Por último, hermanos, consideran bien todo lo verdadero, todo lo respetable todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio (Filipenses 4:8).
Las buenas obras no toman vacaciones, siempre siguen su curso hasta la eternidad. No importa cual papel desempeñen en la vida, siempre hay un espacio para llevar a cabo obras de bondad. Toda obra noble siempre está en proceso de la perfección. Dios nos ayuda a progresar porque nuestras posibilidades son ilimitadas Pero necesitamos pensar en actuar sobre todo en aquello que perfeccionará nuestro carácter.
Cuando el legendario Pablo Casals llegó a los noventa y cinco años de edad, un periodista le preguntó: «Señor Casals, con noventa y cinco años usted es el más grande violonchelista. ¿Por qué sigue practicando seis hora cada día?» A lo que el músico respondió: «Porque creo que estoy progresando». Mientras vivamos en este mundo todos nuestros sentidos tienen que estar bien dirigidos y ocupados al servicio de Dios y al del prójimo, para así supera barreras y sentirnos felices de lograr las metas que no hemos propuesto. ¿En que estamos ocupadas? ¿En que empleamos la vista, los oídos, las manos? ¡Hay que mantener la mirada en la meta!
El emperador Tito, cuando durante el día no había hecho ninguna buena obra, acudía a esta frase muy popular en él: «Amigos, he perdido el día». Es penoso reflexionar al final del día sobre lo que se ha hecho y descubrir que no se compra con lo que se debía haber hecho. Querida amiga, no nos detengamos a perder las oportunidades que tenemos cada día para realizar obras que lleven el sello de la aprobación divina. No importa la edad, ¡hay que servir! Aun después de la muerte las buenas obras perduran. El límite es el cielo.
Las buenas obras no toman vacaciones, siempre siguen su curso hasta la eternidad. No importa cual papel desempeñen en la vida, siempre hay un espacio para llevar a cabo obras de bondad. Toda obra noble siempre está en proceso de la perfección. Dios nos ayuda a progresar porque nuestras posibilidades son ilimitadas Pero necesitamos pensar en actuar sobre todo en aquello que perfeccionará nuestro carácter.
Cuando el legendario Pablo Casals llegó a los noventa y cinco años de edad, un periodista le preguntó: «Señor Casals, con noventa y cinco años usted es el más grande violonchelista. ¿Por qué sigue practicando seis hora cada día?» A lo que el músico respondió: «Porque creo que estoy progresando». Mientras vivamos en este mundo todos nuestros sentidos tienen que estar bien dirigidos y ocupados al servicio de Dios y al del prójimo, para así supera barreras y sentirnos felices de lograr las metas que no hemos propuesto. ¿En que estamos ocupadas? ¿En que empleamos la vista, los oídos, las manos? ¡Hay que mantener la mirada en la meta!
El emperador Tito, cuando durante el día no había hecho ninguna buena obra, acudía a esta frase muy popular en él: «Amigos, he perdido el día». Es penoso reflexionar al final del día sobre lo que se ha hecho y descubrir que no se compra con lo que se debía haber hecho. Querida amiga, no nos detengamos a perder las oportunidades que tenemos cada día para realizar obras que lleven el sello de la aprobación divina. No importa la edad, ¡hay que servir! Aun después de la muerte las buenas obras perduran. El límite es el cielo.
Isabel Zemleduch de Alvarado
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.