Anima igualmente a los jóvenes a ser juiciosos en todo. Tito 2:6,7.
«Casarse con un Judas». Este es el tema de un interesante artículo escrito por Meg Wilson y publicado por Adventist Review (Revista adventista en inglés) en su edición en línea (www.adventistreview.org/article.php?id=2529).
La autora narra allí la pesadilla que vivió Teresa cuando descubrió que el «príncipe azul» de sus sueños se había convertido es su peor pesadilla. «Primero descubrí que me estaba siendo infiel —le contó Teresa a Susana, su mejor amiga—. Luego supe que era un adicto a la pornografía en Internet».
Su adorado príncipe asistía a la iglesia, y en apariencia se veía muy correcto en todas las cosas. Pero en menos de dos años de matrimonio, Teresa descubrió que se había casado con un Judas. «Muchas veces», dice Teresa, «llegaba a casa después de haber estado con la otra mujer, o de haber estado mirando imágenes pornográficas, para darme el beso de Judas».
¿En qué se había equivocado Teresa? «Mis padres me dijeron que nuestra relación estaba avanzando con demasiada rapidez». Ese fue uno de los dos errores: Casarse sin conocer bien a su futuro cónyuge. El otro fue pensar que una persona es cristiana simplemente porque asiste a la iglesia.
La experiencia de Teresa no fue en vano. Al menos sirvió para que Susana, su amiga, aconsejara a otras muchachas. Una de ellas fue Berta, quien parecía muy enamorada de Jorge, a pesar de haberlo conocido durante solo dos meses.
—Berta, ¿qué te hace pensar que Jorge es un cristiano fiel? —le preguntó Susana.
—Bueno, le gusta ir a la iglesia.
—¿Has encontrado alguna falta en él?
—Pues, no se me ocurre ninguna.
—¿Qué sabes de su familia?
— Bueno, apenas los he visto... Pero, ¿por qué tantas preguntas, Susana?
Susana le explicó a Berta, entre otras cosas, que el noviazgo no es fantasía. Que no hay ser humano perfecto en esta vida, razón por la cual debía tomarse tiempo para conocer bien a Jorge y también a su familia. Según el relato, Berta acepto el consejo de Susana.
Estos consejos son válidos para cualquier noviazgo. Que tu novio o novia asista a la iglesia es un buen comienzo, pero no garantiza un final feliz. Tienes que darte suficiente tiempo para conocer bien a esas personas, y también a su familia. No sea que termines recibiendo… el beso de Judas.
Padre celestial, escoge tú mí pareja. Y dame discernimiento para identificarla.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala