Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal ni plaga tocara tu morada, pues a sus ángeles mandara acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. (Salmos 91:9-11).
En cierta ocasión escuché de labios de su propio protagonista la impactante experiencia que vivió cuando fue detenido por causa de su fe. Debido a sus creencias religiosas fue obligado a permanecer un fin de semana en una celda, donde se solía encerrar a los delincuentes más peligrosos. Este joven contaba que se sentía como una hormiga en un hormiguero. Le impactaron tremendamente las miradas de aquellos rostros marcados por las heridas y los tatuajes, aquellas personas que se movían con arrogancia y que sin duda le harían pasar momentos difíciles en aquel lugar remoto. El guardia le señaló el cemento donde dormiría. Era tarde, y se sentía agotado tras un largo día de tensión y estrés. Temiendo dar la espalda a lo que le parecía un peligro, se acomodó como pudo sobre el frío cemento y elevó una oración en la que depositó toda su fe.
El cansancio lo venció inmediatamente. Al día siguiente, que era sábado, la luz lo despertó de su sueño. Todos lo miraban con gran curiosidad. Él no sabía lo que había sucedido, hasta que uno de los presos más duros de la prisión se le acercó y le preguntó quién era el hombre que había pasado toda la noche sentado a su lado. «Es demasiado fuerte, ni siquiera el jefe se atrevió a desafiarlo. Eres afortunado, porque nadie antes había salido ileso de su primera noche en este lugar».
Aquel joven cristiano no hizo más preguntas, pues ya había oído suficiente. Estaba convencido de que aquel hombre que lo había protegido durante la noche era su ángel guardián. Ahora estaba seguro de que Dios estaba con él incluso en aquel lugar indeseado, por lo que su te se vio fortalecida hasta el fin de su encierro.
Tú también tienes un ángel en quien confiar. Él permanecerá a tu lado y será un mensajero protector. «El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los defiende» (Sal. 34: 7).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
En cierta ocasión escuché de labios de su propio protagonista la impactante experiencia que vivió cuando fue detenido por causa de su fe. Debido a sus creencias religiosas fue obligado a permanecer un fin de semana en una celda, donde se solía encerrar a los delincuentes más peligrosos. Este joven contaba que se sentía como una hormiga en un hormiguero. Le impactaron tremendamente las miradas de aquellos rostros marcados por las heridas y los tatuajes, aquellas personas que se movían con arrogancia y que sin duda le harían pasar momentos difíciles en aquel lugar remoto. El guardia le señaló el cemento donde dormiría. Era tarde, y se sentía agotado tras un largo día de tensión y estrés. Temiendo dar la espalda a lo que le parecía un peligro, se acomodó como pudo sobre el frío cemento y elevó una oración en la que depositó toda su fe.
El cansancio lo venció inmediatamente. Al día siguiente, que era sábado, la luz lo despertó de su sueño. Todos lo miraban con gran curiosidad. Él no sabía lo que había sucedido, hasta que uno de los presos más duros de la prisión se le acercó y le preguntó quién era el hombre que había pasado toda la noche sentado a su lado. «Es demasiado fuerte, ni siquiera el jefe se atrevió a desafiarlo. Eres afortunado, porque nadie antes había salido ileso de su primera noche en este lugar».
Aquel joven cristiano no hizo más preguntas, pues ya había oído suficiente. Estaba convencido de que aquel hombre que lo había protegido durante la noche era su ángel guardián. Ahora estaba seguro de que Dios estaba con él incluso en aquel lugar indeseado, por lo que su te se vio fortalecida hasta el fin de su encierro.
Tú también tienes un ángel en quien confiar. Él permanecerá a tu lado y será un mensajero protector. «El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los defiende» (Sal. 34: 7).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera