«¡Dios mío, tú eres mi Dios! Con ansias te busco, pues tengo sed de ti; mi ser entero te desea, cual tierra árida, sedienta, sin agua» (Salmo 63:1).
¿Tienes sed? Tómate un vaso de agua. Tu cuerpo necesita un montón de agua cada día. Los médicos dicen que debemos tomar al menos ocho vasos de agua diarios. ¿Sabes por qué necesitamos tanta agua?
Todas las partes del cuerpo necesitan agua. Tus músculos necesitan agua para moverse cuando juegas o trabajas fuera de tu casa. Tus intestinos necesitan agua que los ayude a mantenerse limpios. Incluso tu cerebro necesita agua para que puedas pensar claramente y sacar buenas calificaciones.
Tu cerebro controla todo lo que haces. Los científicos creen que cuando las células del cerebro necesitan agua te avisan y te hacen buscar un bebedero para que la tomes.
Debido a nuestra naturaleza pecaminosa, nuestra mente no siempre nos avisa cuando necesitamos más de Dios. Debemos crear los hábitos de orar y leer la Biblia, de manera que no podamos estar sin él ni siquiera un día. ¿Tienes sed de Dios como la tenía David en el versículo de hoy? Toma del agua de Dios y nunca tendrás sed de cosas malas.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush