sábado, 10 de diciembre de 2011

BAJO EL MANTO BLANCO DE LA NIEVE

Lávame y seré más blanco que la nieve. (Salmos 51:7).

Todo parecía en calma, y aunque se había anunciado una fuerte tormenta de nieve, esta parecía no llegar. Elisa miraba por la ventana, deseando que nevara para poder hacer muñecos de nieve. Su madre le dijo que era hora de acostarse, y ella, por una vez, obedeció sin rechistar. Después de todo, ese día no había sido muy feliz para ella. Había discutido con su mejor amiga y le había hecho daño con sus palabras, y ahora se sentía fatal. La noche transcurrió de un lirón, pero cuando despertó se dio cuenta de que estaba tapada con varias frazadas y de que hacía mucho frío.
En seguida salió del cuarto, ya que su mamá la llamó para desayunar. Mientras bajaba las escaleras oyó que llamaban a la puerta. Se adelantó a su madre para abrir, y cuál no sería su sorpresa al ver frente a ella a la amiga a la que había hecho daño el día anterior. Sin mediar palabra las dos se abrazaron y se sentaron juntas a desayunar. Después de un rato Elisa le pidió a su amiguita que la perdonara, a lo que la amiguita respondió: «Mira, Elisa, tú eres mi mejor amiga y yo le quiero mucho. Aunque estaba muy enojada contigo, anoche, antes de dormir, le pedí a Dios que me. ayudará a perdonarle. Cuando esta mañana vi la nieve que cubría con su blanco manto toda la suciedad del día anterior, sentí que Dios también había cubierto nuestro entado. Entonces decidí venir a verte, porque quiero que nuestra amistad sea como la nieve: blanca y pura, sin mancha ni suciedad».
El himno 270, titulado «Anhelo ser limpio», también expresa este mismo deseo: «Anhelo ser limpio y completo, Jesús; que mores en mi alma en tu fúlgida luz. Mis ídolos rompe, los que antes amé. ¡Oh lávame y blanco cual nieve seré!».
¿Necesitas que tu vida sea cubierta por el blanco manto del perdón divino? Acude a él. Únete al salmista en su súplica: «¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!» (Sal. 51: 2).
¿Necesitas ser blanqueada por la sangre redentora de Cristo? Ve al pie de la cruz.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EL SELLO DE DIOS

No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. Apocalipsis 7:3.

Faltaban pocos días para la Navidad y ese domingo decidí visitar a dos prisioneros. Al llegar, advertí que la guardia no hacía lo acostumbrado de cada domingo sino que se advertía un despliegue excesivo de seguridad. Luego de entregar mi documento de identidad y la llave del auto, me llevaron a un cuarto, revisaron mi ropa y luego pusieron en mi brazo un sello invisible. Le pregunté al guarda de turno el porqué de tanto movimiento, a lo que me respondió: "Para la época de fiestas, hay que tomar precauciones extras, porque en otros años ha habido fuga de presos entre los familiares y amigos. A la salida, todos las visitas tendrán que mostrar su sello, y quien no lo tenga, deberá permanecer encerrado porque trataba de escapar". Al finalizar la visita, hombres y mujeres hacían fila para que una luz ultravioleta hiciera resaltar el sello y así pudieran salir de la cárcel.
La Biblia anuncia que Dios también hará una separación entre los habitantes del mundo, y quienes no tengan su sello se perderán. Por eso es importante determinar qué es el sello de Dios.
Un sello es la señal de autoridad de alguien. El sello debe tener el nombre, el cargo y la jurisdicción de quien representa. El rector de una universidad tendrá en su sello su propio nombre, su cargo: "Rector", y para señalar su jurisdicción dirá "Universidad Nacional de...". El sello del presidente de tu país contiene su nombre, el cargo: "Presidente de la Nación" y el lugar de autoridad: el nombre de tu país.
De la misma manera, la Biblia presenta el sello de Dios incorporado en uno de los mandamientos. Ese mandamiento debe decir su nombre: Jehová Dios; su cargo: Creador; su jurisdicción: el cielo y la tierra. Si el cuarto mandamiento no estuviera dentro del Decálogo, cualquier persona podría pretender ser el autor de la ley, pero este mandamiento descalifica a cualquier ser creado y señala al verdadero autor de la ley: Jehová Dios. Este es el único mandamiento que contiene el nombre, el cargo y el lugar donde se ejerce la autoridad.
"El sello del Dios viviente se coloca sobre aquellos que con plena conciencia guardan el día de reposo de Jehová... De los Diez Mandamientos, solo el cuarto contiene el sello del gran Legislador, el Creador de los cielos y la tierra" (Elena G. de White, Eventos de los últimos días, p. 224).
Prepárate para recibir el sello de Dios en tu frente.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

MI TESORO

Ahora, pues, si dieres oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro, sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Éxodo 19:5,6.

Siete de julio de 1730. Isla de Reunión, antigua Bourbon, en el mar Indico. Un pirata va a ser colgado en la horca; los soldados vigilan y el público observa. Ha llegado el fin para uno de los más ricos piratas del Indico, Oli-vier Levasseur, apodado "La Buse" ["El halcón"]. Con la soga al cuello, antes de ser ejecutado, el intrépido ladrón de los mares asombra a la multitud desde el patíbulo. Muestra un documento que había escondido entre sus ropas, y exclama: "¡Mis tesoros para quien lo comprenda!"
Fue de esa forma que se dio inicio a una carrera desenfrenada, en busca del supuesto tesoro de Levasseur. El desafío era descifrar un criptograma escrito por el pirata, en el que indicaba algún lugar, en el mar Indico, donde estaría escondido el tesoro. Hasta el día de hoy nadie ha logrado encontrar el tesoro de Levasseur. En las últimas décadas, ha sido buscado en las islas Seychelles, pero todavía sin resultado.
Levasseur asaltó infinidad de barcos portugueses y franceses, por todo el Indico. Su mayor golpe fue en 1721, cuando capturó un barco portugués cargado de ricos tesoros. Para disfrutar de sus riquezas, Levasseur se retiró a una isla cercana a Madagascar. Y llegó a un acuerdo con Francia, con la intención de devolver alguno de los tesoros usurpados y conseguir el perdón. Pero, esto no pudo evitar que, tiempo después, terminara siendo capturado y ajusticiado.
El versículo de hoy también habla de un tesoro; solo que, en este caso, el tesoro eres tú, y quien buscó el tesoro y lo encontró es Jesús. Por lo tanto, vales mucho. No fuiste adquirido con oro ni con plata, sino con la preciosa sangre de Jesús.
Para él, habría sido más cómodo crear otra generación de seres humanos y dejarnos abandonados a nuestro destino de muerte. Desde el punto de vista humano, habría sido lo mejor, en materia de costo/beneficio. Pero, el amor de Dios no te valora por lo que eres o por lo que haces; Dios simplemente te ama a despecho de lo que hagas o no hagas: lo único que él espera de ti es que des oídos a su voz.
Con esa visión de tu valor, sal a enfrentar los desafíos de este día. Y recuerda la promesa divina: "Ahora, pues, si dieres oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón