos a pensar que una de las principales funciones de los ángeles es alabar a Dios: «Los Serafines que se encuentran delante del trono están llenos de temor reverente al contemplar la gloria de Dios, que ni por un instante se miran a sí mismos con complacencia propia, admirándose a sí mismos o el uno al otro» (Conflicto y valor, p. 234). Los seres celestiales alaban al Señor con reverencia y alegría; a veces nosotras descuidamos ambos elementos en nuestra forma de adorar a Dios y, por ejemplo, cantamos sin meditar en las palabras que entonamos, posiblemente nuestro pensamiento está en otro lado. Pero recuerda que siempre que tengas la oportunidad de alabar a Dios puedes contagiarte del deleite que los ángeles muestran cuando rinden honra y gloria al Creador. Estoy segura de que todas tenemos motivos de agradecimiento aparte del sacrificio de Jesús para nuestra salvación; es cuestión de comenzar a recordar las grandes bendiciones que el cielo nos ha dado. Eso es muy importante para rendir al Señor una ado­ración sincera. Y si los ángeles alaban constantemente a Dios es porque en sus vidas la mano poderosa del Señor se manifiesta a cada momento y, como se­res libres, prorrumpen en devoción al Padre celestial. «Los ángeles del cielo alaban a Dios todo el tiempo, y aquí hay mortales por los cuales Cristo dejó el celeste hogar y sufrió burlas, insultos y muerte para llevarnos a morar con él en los lugares celestiales, y ellos no ofrecen alabanza. Si estáis sentados en los lugares celestiales con Cristo, no podréis dejar de alabar a Dios. Comenzad a educar vuestras lenguas para alabarlo, y enseñadles a vuestros corazones a hacer melodías para Dios» (En ¡os lugares celestiales, p. 96). Es aquí en la tierra donde debemos comenzar a educar nuestras voces y entonar las alabanzas; recordemos la actitud correcta para hacerlo, y no nos olvidemos de enseñar a nuestros hijos a alabar a Dios.

Helenah Corona de Flores
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

ES IMPOSIBLE SER MÁS GENEROSOS QUE DIOS

Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta. Lucas 6: 38

Alguna vez te sentiste empujado a dar algo que significaba mucho para ti? Cuando Pam Adams, flautista de la Sinfónica de Fort Worth, supo que su iglesia abría un fondo de construcción quiso poner su granito de arena. Por eso le preguntó a Dios cuánto quería que diera. Y Dios le respondió que, en lugar de un donativo en dinero, diera su flauta. Pam no podía creer que Dios le pidiera que abandonase algo que tenía tanto valor para ella. En primer lugar, era un instrumento muy caro y ella no tenía el dinero necesario para comprar otro. En segundo lugar, le pagaban por tocar la flauta. ¿Cómo podría ganarse la vida si se deshacía de ella? El día que la congregación tenía que llevar sus donativos y sus compromisos, Pam llevó su flauta a la iglesia. Tocó una música especial. Luego, cuando el pastor pidió a la congregación que llevaran sus ofrendas para el fondo de construcción, Pam caminó hasta el estrado y puso su flauta en la cesta de las ofrendas. Después de la iglesia, Pam se fue a casa. Sin su amada flauta. Pero esa noche recibió una llamada telefónica del pastor. Uno de los miembros de la iglesia había quedado tan impresionado con el donativo de Pam que había ofrecido pagar el precio de la flauta para que ella pudiera recuperarla. Pam recuperó su flauta y la iglesia recibió un cheque con una fuerte suma de dinero. Pam aprendió que cuando estamos dispuestos a dar a Dios lo que nos pida, él siempre nos supera.

Tomado de la Matutina El viaje siempre increíble.

PERSONAS DIFICILES DE AMAR

Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre. Mateo 3: 4

Somos diferentes de otras personas. No solo nuestras huellas digitales y nuestro ADN; también nuestras costumbres, nuestras prácticas, nuestras preferencia y nuestros gustos lo son. Y la diferencia todavía es mayor cuando somos de otra cultura. Juan el Bautista nos causaría una impresión muy extraña en la actualidad. Su forma de vestir, su manera de hablar, su cabello de nazareo, su forma de alimentarse, y muchas otras características suyas podrían hacérnoslo ver inaceptable, difícil de amar. A veces encontramos personas raras en la vida. Individuos que complican nuestro mundo y que son difíciles de amar. Otros, por sus defectos de carácter, nos desagradan; son como aguijones y espinas, que con solo tocarlos nos hieren. ¿Deseas que el mundo cambie para sentirte seguro? ¿Quisieras que cambiaran todas esas personas raras para poder amarlas? Es imposible. La solución es que Dios te cambie a ti para que aprendas el arte de amar a los que son diferentes. No son los demás los que deben cambiar. Debes cambiar tú por el bien del mundo. Juan el Bautista nos enseña algunas verdades importantes que nos ayudan a relacionarnos mejor con los demás y aceptarlos a pesar de sus diferencias:
  • Las personas más dedicadas parecen raras. Están en este mundo, tal como son, porque Dios las necesita para cumplir sus propósitos. Son la respuesta de Dios a muchas necesidades que no comprendemos. Por su manera rara de ser encajan perfectamente en el lugar y la época en que viven para la tarea que Dios les ha asignado.
  • Busca la sencillez y serás usado por Dios. Aprende a llevar el "pelo de camello" de una vida espiritual interior. Aférrate al Señor en la necesidad desértica de tu propia devoción. Puede ser que tu apego a la voluntad del Señor y tus prácticas cristianas te hagan parecer una persona rara. Cuando ames al Señor con todo tu corazón, el deseo de quedar bien a los ojos de los demás perderá su importancia.
  • Debemos practicar una vida de sumisión a Dios. Somete tu voluntad al Señor. Entrégale todo lo que eres y todo lo que puedes ser. Dile a Dios: «Hazme como tú deseas que sea. Acepto tus costumbres, tu alimento, tu vestuario. No diré al mundo: "Aquí estoy", le diré: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo"».
Di a Dios: «Señor, no me importa que el mundo me considere raro. Deseo hacer voluntad, y ser semejante a Jesús».

Tomado de la matutina Siempre Gozosos.